A LA BÁSCULA

JULIÁN PARRA IBARRA

México surrealista 

No cabe duda que el México en el que nos tocó vivir es un país surrealista, acaso inventado en un cuento escrito por Franz Kafka, o moldeado en una obra realizada por Salvador Dalí, o quizá plasmado en un lienzo o mejor en un mural por el pintor mexicano José Clemente Orozco.

Aquí pueden morir 49 niños en el incendio de una guardería a la que sus padres los llevaron para que los cuidaran mientras ellos tenían que ir a trabajar, sin que pase absolutamente nada ni se castigue a los responsables de la tragedia; aquí pueden desaparecer así como si nada 43 estudiantes; pueden grupos del narco controlar centros penitenciarios incluso operando algunos de ellos como su cuartel general como en los Ceresos de Gómez Palacio en Durango o en Piedras Negras en Coahuila; pueden los grupos delincuenciales disolver estudiantes en ácido –como lo hicieron también con cientos de personas en el penal nigropetense- y no pasa nada.

Como dice el lugar común, México es el país en el que nunca pasa nada, y cuando pasa, tampoco pasa nada.

Por ello, aunque no deja de dolernos, de lastimarnos, de indignarnos, no nos sorprende que en este país se sigan asesinado a periodistas, sin que pase nada, porque el cáncer de la impunidad, es el que alienta a muchos, a narcos, a políticos, a gobernantes a cegar la vida de periodistas sabedores que de que no va a haber ninguna consecuencia para ellos. Como si el terminar con la vida de periodistas se acabara también con la verdad.

En lo que va de este año, seis compañeros del gremio han sido asesinados, tres de ellos sólo en el mes de mayo. Apenas el 15 de mayo se daba la triste noticia del asesinato a balazos en Tabasco del joven periodista y empresario radiofónico Juan Carlos Huerta. No bien terminábamos de asimilar la noticia, cuando nos vuelven a asestar un severo golpe al gremio de los periodistas, con el asesinato en su propia casa, de Alicia Díaz González, corresponsal del periódico El Financiero.

Pero si eso no bastara, sobre el cierre del mes de mayo, nuevamente el gremio periodístico se vio enlutado con el crimen de Héctor González Antonio, corresponsal en Tamaulipas del Grupo Imagen y el periódico Excélsior. Su cuerpo fue encontrado en una calle, una especie de camino de terracería, en la capital tamaulipeca, Ciudad Victoria, con visibles huellas de violencia extrema.

En la administración de Enrique Peña Nieto han sido asesinados 43 periodistas en todo el país y, según un recuento de la organización Artículo 19, en los más recientes 18 años, es decir de 2000 a la fecha 111 compañeros de profesión perdieron la vida de manera violenta.

Pero en México se asesina a periodistas, a activistas sociales, a defensores de los derechos humanos, a policías, a candidatos, políticos o gobernantes, a estudiantes, a padres o madres de familia, a jóvenes a niños y hasta bebés ¿Y qué ha pasado? Nada, tristemente México es el país en el que nunca pasa nada, y cuando pasa, tampoco pasa nada.

Uno de los problemas es que los asesinos, de donde provengan, de los grupos de la delincuencia organizada, de los gobiernos, de los poderes fácticos, apuestan a la desunión de los diferentes segmentos de la sociedad. Cuando asesinan a sacerdotes es la Iglesia la que levanta la voz y la mano, el resto solo les dirigimos miradas compasivas; cuando matan a un político, gobernante o candidato, son los partidos los que levantan con energía sus protestas, y el resto los observamos lastimeramente. Cuando asesinan a un periodista, somos solamente los del gremio los que levantamos la voz, y el resto nos miran con lástima.

Quizá entre todos los mexicanos ha hecho falta que unamos la voz, todos, cuando uno de los gremios o sectores de la sociedad sea atacado. Porque finalmente la sociedad mexicana toda en su conjunto, hemos sido agraviados, violentados, atacados.

Hoy nuevamente es un periodista el asesinado, pero debieran ser todas las voces, la de la Iglesia, la de las ONGS, la de los políticos, la de los maestros, de los trabajadores, de los padres, de las madres, de los hijos, de todos, como una sola, la que escuchara para exigir que en este México nuestro tan surrealista, cese de una vez por todas la violencia.

Este México, duele.

 

laotraplana@gmail.com

@JulianParraIba

 

Autor

El Heraldo de Saltillo
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