
Brisbane, Australia.- Un estudio reciente publicado en la revista ‘Journal of Applied Phsyology’ reveló que la deshidratación puede aumentar la reactividad del cortisol durante eventos estresantes, lo que potencialmente afecta la salud a largo plazo.
Los investigadores encontraron que una ingesta habitual de líquidos por debajo de lo recomendado se asocia con una reactividad más alta del cortisol en situaciones de estrés psicosocial.
La falta de hidratación a menudo se manifiesta por una orina más oscura y concentrada, y una menor producción de orina. Las investigaciones han asociado la ingesta baja habitual de líquidos con un mayor riesgo de enfermedades metabólicas, renales y cardiovasculares.
La ingesta baja crónica de agua puede aumentar los niveles de hormonas reguladoras del agua, como la arginina vasopresina (AVP), que a su vez puede aumentar la liberación de cortisol, la hormona del estrés.
El cortisol no sólo se eleva en respuesta al estrés, sino que sus ritmos diarios pueden alterarse por la mala hidratación, lo que podría afectar la inmunidad y el metabolismo del cuerpo.
Señalan que el cortisol se dispara durante el estrés agudo, pero también sigue un ritmo diario. Cuando este ritmo circadiano se altera o las respuestas del cortisol son exageradas, puede afectar la inmunidad, el metabolismo y la inflamación.
Algunas investigaciones han encontrado niveles más altos de cortisol en personas con una hidratación deficiente que beben menos de 1,2 litros de líquido al día. Sin embargo, la relación exacta entre la ingesta de líquidos, la hidratación y el cortisol sigue siendo incierta, recoge ‘News Medical’.
El estudio se llevó a cabo en un grupo de jóvenes sanos y no fumadores participó en un estudio sobre cómo la ingesta de líquidos afecta la respuesta al estrés. Los participantes fueron seleccionados según su consumo habitual de líquidos y se les sometió a la Prueba de Estrés Social de Trier para medir sus niveles de cortisol. Se analizaron muestras de saliva y orina para evaluar su estado de hidratación.
Los participantes, de entre 18 y 35 años, fueron elegidos por no tener problemas de salud conocidos y se clasificaron en dos grupos según su consumo de líquidos: bebedores habituales de líquidos bajos o altos. Durante una semana, registraron su consumo diario de líquidos y luego se les monitorizó durante otra semana, manteniendo sus hábitos de hidratación normales.
Los resultados mostraron que las personas que consumían menos líquidos tenían una mayor reacción de cortisol al estrés, lo que sugiere una conexión importante entre la hidratación y la respuesta al estrés.
El estudio sugiere que la hidratación adecuada es crucial para manejar el estrés y prevenir efectos adversos a largo plazo en la salud.
Sin embargo, la investigación se limita a establecer correlaciones y, aunque los participantes fueron monitoreados prospectivamente, su diseño de comparación transversal no permite establecer causalidad. La corta duración del estudio también dificulta evaluar las implicaciones a largo plazo de los presentes hallazgos para la salud. (El Heraldo de Saltillo)
https://journals.physiology.org/doi/full/10.1152/japplphysiol.00408.2025


