COMO DECÍA MI ABUELA

Dos caras…

 Mi abuela era una mujer apasionada por la vida, lo mismo disfrutaba de canciones para bailar o cantar, de películas para reír y llorar, de un paseo corto por la alameda o largas caminatas recorriendo los mercados de la Guayulera o de la plaza de la Madre. Mi abuela sabía cocinar postres y platos fuertes, cosía la bastilla de un pantalón a mano o se confeccionaba un vestido en su máquina de coser. Mi abuela podía ser muy cariñosa y tierna, o regañona y fría, según el caso y lo que ella quisiera. Era como dice el refrán “dos caras de la misma moneda” y por eso, mi abuela es especial.

Hombres haciéndose pasar por mujeres para llenar los registros ante las autoridades electorales y así obtener los lugares que de acuerdo a la paridad le pertenecen a las mujeres, así como feminicidas seriales que vagan con impunidad y atacan sin miedo a ser descubiertos son “dos caras de la misma moneda”: el machismo que vivimos en nuestra sociedad mexicana.

Así es, para estas elecciones 2024, varias de las cuotas que deberían ser cubiertas por mujeres están siendo cubiertas por hombres que se identifican como mujeres violando con esto las leyes electorales y cometiendo un fraude en contra de las mismas y de la ciudadanía, ya que estas acciones afirmativas fueron creadas con un propósito claro, abrir la participación dentro de los puestos de elección popular a diversos sectores de la población, que no estaban siendo representados debidamente dentro de los funcionarios de nuestro país, pero ¡oh sorpresa! (que a las feministas no nos sorprende en lo absoluto) estas supuestas autopercibidas mujeres que se encuentran en campaña, cuando acuden a estos actos lo hacen en su carácter de hombres tal cual el sexo con el que nacieron.

Esto representa una cara del machismo aquella que no está dispuesta a ceder el poder y que hará uso de cualquier triquiñuela, con tal de beneficiarse y seguir perpetuando el poder de los hombres sobre las mujeres, ahora hombres que se autoperciben como mujeres; en otras palabras, ahora los hombres nos dicen qué es ser mujer. ¿No suena algo raro e ilógico?, acaso ¿no fue esto lo que nos dijeron que no iba a suceder cuando se habló en foros sobre ideologías de género y aclaraciones sobre sexo y género?

Esta es la cara del machismo que nos sigue demostrando que; si le damos entrada al patriarcado por un mínimo huequito, un mínimo resquicio, va a entrar apoderándose de todo aquello por lo que las mujeres hemos luchado, los derechos obtenidos por las mujeres son consecuencia del movimiento feminista y de la lucha por ellos, no son graciosas concesiones de quienes se encuentran en el poder. Sin embargo, una vez hecha la ley, se hace la trampa, y así, una vez más seremos gobernadas por hombres, que no saben lo que significa la discriminación en razón del sexo.

La violencia feminicida es la otra cara del machismo, igualmente está ahí para mostrarnos “nuestro lugar” y aleccionarnos como mujeres para que sintamos miedo de salir a las calles a ocupar los lugares que les hemos “arrebatado a los hombres”. Estos agresores operan con total impunidad, jamás se les investiga, no se revisan los datos, no se tiene un perfil de un asesino serial de mujeres en México y, lo señalan bien los expertos, si no existe este perfil es difícil estudiarlo y si no se estudia es difícil detectarlo después cuando está en las calles y es difícil prevenir este tipo de delitos. Esto trae como consecuencia que no se previenen, no se investigan, no se castigan; entonces, ¿que estamos haciendo para proteger a las mujeres de la violencia feminicida?

La otra cara de la moneda del machismo, denigrar a la mujer a la categoría de Ciudadana de segunda y por lo tanto sus derechos son menos o tienen menos valor que los derechos de los hombres. Por lo tanto, los delitos cometidos en su patrimonio, sus derechos o sus cuerpos, carecen de significado para el Estado. Muy bonito que existan las leyes, para adornar el CV de los políticos que estuvieron ahí para su aprobación. ¿Qué sucede cuando se trata de su aplicación?

Y entonces nos encontramos casos como, por mencionar algunos, el de Miguel “N” que tenía años violentando mujeres, conservaba parte de sus cadáveres en su departamento e incluso había confesiones un poco rebuscadas en sus redes sociales de los actos que estaba cometiendo. O casos como los de Zitácuaro, donde, valiéndose de acciones afirmativas a favor de la comunidad LGBTIAQ+, se presentan Ulises Romero Hernández y Alberto Bucio Nava como candidatos a la Regiduría (propietario y suplente, respectivamente) ocupando las cuotas como “Mujer”.

¿Cuándo vamos a parar este absurdo? No importa que nos llamen intolerantes, no podemos permitir tal atropello a los derechos de las mujeres. Nuestras vidas importan y nuestras decisiones y participación en la toma de ellas también. Sigamos manifestándonos en las calles y en la vida pública y política de nuestro país.

 

Autor

Leonor Rangel