HÉCTOR A. GIL MÜLLER
PERPETUAMENTE APRENDE
Tuve el honor de asistir a la instauración de la cátedra “José Fuentes García” de la Universidad Autónoma del Noreste A. C., se reconoció un hombre de bien, jurista apasionado por el estudio y también por la enseñanza, su vuelo ha rebasado las fronteras regionales y ha contribuido en mucho al derecho mexicano. Hombre de palabras, pero más de ideas, de conceptos, pero más de pensamientos. Ha sabido combinar el arduo trabajo con la vida familiar de provecho.
Pascal afirmó; El hombre es un ser que permanentemente crece y aprende, me parece confiable afirmar que la vida transcurre mientras aprendemos. Aprendemos a amar y a odiar, a tener y a perder. Incluso aprendemos que la cuestión es ser o no ser. Se han construido escuelas, se levantan templos al conocimiento y se cumple, con nítida expresión, que de los libros salen fortalezas. El hombre ha buscado del conocimiento sacar humanidad, porque le ha encargado su prospe-ridad. Ha entendido que la vida es la única que establece normas y también sin normas pierde forma. Que las heridas se cierran y las puertas no deben cerrarse, que no por más fuerte que se haga el trazo más se dibuja, que el equilibrio no implica ser tibio, sino saber su propósito, y así ha conocido el hombre de su propia humanidad.
Las culturas han honrado el aprendizaje y sobre él han construido primero tradi-ciones, después acciones y recientemente instituciones. Los primeros alumnos aguardaban de pie mientras su maestro sentado enseñaba, este modelo fue cambiando y se sentaron los alumnos, formando las primeras escuelas, una escuela no fue suficiente y al reunirse varias se construyeron universidades, que ahora no se enfocaban (focus) en un solo tema sino en varios (campus).
Pero todas ellas seguían resguardando al maestro que inspiraba, animaba, emo-cionaba. A aquellas escuelas se les llamaba Alma Mater, para recordar a Amaltea la cabra encargada de amamantar a Zeus mientras se le abandonó a su suerte. Así el alumno (que no ha comido) se nutría, como en la mitología griega lo hacía la humanidad por los regalos provenientes de los cuernos de esa alma mater recordada en la constelación de capricornio, a saber; la teobromina o manjar de los dioses y el elixir, la primera era un alimento capaz de suplir todas las necesidades del ser, el segundo era un ungüento capaz de aliviar todas las dolencias del ser. Y, ¿qué no es esa la finalidad del aprendizaje? Suplir las necesidades y aliviar las dolencias. La escuela más antigua, las míticas salas de los fenicios a la más moderna infraestructura contemporánea siguen persiguiendo el mismo fin, com-petir con el pasado, en el presente al futuro.
Felicidades al Maestro José Fuentes García. Y así, aquí, con esto cumplirá con su cristiana profesión, aconsejando bien y quedaremos contentos y satisfechos por las futuras generaciones que seguirán aprendiendo a mayores pasos que nues-tra propia y personal capacidad de enseñar. Porque se apagará la voz, pero no el mensaje, se callará el maestro más no la enseñanza, se cerrarán los ojos más no la visión, se marchitará la fuerza, pero no las obras, se irá la vida, más nunca el ejemplo.
Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.
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