Colima, Colima.- Convencida de la necesidad de ir más allá de los estudios etnográficos, económicos y culturales de los migrantes mexicanos en Estados Unidos, la doctora Ana Bertha Uribe Alvarado coordina una investigación académica sobre las oportunidades y condiciones de acceso a la educación por parte de ese sector poblacional en el país vecino.
“Generalmente —explica— la expectativa del migrante es ir, mandar dinero a su familia y después regresar, pero muchas veces con el tiempo la realidad se transforma y decide establecerse allá y la parte educativa se va quedando olvidada. Ante esta situación, se requiere dejar de verlos únicamente como un grupo que crece y manda remesas, sino también como un sector que puede acceder a la educación y a seguirse formando en Estados Unidos”.
Fundadora de la Oficina de Representación de la Universidad de Colima en Los Ángeles, de la que fue titular de 2012 a 2016, Ana Bertha Uribe es profesora investigadora asignada al Centro Universitario de Investigaciones Sociales de esa casa de estudios, y encabeza el grupo de trabajo que desarrolla el proyecto Experiencias educativas de migrantes mexicanos en programas de Plazas Comunitarias en California, financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).
De acuerdo con Ana Bertha Uribe, la relevancia de este proyecto —iniciado en enero de este año y que será concluido en julio de 2019— apunta a un área inexplorada: el impacto de los servicios educativos que ofrece el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA) en el contexto migratorio desde las propias experiencias de los educandos. Los resultados de la investigación, refiere, aportarán conocimiento para la reducción del rezago educativo, que oriente políticas educativas y de atención institucional a un sector vulnerable.
Lo anterior, en una realidad en la que la población de ascendencia mexicana en Estados Unidos es uno de los grupos étnicos que más abandona la escuela y que su crecimiento no ha sido proporcional con su nivel de acceso a la educación, pues solo 10 por ciento llega a la universidad.
Datos reportados por la Dirección de Alianzas Estratégicas del INEA revelan que hay en Estados Unidos un millón de personas de origen mexicano que no saben leer ni escribir y tres millones no terminaron la primaria y secundaria.
En el resumen ejecutivo del proyecto, la investigadora sostiene que en Estados Unidos el migrante sin educación básica que abandonó su país de origen por falta de oportunidades, enfrenta una serie de problemáticas, como adaptación cultural, dominio de idioma, inseguridad por la falta de documentos de residencia, entre otras. Ante este escenario, la educación formal no siempre ocupa un lugar prioritario, ya que la mayoría de los migrantes se concentra en trabajar para cubrir necesidades básicas y mandar remesas a sus familiares en México.
En estas condiciones, para un migrante la posibilidad de continuar estudiando es casi a contracorriente, pues su propia condición vulnerable le impide avanzar en la curva del progreso. “Algunos lo logran, pero no son la mayoría. Ya sabemos que la educación en general, y por supuesto la educación para adultos está ligada a la pobreza estructural y a la desigualdad social. Pobreza y educación, un círculo vicioso que no tiene salida, si a eso le agregamos la condición migrante irregular, entonces tenemos una población sorteando mayores retos”.
Una parte significativa de los migrantes mexicanos en Estados Unidos, añade Ana Bertha Uribe, se encuentra en rezago educativo, son adultos vulnerables sin educación básica, que trabajan en el sector servicios, viven en condiciones económicas frágiles, no hablan inglés suficiente y no siempre tienen documentos de residencia legal. Un sector de esta población migrante es el que logra acceder a la oferta educativa de Plazas Comunitarias promovida desde México por el INEA.
La propuesta de este instituto en Estados Unidos cuenta con los mismos programas nacionales de enseñanza básica (alfabetización, primaria y secundaria) y sigue la misma estructura curricular conocida como Modelo Educativo para la Vida y el Trabajo (Mevyt).
“Los contenidos —expone Ana Bertha Uribe— sugieren una educación centrada en el aprendizaje a través de módulos básicos y diversificados, (pero) el modelo no tiene contenidos suficientes que reflejen el contexto cultural de los educandos que viven fuera de su territorio de origen”.
