La otra vez estuve en un almuerzo, la verdad, estaban deliciosos los chilaquiles y el café se notaba que en cocina le habían puesto amor. Lo que rompió esta burbuja de armonía y sabor fue ver a un niño de no más de ocho años volteando a ver a sus padres. Claramente buscaba que lo miraran y le pusieran la misma atención que le estaban dedicando a sus respectivos celulares. El niño les preguntaba cosas y ellos contestaban con monosílabos más que forzados. La escena terminó cuando la madre sacó un iPad de la bolsa y se lo entregó; el niño lo recibió no muy convencido. Aquello lo entretendría, sí, pero claramente no era lo que quería.
Constantemente, en los medios de comunicación vemos cómo las nuevas generaciones se vuelven cada vez más consumidoras de tecnología, cómo la IA está presente en su rutina y cómo la comunicación cara a cara pareciera volverse algo “de otra era”. A tal grado que, aunque parezca chiste, es anécdota: hay personas que conviven mejor a través de mensajes… aunque las tengas enfrente. Pero también surge la pregunta: ¿qué estamos haciendo como padres de familia o como personas adultas para brindar atención a nuestros hijos? ¿Dónde quedó el tiempo de calidad? Además, ¿qué estamos trabajando para evitar que a nuestras infancias lleguen situaciones como la depresión o la tan temida ansiedad?
Sergio Soto Azúa, de una forma muy íntima y personal, decidió dar ese paso: hacer algo. Y es a través de las letras y bellas ilustraciones dedicadas a sus hijos que nos presenta el libro “Lora. La promesa que no se olvida”, en donde, de manera amena y ágil, aborda temas como la soledad, los retos para la inteligencia artificial y la ansiedad. Además, nos trae cuestiones que incomodan, como la ética, la promesa y la tan ya desaparecida lealtad.
Debo aclarar: no es un libro de superación personal, tampoco es un libro que recomendaría dar a niños sin supervisión adulta. Es, más bien, un libro para la familia. Para leer, comentar y discutir con los nuestros. Para leer en conjunto o asignar espacios para conversarlo. No contiene ideas complejas… pero a la vez sí. ¿Por qué? Porque aborda sentimientos, emociones y situaciones en las que más de uno podemos vernos reflejados.
Soto nos queda a deber más profundidad de los personajes y algunas historias paralelas que, si bien se mencionan, al lector le gustaría conocer más a detalle. Sin embargo, esto funciona como la excusa perfecta para una segunda parte, donde pueda profundizar y mostrarnos la evolución de aquello que plantea.
El libro se puede conseguir en Amazon, tanto en físico como en versión digital.






