Nueve meses después de que los rohinyás comenzaran a abandonar Myanmar para refugiarse en Bangladesh, se estima que han nacido aproximadamente 16.000 niños refugiados en los asentamientos de Cox’s Bazar. UNICEF ha hecho sonar la voz de alarma sobre la situación que las mujeres y sus hijos afrontan en estos lugares, ya que muchos de los nacidos son resultado de la violencia sexual y se ven privados de sus derechos.
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, alrededor de sesenta bebés nacen cada día en los campos de refugiados bangladesíes, respirando “por primera vez en condiciones espantosas y lejos de su hogar”, señala Edouard Beigbeder, el representante de la agencia en el país.
A finales de agosto de 2017, cuando la ola de violencia comenzó en el estado birmano de Rakhine, miles de rohinyás empezaron a huir a las playas y arrozales de Bangladesh. Desde entonces, han salido a la luz numerosos informes sobre abusos sexuales y violaciones, por lo que los bebés que están naciendo son, en muchos casos, fruto de la violencia sexual a la que muchas madres se ven expuestas en estos lugares.
Las mujeres y los niños que, además de superar las consecuencias del desplazamiento, sobreviven a la violencia sexual forman parte de los grupos más vulnerables dentro de los 800.000 rohinyás que viven en Cox’s Bazar. En particular, las mujeres y las niñas sufren riesgo de ser marginadas y, posteriormente, perseguidas.
“Es imposible saber el verdadero número de bebés que han nacido o nacerán como resultado de la violencia sexual”, añadió Beigbeder. “Pero resulta vital que todas y cada una de las madres o mujeres que esperan bebés y todos los recién nacidos reciban la ayuda y el apoyo que necesitan”.
Ayudar a las madres y sus hijos
De los bebés que han nacido en campamentos desde septiembre, se estima que solo uno de cada cinco lo han hecho en centros sanitarios, y que solo el 18 % de las madres dan a luz en estos lugares.
El Fondo ofrecen cuidados prenatales y posnatales a las madres y sus hijos, visitando los refugios para evaluar su situación, realizando consultas y proporcionando apoyo. De hecho, se ha conseguido formar cerca de 150 grupos de padres en los campos y alrededor de 250 voluntarios trabajan para garantizar que las mujeres asistan a centros médicos antes y después de dar a luz.
Los derechos de los bebés
Dadas las condiciones de estos campos de refugiados, muchos de los nacimientos no se registran, por lo que los bebés afrontan dificultades a la hora de acceder a determinados servicios esenciales: no van a la escuela, no reciben servicios de salud ni tienen derecho a seguridad social. En los casos en que los niños se encuentran separados de sus padres, la falta de documentación constituye un obstáculo adicional a la hora de reunirlos.
Esta falta de visibilidad legal aumenta su vulnerabilidad, así como el riesgo de que se violen sus derechos sin que nadie se dé cuenta. Por ello, la agencia de las Naciones Unidas indica que registrar de manera apropiada a quienes nacen en circunstancias de inestabilidad o conflicto constituye una prioridad. (ONU NOTICIAS)
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