Entre el lodo y los lujos
Mientras miles de familias intentan rescatar sus pertenencias de entre el lodo, los dirigentes y herederos del poder disfrutan de una vida que insulta a la tragedia nacional. Los hermanos de López Obrador, sus hijos y los descendientes de los principales dirigentes de Morena se exhiben en fiestas, viajes y lujos propios de una élite a la que decían combatir. Esa es, en los hechos, la verdadera “transformación”: convertir la austeridad republicana en una aristocracia del cinismo.
Las lluvias de este año —las más intensas desde 1941, según la UNAM y la Conagua— no sólo pusieron a prueba la infraestructura del país, sino también su moral pública. A falta del Fonden, el gobierno improvisa censos, promete apoyos “expeditos” y habla de pedir ayuda internacional, mientras la presidenta asegura que “hay recursos suficientes”. La frase retrata a un régimen desconectado de la realidad, que confunde propaganda con gestión y que cree que negar los problemas los resuelve.
El contraste es abismal: un país hundido por el agua y una élite morenista que flota en privilegios. La reducción del Fonden de 41 mil millones a apenas 13 mil millones fue presentada como un acto de “limpieza moral”; hoy sabemos que fue un acto de negligencia e incluso, hasta de complicidad. Porque, de haber habido corrupción como lo afirma la presidenta Sheinbaum ¿en dónde están los detenidos? Más aún ¿Cuál es el motivo por el que hoy el extitular del Fondo y ahora destacado morenista, José María Tapia Franco, recibe abiertamente su apoyo?
Y mientras las familias de Poza Rica o Huauchinango siguen buscando a sus desaparecidos, los hijos del obradorismoexhiben autos de lujo y obras de arte que, como diría el nefasto de López Obrador, no las tiene ni Obama.
México no sólo enfrenta un desastre natural, sino un desastre moral. Cuando la corrupción se justifica con discursos y la miseria se administra con dádivas, el resultado es esta mezcla de cinismo y dolor. Las lluvias se irán, pero quedará el recuerdo de un gobierno que, entre el barro y la soberbia, dejó hundido al país y traicionó, una vez más, a los más pobres.
Así, mientras unos buscan a los suyos entre el lodo, ellos se ahogan en medio de lujos que no compraron trabajando.



