UNA COLORADA (VALE MAS QUE CIEN DESCOLORIDAS)

LILIA CISNEROS

ESTIMULACIÓN TEMPRANA

Tiempos hubo en que ayudar a un nuevo ser a fin de enseñarle hábitos para comer, dormir, gatear, caminar, nadar y todo lo que de esto derive, se encomendaba a la naturaleza e intuición de los padres. Antes que el padre enseñara al varón como cazar, correr o competir, la madre estimulaba primero al bebé y luego al infante para ser eficaz en toda suerte de tareas. En muchos casos la lectura, escritura y manejo de ciertas operaciones matemáticas se aprendían en el hogar.

Conforme la vida de las tribus se fue complicando empezaron a desarrollarse especialistas para ayudar a los padres. Dependiendo del rango social, había nanas, institutrices, maestros privados –algunos incluso traídos del extranjero- y en los casos de menos posibilidades económicas eran los abuelos, los tíos mayores y en general todo aquel de confianza cuya ética y experiencia era reconocida en el núcleo social familiar o ampliado. De ahí a las escuelas públicas, las guarderías, los centros de desarrollo infantil, fueron algunos los años que trascurrieron con la idea que todo niño pudiera aprovechar sus capacidades físicas y mentales en todo su potencial.

Hoy existen especialistas para el desarrollo locomotor de un bebé así como del cognitivo, en actividades hasta cierto punto divertidas que le ayuden a entender la música, las alternativas para la resolución de problemas y en general la posibilidad de estructurar un pensamiento sano y productivo. ¿Tienen todos los niños de México estas posibilidades?

En el ideal democrático de los últimos dos siglos, asistir a la escuela era tan importante que la comunicación incluía tiras de caricatura, donde aquel que se encontraba vagando en las calles, se le “pescaba” para conducirlo al plantel y llamar a los padres a fin de que coadyuvaran con la institución para que el menor –sobre todo adolescente- pudiera llegar a una conveniente estimulación, cuando menos de nivel temprano. ¡Por supuesto los padres no acudían a comisiones de derechos humanos para quejarse de la actividad persecutoria de los inspectores escolares!

Derivado de la explosión demográfica se fueron enfrentando problemas como: pocos o cuando menos no muy preparados profesores, carencia de “mesa-bancos” en las aulas –si es que estas existen- poco acceso a libros sobre todo en lugares lejanos a las medianas y grandes urbes y por supuesto disminución del tiempo de los padres para coadyuvar en esta tarea tan importante como lo es propiciar el óptimo desarrollo de los vástagos. ¿En que momento la deficiente estimulación temprana fue dando lugar a generaciones de adultos muy limitadas hasta para comprender la importancia de la educación?

Recuerdo en mi lejana escuela secundaria, maestros a los cuales se respetaba por su amplio saber y entender. Al igual que nuestros padres, eran adultos que vivían con la capacidad de asombrarse de todas las maravillas que nos rodeaban. Antes de entrar a la era del “apuro y la prisa” hubo una instancia gubernamental que recorría la calles, detectando niños que no asistían a la escuela[1], se llamaba a los responsables, se facilitaba al niño el ingreso , se les daba una reprimenda comedida a los padres si acaso los usaban para mendigar o vender algo y se les advertía de las sanciones a las que se harían acreedores si reincidían en la falta de cuidado para la estimulación de sus hijos en valores como respeto a la patria, los símbolos, la autoridad, la limpieza, las propiedades del otro etc. ¿Cuando las nuevas generaciones empezaron a ser estimulados desde muy temprana edad, para el hurto, la respuesta airada, el bulling y hasta la violencia que puede concluir con la muerte propia o la del otro? ¿A que edad esos pedigüeños infantiles se convierten en rateros? ¿Hay algún castigo para padres y en general adultos que incitan a los niños a robar la bolsa de “esa pinche rica”, o meterse por un pequeño espacio a la casa u oficina de esos “cab…..que les sobra todo”? Entre democracia y seguridad hay una relación casi de co-dependencia; no hay seguridad es muy dubitable la democracia. En los estados modernos se ha delegado en estos el monopolio de la fuerza a fin de que proteja la vida, libertad, honra y bienes de los ciudadanos ¿Es eficiente un estado que no logra este objetivo? Si lo que priva es la inseguridad ¿se está ante un estado fallido? ¿Entienden los ciudadanos padres, la parte de responsabilidad que les toca en ese logro? Si un menor es partícipe del asalto a una oficina y por el susto, los gritos las agresiones y hasta la violencia física alguien muere aun cuando sea de un infarto ¿asumen los padres que su educación tuvo más estímulos para le mal que para el bien? ¿De que grueso es la raya que convierte a este menor ladrón en homicida?

En el curso de la vida hay siempre momentos oportunos[2] estimular tempranamente a las futuras generaciones es algo más que spots televisivos de fundaciones que casi viven en un Capelo. Elegir al maestro, líder vecinal, representante legislativo o ejecutivo, tiene que ver mucho más con el fuero interno y los valores del candidato que con sus títulos y posesiones ¿Por qué no son atractivos los candidatos mesurados capaces de detenerse para observar un entorno lleno de cosas maravillosas? ¿Qué hay en el interior de alguien que se identifica con quien vive apurado, siempre ocupado, capaz de cambiar de opinión –es decir mentir- acerca de su credo? ¿Qué convicciones hay en estos tránsfugas hoy tan de moda? ¿Puede solo el aumento de presupuesto para los policías hacer que estos cumplan con su responsabilidad sin “temor” a los derechos humanos? Quién es más criminal ¿el delincuente que recluta niños para su causa, o el que le enseña que en tanto no sea mayor no le pasa nada?

[1] INPI Instituto Nacional de protección a la infancia.
[2] Eclesiastés 3:1 “Todo tiene su tiempo” Antiguo testamento

Autor

El Heraldo de Saltillo
El Heraldo de Saltillo