Por Fernando Duclos
Río de Janeiro.- Desfiles fastuosos, carrozas alegóricas, fiestas callejeras multitudinarias, un sinfín de disfraces, mucho calor, samba, cuerpos sudorosos y la inoxidable alegría carioca: este viernes comienza el majestuoso carnaval de Río de Janeiro, una fiesta popular y multitudinaria en una ciudad que, durante una semana, parecerá olvidar la enorme crisis que atraviesa.
Más allá de la ostentación y el desenfado propios de la celebración, el carnaval de este año estará marcado por tres ejes que determinarán buena parte del devenir de la fiesta: la crisis económica que afecta a la ciudad, las probables referencias a la política brasileña durante los festejos y una masiva campaña para evitar el asedio a las mujeres en las comparsas.
Después de los Juegos Olímpicos de 2016, el estado de Río de Janeiro se vio afectado por una importante crisis económica: sólo en 2017 se perdieron 80.000 puestos de trabajo, disminuyeron los presupuestos de salud y educación, se atrasaron en varias oportunidades los salarios de los empleados públicos y, para 2018, se prevé un déficit público de 10.000 millones de reales (aproximadamente 3.000 millones de dólares).
El carnaval no podía quedar afuera de ese escenario y por eso, Marcelo Crivella, alcalde de la ciudad de Río, decidió en noviembre recortar en un 50 por ciento el presupuesto municipal para las «escuelas de samba», que desfilarán el domingo y el lunes en el famoso Sambódromo. Aunque según la prefectura el recorte se realiza para priorizar la salud y la educación, no fueron pocos los que atribuyeron la decisión al menosprecio del propio Crivella hacia el carnaval.
Ex pastor de una iglesia neopentecostal y de posiciones conservadoras en temas sociales, el alcalde ha mostrado en varias ocasiones su desinterés por el mayor atractivo turístico de la ciudad. El año pasado, no participó de la tradicional entrega de llaves de la ciudad al Rey Momo y para este año, avisó que irá al Sambódromo, pero «no a sambar».
Ante este panorama, financiadas como nunca antes por la inversión privada, se espera que las escuelas de samba realicen desfiles fastuosos, pero sin la grandilocuencia de otras ocasiones.
Cada escuela debe elegir un tema que irá desarrollando a lo largo del desfile, y que se relaciona con las carrozas, los disfraces y las canciones escogidas. De las 12 agrupaciones que transitarán la pasarela este año, varias eligieron enfocar sus espectáculos en aspectos de crítica social. «Con dinero o sin dinero, yo igual me divierto» rezará el estribillo de la samba elegida por Mangueira, la agrupación más tradicional de la ciudad.
Más allá de la crisis, de todas formas, la cantidad de dinero que mueve la mayor fiesta del mundo sigue siendo enorme.
Según datos de Riotur, el organismo responsable del turismo en Río, más de 6,5 millones de personas participarán del carnaval en la ciudad, entre ellas 1,5 millones de turistas, y gastarán 3,5 millones de reales (1,08 millones de dólares). Los hoteles estiman una ocupación del 85 por ciento y en «Saara», un mercado de indumentaria de la ciudad, se recaudaron ya 1,5 millones de reales sólo en venta de disfraces.
Además de los desfiles en el sambódromo, gran parte de las celebraciones de carnaval se llevarán a cabo en la calle. Casi 500 «blocos», como se conoce a las comparsas ambulantes, saldrán con su música por toda la ciudad: algunos son pequeños y casi desconocidos y otros convocan en sus recorridos más de un millón de personas, la gran mayoría disfrazados para la ocasión.
Muchísimas mujeres han relatado en redes sociales el asedio que han sufrido en muchas ocasiones en los «blocos» de carnaval por parte de hombres que las acosaban para besarlas. Por eso, para el carnaval de este año, una campaña llevada a cabo por organizaciones feministas recaudó más de 20.000 reales por medio de plataformas digitales de financiación colectiva y distribuirá durante las fiestas miles de tatuajes temporales con la leyenda «Não é não» («No es no»).
De hecho, en los «blocos» del pasado fin de semana en Río, que sirvieron como anticipo a la gran celebración y reunieron casi dos millones de personas en las calles, ya se pudo ver a muchísimas mujeres con la leyenda tatuada en sus cuerpos.
Además, en muchos de esos blocos hubo manifestaciones respecto a la situación política que por estos días divide a los brasileños: la condena de 12 años al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva por corrupción y su posible inhabilitación para las elecciones presidenciales de octubre.
«Lula ladrão, roubou meu coração» («Lula ladrón, robó mi corazón») fue el tema musical que se escuchó en varias de las comparsas, en apoyo al líder del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT). Además, varias pancartas clamaban por la inocencia del ex mandatario.
Del otro lado, se espera también que durante el carnaval se produzcan manifestaciones contrarias al político. En festejos anteriores, varios disfraces que representaban a Lula con traje de presidiario llamaron la atención en las calles de Río de Janeiro.
Según el diario «O Globo», las máscaras de Crivella, Luiz Fernando Pezao (gobernador del estado de Río) y Sérgio Cabral (gobernador de 2007 a 2014, preso por corrupción) serán las más requeridas este año a la hora de las protestas festivas. (DPA)
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