SALDOS DEL CORONAVIRUS

En mi condición de paciente trasplantado, que debe mantener un sistema inmunológico bajo, estoy en el grupo de personas con mayor vulnerabilidad en el eventual caso de un contagio de coronavirus, por lo que en lo posible he limitado las actividades fuera de casa, procurando el trabajo desde el hogar.

El asilamiento no es una nueva experiencia, hace dos años con motivo del trasplante fue incluso más estricto y prolongado, sin embargo permite observar algunas situaciones interesantes en el comportamiento colectivo, y reflexionar cómo en el día a día, con rutinas saturadas y exigentes, atendiendo lo urgente dejamos de lado lo importante.

Desde el miércoles por la tarde fue evidente en las calles vecinas que había más niños paseando y jugando con sus madres. Ya no hubo actividades en las escuelas, ni las clases regulares ni todas las otras actividades que tienen ahora para los menores, como entrenamientos, ensayos, tutorías y clases particulares, regresaron entonces a explorar el barrio.

Este jueves por la mañana había algunos juguetes tirados en la calle, no había tocado verlo, fue una confirmación de que están cambiando, así sea por estos días, los hábitos. También encontré a más vecinos caminando o corriendo, incluso algunos que ni conocía.

Los vecinos, adultos y niños, obligados a cambiar sus rutinas, están disfrutando ahora de su entorno más próximo.

¿De qué nos estábamos perdiendo?

No se trata de restar seriedad a la situación sanitaria ni al riesgo que hay para muchos. Tampoco desconocer ni minimizar el efecto que la paralización de actividades tendrá en la economía, sobre todo en la de nuestro país que ya estaba en franco deterioro.

Sin embargo también de las tragedias hay que aprender, quedarnos con lo bueno, cambiar para mejorar.

Sin dejar de observar las precauciones lógicas y razonables, pues tampoco se trata de caer en medidas extremas y hasta histéricas como el saqueo en los supermercados, pero hay que tratar de ver esta contingencia como una oportunidad.

Una oportunidad para vivir a otro ritmo en el que haya espacio para la comunicación y la convivencia familiar, que ayudaría en mucho a superar otras epidemias lacerantes que están afectando a nuestra sociedad y no atendemos debidamente porque no son tan espectaculares, como la violencia en el hogar y los suicidios.

Una oportunidad para disfrutar de entretenimientos más sanos y simples, que no nos impliquen desembolso, ostentación, e incluso ni traslados.

Una oportunidad para revisar lo que estamos consumiendo y aprender lo que es realmente indispensable y lo que se convierte en exceso y se tiene nada más para seguir una moda o tendencia.

Entonces, no todo es malo en esta emergencia que estamos viviendo.

También es de destacarse cómo la sociedad está respondiendo, y aunque se cuestiona desde luego la saturación de clientes en los supermercados, y que algunos lugares de paseo hayan estado también saturados en el puente del fin de semana anterior, hemos igualmente encontrado que en muchas situaciones son los ciudadanos los que se han adelantado a las autoridades.

Un ejemplo contundente lo tuvimos en el sistema educativo, en los colegios privados suspendieron clases con mayor anticipación que la disposición oficial, porque los padres hicieron presión en grupos y redes sociales. En la educación pública simplemente se empezó a presentar ausentismo mayor al cincuenta por ciento, y mejor las autoridades ya hicieron oficial la suspensión.

En lo social, antes de que se decretara el cierre de espacios públicos, sitios de concentración masiva y establecimientos de giros nocturnos, se empezaron a dar cancelaciones de bodas y fiestas de quince años.

En otros ámbitos, como el de la justicia laboral, fueron los litigantes los que hicieron ver a las autoridades que las medidas preventivas eran insuficientes, pues veían un riesgo en que siguieran efectuándose audiencias y corriendo plazos y términos, que no se podían desatender pues hay efectos legales.

Quedémonos con las actitudes positivas de una sociedad activa, involucrada, eso puede cambiar muchas cosas en el país a futuro. Revisemos lo que se puede evitar o mejorar, incluso en lo inmediato, pues estamos de hecho en el inicio de la contingencia y es buen momento para decidir por ejemplo ser selectivos en la información que compartimos, para no generar mayor confusión ni caos.

Apostemos pues al mejor de los resultados.

 

edelapena@infonor.com.mx

 

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El Heraldo de Saltillo
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