Si viajáramos con una nave espacial hacia la Luna sería igual que darle casi 10 veces la vuelta a la Tierra por el Ecuador, una gran proeza para la tecnología que existía en 1969.
De la Tierra a la Luna existen aproximadamente 384 mil kilómetros de distancia. Un espacio en donde caben siete de los planetas del Sistema Solar: Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, Tierra, Marte y Venus. Y si viajáramos con una nave espacial hacia allá sería igual que darle casi 10 veces la vuelta a la Tierra por el Ecuador.
Por eso, realizar el primer alunizaje con la tecnología de 1969 fue una gran hazaña. Para conocer más sobre este tema, UNAM Global entrevistó a Julieta Fierro Gossman, José Franco y Armando Arellano Ferro, investigadores del Instituto de Astronomía, así como a Miguel Alcubierre Moya, titular del Instituto de Ciencias Nucleares, todos de la UNAM.
Era el 16 de julio de aquel año, cuando la National Aeronautics and Space Administration, mejor conocida como la NASA, lanzó a las 13:32 del día el Apolo 11. Por primera vez, se llevaría a cabo un viaje espacial tan largo y sus tripulantes no sabían si lograrían regresar a la Tierra.
Se trataba de una misión que cambiaría la historia de la humanidad, en donde viajaban Neil Armstrong y Buzz Aldrin, dos personajes que serían recordados por siempre.
Y llegó el día. El 20 de julio se cumplió el sueño de muchos siglos. La misión del Apolo 11 realizó el primer alunizaje en la historia de la humanidad. Sus huellas quedaron marcadas en la Luna para la posteridad.
En aquel entonces, la tecnología era muy distinta. De hecho, varios de los cálculos se hicieron a mano. Además, maniobrar la nave fue muy complicado, porque no había pilotos automáticos. Por esta razón, sólo fueron pilotos expertos. “Fue muy difícil llegar y muy difícil regresar”, dijo Julieta Fierro.
Además de difícil fue muy caro. Por esa razón, no se repitió muchas veces, explicó Miguel Alcubierre. Después del Apolo 11, la humanidad regresó en cinco ocasiones más: en 1969, dos veces en 1971, y otras dos en 1972.
A lo largo del camino hubo que vencer muchísimos problemas. De hecho, el Apolo I explotó en el momento en que iba a lanzarse, evocó José Franco. “Aunque fue muy lamentable, siempre se aprende de los errores”.
Otro de los grandes retos fue volver sanos y salvos. Reingresar a la atmósfera es muy difícil. La nave debe llegar con el ángulo correcto, porque podría rebotar en la atmósfera y si ingresa demasiado inclinada podría incendiarse con la velocidad que la atrae la gravedad.
Así, “el descenso tiene que ser relativamente suave y aterrizar ya sea en un desierto o en el mar”, explicó Julieta Fierro.
La tecnología que inició ayer
En aquella época no había computadoras tan poderosas. La primera IBM se instaló en la NASA. Sin embargo, los celulares de hoy cuentan con mucho más tecnología.
El legado que nos dejó el sueño de tocar la Luna es vasto. Por ejemplo, el GPS y el internet, herramientas que utilizamos en la vida cotidiana, se gestaron desde que se desarrolló la carrera espacial, enfatizó José Franco.
A pesar de estar a 384 mil kilómetros de distancia de la Tierra, se pudo transmitir el evento desde la Luna hacia la base espacial, y de ahí se replicó la señal a todo el mundo, recordó Armando Arellano.
El legado
A medio siglo de haber tocado la Luna, nos sobra la tecnología para volver. Hoy, Estados Unidos y Rusia pueden regresar fácilmente, pero también cualquier país europeo, añadió Armando Arellano.
Para Miguel Alcubierre, este hecho histórico representa el poder salir de la Tierra, y comenzar a explorar el Universo no sólo con telescopios, sino también fisicamente.
Esto significa “que continuemos, no sólo volver para tocarla, sino establecer una base y vivir allá. La idea es que eventualmente lleguemos a Marte y vivir allá”, añadió Alcubierre Moya.
Por su parte, Arellano Ferro mencionó que la distancia de la Luna a la Tierra es nada comparado con lo que se encuentra afuera del Sistema Solar. “El haber llegado a la Luna, con todo y la enorme proeza que fue, no nos vuelve capaces de llegar a la estrella más cercana”.
Se trata de escalas muy distintas. Con la tecnología de hoy no llegamos fácilmente a otro planeta del Sistema Solar, menos pasaremos sus fronteras, añadió Armando Arellano.
De hecho, se han enviado sondas para explorar el Sistema Solar, y la más veloz ha viajado a 20 kilómetros por segundo. “Se trata de una velocidad inimaginable para nosotros, pero para moverse en el Universo es muy lenta”, concluyó Arellano Ferro. (UNAM GLOBAL)
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