Olvido institucional
Con aproximadamente 350 Plazas Comunitarias en Estados Unidos, más de 90 de ellas en el estado de California, se atiende a miles de educandos en el exterior, pero no existe investigación que ilustre el impacto específico de estos programas educativos fuera del territorio nacional.
“La educación para adultos —comenta la académica— en general recibe poca atención y escaso presupuesto federal. Esto se agudiza en el exterior, (donde) hay un olvido institucional y desatención a una población que también es mexicana y aporta con las remesas a la economía nacional”.
Para el desarrollo del proyecto, Ana Bertha Uribe planteó dos preguntas de investigación: ¿cuál es la percepción que tienen los migrantes de su experiencia escolar en programas de Plazas Comunitarias en California?, y ¿De qué manera el Modelo Educativo para la Vida y el Trabajo responde las necesidades de conocimiento bicultural de los migrantes integrados a Plazas Comunitarias en California?
En la realización de este trabajo, dice la investigadora, colabora un equipo interdisciplinario muy exitoso, formado por pedagogos, psicólogos y comunicólogos, entre ellos los doctores Jonás Larios Deniz, Nina Alejandra Martínez Arellano, Isaac Uribe Alvarado y José Manuel de la Mora Cuevas, así como el maestro Paul Ceja Mendoza, quienes durante el primer semestre de este año estuvieron haciendo levantamientos de campo en casi treinta Plazas Comunitarias, aplicando encuestas y entrevistas a educandos y profesores.
Los resultados de esta investigación, de acuerdo con Ana Bertha Uribe, aportarán pistas para la mejoría de las políticas públicas en materia de educación para adultos migrantes mexicanos en el extranjero.
El programa académico utilizado por el INEA, explica, está fundamentado en un modelo para la vida y el trabajo, que tiene su base en pensar la educación a partir de la experiencia de la vida; sin embargo, este programa fue pensado para la realidad mexicana, mientras que en Estados Unidos la perspectiva de la vida es diferente, la prioridad es el trabajo, es una rutina muy laboral en la que la gente trabaja todo el día como en las ciudades grandes de México.
Por lo anterior, propone Ana Bertha Uribe, se necesita adecuar el modelo educativo a la realidad que viven los trabajadores mexicanos en ese país, incorporando, por ejemplo, la visión del migrante sin papeles, que tiene una manera diferente de moverse en la ciudad, así como destacar el hecho de que la importancia de tener una licencia de conducir es vital y para quienes no la tienen es un factor de riesgo. “En suma, los módulos podrían orientar cómo conducirse en el país, cómo obtener una licencia, cómo convivir con la diversidad, la exclusión o la discriminación”.
La propuesta del proyecto es hacer un diagnóstico para buscar la manera de modificar y adaptar los contenidos programáticos a una forma de vida trasnacional o binacional. Un propósito de la investigación es saber qué piensa el estudiante del modelo educativo para buscar la manera de proponer la mejora del modelo.
Los resultados provisionales, adelanta Uribe Alvarado, han confirmado las ideas previas en el sentido de que se necesita modificar los programas educativos incorporando otro tipo de contenidos, por ejemplo, en un apartado se habla de la siembra y la cosecha en México, lo que necesariamente requiere una modificación porque este proceso en Estados Unidos se lleva a cabo mediante formas muy diferentes.
Un aspecto interesante encontrado durante las entrevistas con maestros en el trabajo de campo es el hecho de que en la práctica muchos de ellos se han percatado de la necesidad de modificar los contenidos y por iniciativa propia los adaptan a la realidad de Estados Unidos.
El proyecto incluye una metodología cuantitativa y cualitativa; la primera con la encuesta para evaluar las experiencias educativas de los propios migrantes que cursan los niveles de primaria o secundaria, mientras que la cualitativa incluye las entrevistas con maestros de las Plazas Comunitarias, con la finalidad de complementar su perspectiva del proceso de enseñanza-aprendizaje. Para la elaboración del diagnóstico, se encuentra previsto realizar una revisión analítica del contenido del modelo Mevyt, procurando conectar este análisis con los resultados de la encuesta y las entrevistas. (CONACYT)
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