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EDUARDO J. DE LA PEÑA

Retomando en forma gradual algunas de las responsabilidades profesionales, volvamos al análisis y reflexión de la realidad y el momento que se vive en los ámbitos político y social.

Tras el debate del domingo anterior, tendría que haber quedado claro en dónde están las inconsistencias, las simulaciones y los riesgos que entrañan, lo mismo que las falsas caretas, las posturas protagónicas sin sustento, los traumas y complejos, igualmente riesgosos. Y en dónde la capacidad y las propuestas inteligentes y viables.

Pero el entorno no da para eso, ante el hartazgo y el escepticismo no hay espacio para lo contundente.

Nos llegan mensajes y llamadas de los amigos que alguna opinión piden sobre lo que se está viviendo y lo que podría venir en las próximas semanas y en el futuro de más largo plazo, siempre antecedidas por un pronóstico o admisión de temor, según el lado donde cada uno milite o se desempeñe.

Y así como hay quienes anticipan una gran campaña de manipulación para crear precisamente el miedo hacia López Obrador, y apuran a vacunarse, pues en ese «proyecto» tienen puestas o sus esperanzas o su espíritu de revancha.

Están también los profesionistas y empresarios independientes, que no han decidido el voto, pero tienen en claro que lo darán a quien llegue con las mejores condiciones de disputarle la elección a MORENA.

Igualmente los que forman parte de las estructuras, del PRI o del PAN y que lo ven como un tema de supervivencia, y que tal vez sin recapacitar en que terminan dándole la razón a las teorías de los pejistas, en su caso apuran a reflexionar sobre lo que ha ocurrido en Venezuela, Cuba, Nicaragua y plantean su desconcierto porque no se entiende «que no haya capacidad de dimensionar el riesgo que estamos corriendo».

Si el tema de fondo fuera entender el porqué de esa «ceguera» ante el peligro, habría que comenzar por reconocer que por décadas hubo una estrategia sostenida y sistemática para inhibir la capacidad de analizar, cuestionar y pensar, hasta que se consiguió formar una estructura zombie que se puede manipular con dinero, comida o un argumento retórico que impresione aunque no se realice ni sea viable.

Si nunca hubo un esfuerzo serio por construir ciudadanía responsable y participativa, ¿de dónde la quieren sacar ahora que les parece la necesitan con urgencia?

El modelo quería borregos, crio muchos, al igual que burros, les fue útil a ellos, pero armaron un bloque que sin pestañear se puede ir completito con otro. Alguien tiene que pagar por eso.

«No tienes idea de lo que ha pasado en Venezuela, como han destruido, sueños, vidas, familias, proyectos…»

Algo hemos escuchado de eso, medios serios difunden historias trágicas, y las redes las retoman profusa y exageradamente.

Ya en el verano de 2006, justo en la etapa de un México convulsionado, al menos en la esfera política, por una apretadísima elección presidencial, en la Universidad Complutense de Madrid un académico español plantó cara a las quejas de compañeras venezolanas en el curso de Periodismo Preventivo, «lo que pasa es que en Venezuela no han derramado sangre, revisen la historia de la Guerra Civil española…», dura posición y tal vez hasta extremista.

En doce años definitivamente la situación se ha agravado en Venezuela, pero en México no es distinto, aquí sí se ha derramado sangre.

¿Van a hablar de riesgos, y cambiar la intención de voto con el argumento de Venezuela cuándo en el país no salimos de una crisis de violencia e inseguridad?, sí de doce años en que se han perdido vidas, familias, carreras, proyectos y sueños.

Sí, de una realidad que marginal y temporalmente en algunas regiones mejora, pero que ata y lastima desde el más humilde ciudadano, y de la que alcanzan a librarse, no sin miedo, los que pactan complicidad o impunidad, o los que desde el poder económico pueden comprar protección entregando grandes sumas que sirven para dar mayor fortaleza a los grupos delictivos, aunque sus empresas tengan que limitar operaciones, cerrar en algunas partes centros de distribución o producción, por los riesgos a la integridad.

¿Quieren otro resultado hablando de los empleos, las empresas y los patrimonios perdidos en Venezuela, cuando en Coahuila se vive aún una crisis, producto de una deuda ilegal y elevada, que costó también proyectos, negocios e incluso vidas?

De una crisis que tuvo como respuesta dos estrategias, una financiera de alto nivel para satisfacer la voracidad de los bancos, y otra política de perversa manipulación, con la confección constante de cortinas de humo, de un lado para distraer y de otro para plantear escenarios gravísimos que nunca sustentaron.

Crisis en la que no hubo ni gestos sensibles ni estrategia comprometida de gasto inteligente para honrar los compromisos con la economía local, con los proveedores quebrados, que generara flujo, impulso, y trasmitiera además confianza en un ejercicio transparente y eficaz del erario público.

Entonces, más que apatía o falta de conciencia, tal vez tanto golpe genera insensibilidad, y un convencimiento de que ya no nos pueden joder más y hay que apostar por el «cambio» a cualquier precio.

¿Qué les van a decir? «No fui yo, yo soy bueno honesto y capaz, fueron mis amigos, pero ellos no están en la boleta, el riesgo es mío y las plurinominales de ellos». Hace falta un mejor argumento, compromiso, hechos.

O van a remontar simplemente porque saben inglés, francés y hablan bonito desde el altar panista… pero no pueden explicar el origen de fantásticas fortunas.

Insistiendo. No está fácil.

En lo local hay algunos buenos candidatos. Jóvenes perfiles que van consolidando carreras. Pero al final del día atados a estructuras que prometen invencibles pero que no serán suficientes en esta ocasión.

Candidatos que no pueden ver su situación individual, si no hacer frente al compromiso corporativo, partidista, y cargar el peso muerto que les pueden representar un compañero de fórmula o el mismo candidato presidencial.

¿Esperan ganar?. Tienen que cambiar de argumentos, de estrategia y entender que su reto es el paquete completo, y solo lo pueden tener si consiguen convencer al ciudadano.

Otras campañas están por iniciar en los municipios. Veremos.

 

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De lo que este columnista escribió en el terreno de lo personal la semana anterior, ha habido una respuesta generosa de amigos, compañeros y familiares. El más sincero y amplío agradecimiento para todos. Las reflexiones de ese tono, conforme se vayan dando, encontrarán su espacio en las redes sociales personales, la página de Eduardo De La Peña en facebook; la cuenta de @lince_ep en twitter, además del blog Otras Vidas dejando esta columna para el ejercicio periodístico, sin mayor pretensión que ejercer el derecho a opinar y decir.

 

edelapena@infonor.com.mx

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El Heraldo de Saltillo
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