EL JUICIO DE LOS 7 DE CHICAGO

De dulce y de agraz, este filme a ratos alcanza momentos brillantes mientras que de pronto, cae en el maniqueo retrato de la justicia estadounidense, con los personajes caricaturescos habituales y con el ya consabido “cine de tribunales”. En las sumas y restas, sigue siendo un estimulante filme que entretiene en su largo metraje y seduce en sus soberbias interpretaciones, aun cuando queda una sensación un tanto frustrante de no lograr el estatus que prometía a la luz de su estupendo guion y su ritmo siempre trepidante.

Un gran guionista ganador del Óscar de la Academia por ‘La red social’, Aaron Sorkin, es el autor de este guion inteligente y febril que es el mejor elemento de “El juicio de los 7 de Chicago” y es quien también dirige esta película, luego de su paso por creaciones televisivas como ‘El ala oeste de la Casa Blanca’, trabajo que duró cuatro temporadas.

Éste es su segundo trabajo y, en comparación con su película debut titulada ‘Molly’s Game’, el salto es cualitativo, sobre todo porque está pensada de cara a los premios Óscar de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, concebida como un thriller judicial cuyos méritos mayores son el conjunto de actores que da vida a los siete enjuiciados del título y su guion, porque el trabajo de dirección no resulta para nada espectacular, aunque sí correcto.

¿De qué trata esta película?

El filme toma como referencia un juicio iniciado en marzo de 1969 y terminado en febrero de 1970. Los acusados eran un grupo de protestantes contra la guerra de Vietnam que se concertaron justo durante la Convención Demócrata, buscando la vitrina ideal para que el mundo supiese de sus demandas.

Los cargos en contra de estos activistas eran graves, y a medida que transcurría el tiempo, se empezó a clarificar que eran chivos expiatorios para entregar un claro ejemplo respecto de cómo operan las manipulaciones políticas en casos como éste.

Resulta indudable que gran parte de lo que el filme plantea encuentra eco en los sucesos actuales en Estados Unidos, en especial en un período tan agitado como el que se vive, todavía hoy, tras las elecciones presidenciales que conecta de manera perfecta con el clima de paranoia, represión y manipulación de los medios en favor de uno u otro bloque.

Una seria objeción contra esta película radica en que tempranamente el director carga sus dados, haciendo que la simpatía de los espectadores recaiga de inmediato en los siete acusados, los cuales en realidad no son blancas palomas y provienen de diferentes orígenes. Esto porque existe un énfasis en los diálogos ingeniosos y chispeantes y en soluciones típicas, con golpes de efecto y una sensación de circo que siempre echa por tierra la seriedad de este tipo de películas denuncia, pese a estar basada en hechos reales.

El director esquiva todas las leyes quebradas efectivamente por los acusados, obvia de manera un tanto simplista la capacidad de los abogados acusadores y presenta un juez que aparece desde el comienzo en frontal oposición a este grupo, haciendo de este caso una suerte de revancha o cruzada personal. Es posible que eso haya sido efectiva, pero la forma en que se muestra resulta un tanto burda y evidentemente manipuladora.

Donde sí destaca este trabajo es en la manera en que su reparto es capaz de dar sustento y credibilidad a sus personajes: tienen motivaciones claras, tienen instantes precisos para lucir sus dotes actorales y dar contundencia al discurso político que el filme arrastra. Porque si algo resulta innegable es que este filme es un vehículo político, unilateral como casi siempre sucede, recargado, pero tremendamente efectivo al instante de provocar adhesión emocional en los espectadores, a la par que se trata de una película entretenida y que no cansa.

De ese conjunto, es muy probable que el actor Sacha Baron Cohen sea nominado al Óscar, porque su papel está concebido con mayor capacidad para desplegar su talento, sobre todo porque es a través de él que se adquiere consistencia y se transmiten las ideas que al director le interesa subrayar.

En su estructura fílmica, resulta eficiente el hecho que haya saltos en el tiempo, gracias a los cuales se permite vincular este juicio mediático con los sucesos que originaron esta situación, de tal modo que resulta muy bien lograda para generar un nivel de tensión y dinamizar el relato en su conjunto. Recordemos que entre sus mejores trabajos, también ambientada en un juicio, se encuentra ‘Algunos hombres buenos’, un poderoso alegato que sigue vigente hoy, a pesar de haberse escrito en 1992.

Lo que realmente atenta contra la grandeza y fluidez de este material es que, a pesar de estar basado de manera directa en un caso real, no despeja la sensación de que cada uno de los personajes ha sido concebido en forma especial para lucirse en un instante clave, debilitando la credibilidad general. Y eso se debe en lo principal porque el director adopta una postura política demasiado evidente que, aun cuando está en su derecho como autor, hace que el caso efectivo se sienta como demasiado manipulado en sus efectos y en sus resultados.

En sus sumas y restas, “El juicio de los 7 de Chicago” es una película importante, correcta en su dirección, mejor actuada y que debió tener un director más incisivo, capaz de dotar al relato de una ambigüedad y de cuestionamientos que éste no provoca en forma cabal. Aun así, es un estimulante estreno en la plataforma Netflix y de seguro, estará entre las nominadas para los galardones de Hollywood, aunque no sea tan poderosa como sí efectista.

 

Ficha Técnica:

Título original: The Trial of the Chicago 7

Género: Drama, Hechos reales, Thriller
País: Estados Unidos
Idioma: inglés
Productora: Coproducción Estados Unidos-Reino Unido; Amblin Partners, Paramount Pictures, Cross Creek Pictures, Marc Platt Productions, Reliance Entertainment, DreamWorks SKG, MadRiver Pictures, ShivHans Pictures
Distribuidora: Netflix
Duración: 129 min.
Año: 2020
Calificación por edades: No recomendada para menores de 12 años

Ficha Artística:

Dirección: Aaron Sorkin
Guion: Aaron Sorkin
Música: Daniel Pemberton
Fotografía: Phedon Papamichael
Reparto: Eddie Redmayne, Sacha Baron Cohen, Mark Rylance, Frank Langella, Joseph Gordon-Levitt, Jeremy Strong, John Carroll Lynch, Alex Sharp, Yahya Abdul-Mateen II, Michael Keaton, Ben Shenkman, J.C. MacKenzie, Noah Robbins, Alice Kremelberg, Danny Flaherty, John Doman, Mike Geraghty, Kelvin Harrison Jr., Caitlin Fitzgerald, John Quilty, Max Adler, Wayne Duvall, Damian Young, C.J. Wilson

 

Autor

Víctor Bórquez Núñez
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación