PLAZA CÍVICA

La cabalgata de reversa

El panismo busca a alguien que lo cabalgue, aunque sea de reversa. El partido de la derecha mexicana está perdido, solo, desorientado en las extensas llanuras de la política mexicana. Busca desesperadamente a un jinete que lo dirija y encarame al poder. Pero como hay carencia de jinetes y el partido pierde atractivo, entonces recurren al penoso lema mexicano de “mejor malo conocido que bueno por conocer” y le piden a Vicente Fox Quesada que se trepe.

No que se suba, sino se trepe: “elevarse en la escala social ambiciosamente y sin escrúpulos”, “taladrear, horadar, agujerear”, nos dice la Real Academia Española. Y efectivamente, el partido que dice ser demócrata-cristiano y enaltecer los principios del humanismo político le pide a un tipo sin escrúpulos, que intelectualmente agujereo al partido, que lo galope hacia atrás.

Vicente Fox Quesada, el personaje que tiene en su propio apellido la palabra “zorro” en inglés, aquél animal de hocico alargado y holgada cola, es recordado cuando estaba en la oposición por haberse colocado dos boletas electorales en las orejas para aludir a Carlos Salinas de Gortari y protestar contra los comicios federales de 1988. Y ahí empezó la larga lista de ocurrencias.

Como candidato presidencial hizo uso de sus dotes empresariales para conformar “Amigos de Fox”, la cual tuvo serios señalamientos de recibir dinero del extranjero e hizo acreedor a Acción Nacional a una multa histórica por 400 mdp. En campaña hubo muchas frases huecas y pocas propuestas políticas. Había que sacar al PRI de los Pinos, pero nunca quedó claro por qué iba a ser reemplazado. Su campaña fue innovadora en comunicación, pero carente en ideas e ideología. Y sí, Fox también es uno de los principales autores del fin de la hegemonía priista y la transición a la democracia mexicana.

Desde la antigua Grecia se advertía que la mejor manera de conocer a una persona es dándole poder. Y entonces la falta de disciplina interna, la larga lengua y la concavidad mental de Fox salieron a relucir. Su falta de vocación de Estado encuentra su resumen en la famosa frase “¿Y yo por qué?”. Sí, hubo estabilidad macroeconómica, se creó el Seguro Popular, se avanzó en temas de transparencia y se respetaron las libertades individuales. Pero las esperanzas que despertó Vicente Fox encontraron su decepción, la oposición quedó mucho a deber y las promesas de la democracia resultaron en parte vacuas: el nuevo régimen político careció de contenido en políticas públicas serias que hiciesen la diferencia en las vidas de los mexicanos.

El “bárbaro del norte” rompió con la regla de las victorias priistas, pero también con la regla de la prudencia una vez afuera del poder. En 2012 traiciona a su partido y apoya a Enrique Peña Nieto. Es expulsado. En 2018 apoya a José Antonio Meade.

El Partido Acción Nacional llega a su 80 aniversario invitando como ponente a… Vicente Fox Quesada. El ex-presidente que desconoce la ideología panista pero que usó al partido para llegar al poder, el que denostó y traicionó a su instituto político, el de la larga lengua e ideas cortas y frases pegajosas, ese es el gran invitado. Y repite sus frases y sus ocurrencias. Pero si antes las utilizó para llegar al poder, ahora las emplea para un pleito personal. “Tenemos que darle en la madre a la Cuarta Transformación”, dice. “No importa si son azules, rojos, amarillos o naranjas, lo importante es detener la Cuarta Transformación”, declara. “Hoy, hoy hoy”, grita. “Tenemos que repetir el triunfo”, vocifera. Propone “cabalgar” por el país, y el panismo se ofrece como caballo. Los panistas prescinden de sus ideales, se muestran incapaces de generar discurso, ven al pasado porque no pueden ver el futuro. Están perdidos. Y vuelven a vitorear a Vicente Fox Quesada, pero esta vez, en tenis.

 

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