Seguridad con inteligencia, no con ocurrencias
Cuando se habla de seguridad, la eficacia se mide en resultados. Y los resultados en Coahuila hablan por sí mismos: el estado es la segunda entidad más segura del país, con una reducción del 33% en el promedio diario de homicidios dolosos respecto al año anterior, según el Reporte Nacional de Incidencia Delictiva. Mientras siete estados concentran la mitad de los homicidios en México, Coahuila apenas representa el 0.3% del total nacional.
El reciente ataque en Gómez Palacio puso a prueba los protocolos regionales, y la respuesta fue inmediata: coordinación entre corporaciones, intercambio de información y detención oportuna de los presuntos agresores. Ese blindaje no se construyó en un día, sino con inversión sostenida en inteligencia, tecnología y capacitación policial. La seguridad en Coahuila no depende de la suerte, sino del trabajo constante.
El modelo coahuilense ha demostrado que el uso de herramientas tecnológicas, como las cámaras de videovigilancia y los sistemas de reconocimiento vehicular, permite localizar con rapidez a quienes intentan alterar el orden. Pero la tecnología, por sí sola, no basta: lo que marca la diferencia es la coordinación entre autoridades y la confianza ciudadana que respalda sus acciones.
Por supuesto, los operativos y filtros de seguridad generan retrasos y algunas incomodidades, especialmente en cruces como el Puente Plateado o los accesos desde Gómez Palacio. Pero esas molestias son el costo razonable de mantener una tranquilidad que otros estados envidian. En Coahuila, la prioridad es clara: preservar la paz, proteger la vida y garantizar la seguridad de las familias.
Hoy, el mensaje es contundente: ni los “abrazos” cómplices ni los “balazos” desmedidos ofrecen una solución. La fórmula que ha funcionado en Coahuila es otra: inteligencia, tecnología y coordinación. Cuando el liderazgo político se traduce en estrategia y no en discurso, la seguridad deja de ser promesa y se convierte en realidad.



