CUANDO LA INDOLENCIA DEL GOBERNANTE CUESTA VIDAS

ISRAEL NAVARRO

Las estadísticas revelan muchas cosas dependiendo del cristal con que se miren. Y en un tema tan sensible como lo es Covid-19 cobra mayor relevancia. ¿Cómo determinamos si la estrategia de salud un gobierno ha sido efectiva o no? ¿Tomamos en cuenta el número de pruebas que se aplican? ¿La cantidad de contagios registrados? ¿Las muertes por cada 100 mil habitantes? ¿El nivel de ocupación hospitalaria? ¿O la cantidad de pacientes recuperados?

Hay muchos números que nos permitirían hacer un juicio, pero más allá de los índices, hay uno que es lapidario para el gobierno federal de México: 166,000 muertos. Sin contar todos esos casos de defunciones que fueron registradas como “neumonía atípica”, “paro respiratorio” o “insuficiencia cardiaca”, ustedes pónganle el eufemismo médico que quieran, pero al final son 166 mil familias que hoy lloran a un difunto, en parte por la indolencia de quienes deben proteger la vida de las personas.

La imagen del presidente López Obrador mostrando detentes minimizando burlonamente los posibles efectos de la crisis a mediados de marzo del año pasado, las declaraciones de Hugo López-Gatell diciendo y contradiciéndose sobre el uso del cubrebocas, la falacia sobre que ya se había domado la pandemia, y el reconocimiento de que 60 mil muertos sería catastrófico, son algunas de las señales que hablan del fracaso del gobierno ante la crisis sanitaria.

Ahora, se sigue jugando con las expectativas ciudadanas. Se les pide a los adultos mayores registrarse en un website para recibir la primera dosis de la vacuna como si el gobierno federal no tuviera registro de los mexicanos mayores de 60 años. Lastimosamente, este esfuerzo no se trata de llevar un control en el proceso de vacunación, sino de ganar tiempo ante la insuficiencia de vacunas por parte de los laboratorios farmacéuticos.

¿Y por qué jugar con el anhelo de quienes son más vulnerables ante la pandemia? Pues porque en 4 meses irán a las urnas y por eso es más fácil hacerles creer que recibirán pronto la vacuna, que reconocer que no hay disponibilidad. Bien dicen que en la política el prometer no empobrece.

Recién regresó el presidente a la vida pública luego de dar negativo en la prueba de Covid, sin cubrebocas, después de haber recibido un tratamiento alterno del Instituto de Nutrición al que el ciudadano de a pie no tiene acceso, y diciendo que quienes critican su manejo de la crisis sanitaria es porque quieren recuperar privilegios. ¡Vaya! No hay duda que la indolencia cuesta vidas.


Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael