Analogía
El 5 de noviembre del año pasado, daba comienzo en una corte penal en Nueva York, lo que muchos calificarían como “El Juicio del Siglo”. Joaquín “El Chapo” Guzmán finalmente sería enjuiciado después de más de un año de su extradición al país que tanto tiempo lo catalogó como uno de los criminales más peligrosos y poderosos del mundo.
Con un juicio fiel al sistema norteamericano; prolongado (3 meses de proceso) y novelesco (como lo son la mayoría de los litigios que atraen una alta atención mediática), el pasado 12 de febrero, luego de 3 meses de proceso, mediante un criterio unánime por parte del jurado ciudadano, se le declaró, como era predecible, culpable de todos sus cargos y será el 25 de junio cuando se le dicte su sentencia; los expertos señalan que el capo pudiera enfrentar la cadena perpetua.
No cabe duda que estamos siendo testigos de la impartición real y verdadera de justicia a alguien que en un juicio popular, se lo merece.
Lo que me despertó el ánimo de opinar al respecto de este tema, fueron las declaraciones que realizó el Fiscal de Distrito de Nueva York, Richard Donoghue, quien al término de la audiencia declaró, “Esto es un triunfo para el pueblo americano y también es un triunfo para el gobierno de México”. Haciendo un énfasis en la colaboración que hubo por parte de los dos gobiernos, uno en su detención y afirmativa a la extradición, y el otro con todo el proceso judicial en su competencia.
No es mi intención demeritar el acierto que hasta hace dos días se realizó, pero ¿realmente se puede llamarle triunfo a algo que aún no termina?
Imagínense esto. En la pasada copa del mundo la selección mexicana de fútbol enfrentaba en su primer partido al que en ese momento era el actual campeón del mundo, Alemania. Se sabía que los teutones habían hecho una eliminatoria impecable y se les veía la total intención de mantener su hegemonía dentro del deporte por otro campeonato más. El partido se realizó y el 17 de junio pasaría a la historia, ya que ese día el equipo mexicano venció al campeón del mundo en la fase de grupos. El partido dio mucho de qué hablar, se decía que el equipo mexicano estaba para cosas grandes. El torneo siguió y el equipo mexicano, con base en sus posibilidades, no logró nada. No triunfamos en el mundial, poco duró el gusto de haberle ganado sorpresivamente al campeón.
El caso del Chapo Guzmán se puede ver cómo ganarle a un campeón del mundo, pero no significa que el país haya triunfado. En la lucha contra el narcotráfico a México le quedan muchos partidos por jugar, muchos goles por meter, para poder hablar realmente de un triunfo, y cabe destacar que para poder trascender se necesita de todos.
Yo sé que aplicar la analogía entre el fútbol y el tema del narcotráfico, suena raro, pero lo que se trata de dejar a reflexión de usted, querido lector, es esa visión de no dar por terminada la batalla en este tema tan delicado como lo es el narcotráfico. Los índices de inseguridad siguen a la alza y el año más violento en la historia de México (2018) se llevó a cabo con El Chapo “fuera de las canchas”.
Sin duda, este hecho sienta un paradigma en torno a la estrategia del nuevo gobierno en su combate a la inseguridad y al narcotráfico, ya que la captura y culpabilidad de El Chapo no detuvo las cientos de miles de muertes que sus distintos “colegas” dentro del rubro han generado durante su ausencia.
Reciban un saludo, muchas gracias.
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