Conocí al Doctor Alejandro Dávila Flores hace muchos años, hermano de amigos y amigo de amigos, hicimos amistad fraterna, el siempre dedicado a la academia y la investigación; la vida y su talento lo llevaron a ocupar un tiempo la rectoría de la máxima casa de estudios de nuestro estado, la Universidad Autónoma de Coahuila.
Al terminar su período como Rector enfrentó una disyuntiva: dar un paso hacia su incorporación plena en el servicio público dentro del aparato burocrático, como coordinador de asesores económicos del Gobernador del Estado, o regresar al mundo de la investigación y la academia. Optó por lo segundo, privando a la burocracia de un gran cuadro, pero asegurando a la universidad la permanencia de un gran talento.
Hace unos días, atendí a su convocatoria y asistí, con mucho gusto e interés, a la presentación del libro Modelos Económicos de las Regiones de México, editado por la Universidad Autónoma de Coahuila y Miguel Ángel Porrúa.
Coordinado por Alejandro Dávila, la investigación que el documento contiene, en base a una serie de trabajos, constituye una gran herramienta que fortalece cuantitativa y cualitativamente las bases para mejorar las tareas de análisis y planeación del desarrollo económico regional de México.
De la participación, en el evento, de José Valentín Solís y Arias, investigador del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, reflexioné que la macroeconomía llegaba a su tope en cuanto no le representaba algo concreto a la sociedad. Es decir, cuando se anuncian los grandes resultados del producto interno bruto, del equilibrio en la balanza de pagos, la gente de a pie se pregunta; ¿y eso cómo se refleja en mi bolsillo y en el bienestar de mi familia? Algo parecido a la democracia, si no representa nada en el desarrollo personal y familiar de la gente, no se siente, por buena que sea.
De ahí la pertinencia del trabajo presentado por Alejandro, pues la calidad y cantidad de información, generada por estos estudios, señalan áreas de oportunidad y crecimiento de cada una de las regiones del país y con ello ayudan, entre otras cosas, a orientar hacia donde se deben dirigir las políticas públicas para que el crecimiento del país signifique el desarrollo equilibrado de todas las personas y sus familias en cada una de sus regiones.
Para el análisis de las economías regionales de México, la red de Economía Regional Urbana (ERU) se propuso utilizar, como herramientas, la familia de modelos económicos multisectoriales, que incorporan información de las matrices de insumo-producto y que está integrada por tres clases: 1) los de insumo-producto; 2) los de contabilidad social, y 3) los de equilibrio general aplicado.
Destaca Alejandro, en el estudio, que las matrices de contabilidad social tienen una ventaja importante con respecto a las tablas de insumo-producto: incorporan la información de generación, asignación, distribución y gasto del ingreso, identificando no sólo las actividades productivas, sino también a los agentes económicos participantes e integrando satisfactoriamente la articulación entre los procesos de producción, distribución y consumo.
Valen la pena este tipo de investigaciones, por ello, la comunidad universitaria ahí presente agradeció la presencia y el apoyo del Rector Salvador Hernández Vélez a la plataforma de trabajo en red de investigación, que, como ellos señalan, además de contribuir a la generación de conocimiento y de beneficiarse de las ventajas de la colaboración académica, permite la formación de recursos humanos calificados.
@Pepevegasicilia
josevega@nuestrarevista.com.mx
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