Por Pablo Sanguinetti
Barcelona.- La formación de Gobierno en Cataluña quedó este martes en un limbo con desenlace imprevisible cuando el presidente del Parlamento regional, Roger Torrent, suspendió a última hora el pleno que debía volver a investir como «president» a Carles Puigdemont, en una decisión que abrió una grieta interna en el independentismo.
Horas antes de que comenzara el pleno a las 15 horas, Torrent convocó a los medios y anunció que lo postergaba «sine die» hasta poder garantizar la inmunidad de Puigdemont y la celebración de una investidura «segura, con garantías y sin injerencias», para la sorpresa de propios y extraños.
Puigdemont se encuentra prófugo en Bruselas desde que fue destituido a fines de octubre por el plan independentista con el que abrió una crisis institucional sin precedentes y sería detenido si vuelve a España, donde es investigado en el Tribunal Supremo por cinco delitos vinculados a ese proceso.
Las fuerzas independentistas apostaban por volver a nombrarlo este martes en el Parlamento catalán como presidente a distancia, pero el Tribunal Constitucional español asestó un golpe a esa estrategia al advertir el fin de semana de que Puigdemont solo podía ser investido si acudía personalmente al pleno tras pedir permiso al juez que lo investiga.
Ante la imposibilidad de una investidura telemática o de un regreso del candidato, Torrent optó por dejar en un limbo la investidura para no desobedecer al Constitucional, aunque insistió en que el pleno sigue convocado y que Puigdemont es el único candidato porque tiene «la legitimidad y el derecho de ser investido».
«Desde hace unos días, el Estado español ha venido mostrando una de sus caras más oscuras», acusó Torrent. «No aceptaremos la injerencia a un Parlamento democrático que tiene el derecho y deber de investir al presidente que tenga este apoyo».
La decisión del político de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) provocó fuertes roces con la formación Junts per Catalunya de Puigdemont y con la Candidatura de Unidad Popular (CUP), el tercer partido independentista en el Parlamento, cuyos diputados incluso se sentaron brevemente en el hemiciclo a la hora prevista del pleno.
JxCat aseguró que no había sido informada de la decisión de Torrent y le pidió rectificar y celebrar el pleno. «Nosotros teníamos un pacto de dar la presidencia del Parlament a ERC y la de la Generalitat a Puigdemont. Ese era el acuerdo», recriminó Elsa Artadi, jefa del grupo parlamentario de la formación.
También la Asamblea Nacional Catalana (ANC), una de las dos grandes entidades civiles que movilizaron a la calle por la ruptura con España, insistió en la investidura. «No aceptamos que un tribunal de parte dicte las decisiones del Parlament», señaló en un comunicado.
Varios miles de manifestantes, según la Guardia Urbana de Barcelona, se concentraron en torno al «Parlament» para aclamar a Puigdemont como el verdadero «president» regional y algunos grupos superaron el cordón policial hasta llegar a la puerta principal. Según la agencia local Europa Press, hubo altercados con los agentes. Entre los congregados, algunos lucían una máscara con el rostro del candidato.
Tras momentos de tensión, la ANC desconvocó la protesta a través de Twitter y recordó que el movimiento por la independencia «es siempre no violento», además de pedir evitar «enfretamientos estériles». Diputados catalanes del partido liberal Ciudadanos tuvieron que salir escoltados por agentes mientras eran increpados, informó la prensa.
La suspensión del pleno abrió así la crisis más explícita en el independentismo, un bloque unido por el proyecto de romper con España pero separado por tendencias políticas divergentes: ERC es un partido de izquierda, JxCat una formación de centroderecha y la CUP una plataforma anticapitalista.
Los próximos días definirán la evolución de esa ruptura interna. Referentes de ERC habían avisado ya el fin de semana que «nadie es imprescindible» y abierto la puerta a «sacrificar» a Puigdemont. La elección de un nuevo candidato no imputado parece por el momento la salida más directa a la crisis.
Entre tanto, el Tribunal Constitucional rechazó por unanimidad las alegaciones presentadas por Puigdemont y JxCat y ratificó las condiciones que fijó a su investidura, cerrando así otra puerta al ex presidente del Ejecutivo catalán.
En medio de una situación imprevisible que promete extenderse las próximas semanas, el Gobierno central de Mariano Rajoy celebró la suspensión del pleno de investidura y consideró que evitó una «burla» a la democracia.
Inés Arrimadas, líder del partido liberal Ciudadanos, sostuvo que la suspensión «no soluciona el problema» y pidió a los soberanistas soluciones realistas: en concreto, elegir un candidato alternativo a Puigdemont. Arrimadas fue la más votada en las elecciones del 21 de diciembre en Cataluña, pero el hundimiento de otras fuerzas antiindependentistas le impiden llegar a una mayoría para gobernar. (DPA)
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