A LA BÁSCULA

Lo mejor y lo peor 

La pandemia por el Coronavirus que mantiene asolada a la población de todo el mundo, es un fenómeno que ha venido a sacar lo mejor y lo peor de las personas, en un momento en que la sociedad está viviendo uno de los problemas globales más complicados en décadas.

Hay sectores que se han ‘fajado’ en aras de cuidarnos a todos y por ello merecen todo nuestro reconocimiento, respeto, solidaridad, apoyo y cariño, principalmente el personal del sector salud, médicos, enfermeras, camilleros, ambulantes y todos quienes laboran en las clínicas y hospitales, y quienes de parte de un sector de la sociedad lastimosamente no merecen un simple reconocimiento, a pesar de que todos los días literalmente se juegan la vida.

Ellos también tienen familias que quieren verlos de regreso en casa, y desgraciadamente eso no ha sido posible en muchos casos. Profesionales de la salud han perdido la batalla en un esfuerzo infructuoso por cuidarnos a todos, a usted, a mí, a nuestras familias, con un altísimo costo: haber dejado a la suya si uno de sus miembros más importantes.

Por ello, no se entienden las imágenes en que al aviso de las cerveceras de que dejarán de surtir su producto a quienes los expenden, muchos han salido despavoridos a las calles, en busca de tiendas de autoservicio, tiendas de conveniencia y expendios, a realizar compras de pánico, provocando importantes concentraciones de personas en reducidos espacios y mandando al demonio a la sana distancia en aras de conseguir cerveza, con todo el riesgo que ello implica.

Y, sin pretender entrar en una discusión ociosa de qué es más importante si la salud o la economía, me parece que la atención debe estar obviamente en la primera, porque sin salud puede no haber vida y como consecuencia de ello, nada; pero los pasos que se van dando no pueden dejar de lado ni olvidarse de la economía, porque una vez superada la pandemia –que todos esperamos que eso pueda ser pronto, aunque es más un deseo apabullado por la contundente realidad-, si no existe un cuidado proporcional de ambos temas, van a quedar secuelas –que de cualquier forma las habrá, no vamos a estar exentos-, de una gran gravedad.

Por un lado y en aras de ir ‘aplastando a la curva’ del contagio del Covid-10, se entiende el decreto que limita las actividades comerciales a las consideradas solamente como esenciales para el funcionamiento del país, lo que está provocando tanto el cierre de muchísimos negocios –miles de ellos pequeñas y medianas empresas-, con la consecuente pérdida de empleos, con todo y que el gobierno federal diga que no hay razones jurídicas para los despidos.

Puede ser que jurídicamente no las haya, pero económicas sí, y esto me lo entenderán perfectamente quienes tienen pequeños negocios en los que dan empleo a dos, tres, cinco o 10 personas y que de pronto se ven obligados por la emergencia y el decreto, a cerrar las puertas ¿cuántos de ellos puede mantenerse y por cuánto tiempo podrán hacerlo sin tener ingresos y ningún tipo de incentivos para mantener a la plantilla? Con todo y que el gobierno diga que durante la emergencia los giros no fundamentales no tendrán utilidades. No, durante todo este tiempo no solo no van a tener utilidades ¡No van a tener ningún tipo de ingreso!

En Estados Unidos, el país que se ha convertido en el epicentro de esta pandemia, donde el número de infectados ya superó los 200 mil y el número de muertos los cinco mil, al cierre de la semana pasada más de seis millones y medio de personas han presentado demandas de subsidio por el desempleo, cifra que duplicó las presentadas una semana anterior, al pasar de 3.3 a 6.6 millones el número de solicitudes.

De esas cifras no sé cuántas vayan a poder ser atendidas y cuántas familias puedan ser apoyadas y rescatadas, pero en países como el nuestro, donde un día sí y otro también surgen protestas de personal médico de clínicas y hospitales del sector público protestando porque a pesar de estar en plenitud el círculo de contagio del coronavirus, siguen sin contar con los implementos básicos para cumplir con su labor, con un altísimo costo de vidas de médicos, enfermeras y trabajadores del sector ¡Y son los que nos están cuidando a todos! ¿Se imagina cuántas familias que han perdido y están perdiendo su sustento van a ser apoyadas y rescatadas?

El gobierno dice que no puede crear incentivos porque si deja de cobrar impuestos o baja una proporción de lo que recauda, no va a tener recursos para los programas sociales; los empresarios –chicos, medianos, grandes, o los grandotototes- que no forman parte de los rubros considerados como esenciales para el funcionamiento del país, consideran que sin ingresos es difícil mantener la plantilla laboral; cada cual con sus argumentos, y como siempre, el de atrás paga.

Por eso insisto que esta emergencia por el Coronavirus, saca y muestra lo mejor, pero también lo peor de cada uno de nosotros.

 

laotraplana@gmail.com

 

@JuliánParraIba

Autor

El Heraldo de Saltillo
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