
Columna de El Colegio de Economistas de Coahuila, A.C.
Transferencias sin transformación: desigualdad contenida, no resuelta
Por: Dra. Ylsel Areli Gutiérrez Alonso
El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) publicó recientemente los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2024, una herramienta clave para analizar la situación económica de los hogares en México. A partir de estos datos, se observa una reducción en la desigualdad de ingresos respecto a 2016; sin embargo, esta mejora está impulsada principalmente por políticas de asistencia social y no por una mejora estructural en las condiciones económicas de los sectores más desfavorecidos.
En términos generales, la brecha entre los hogares con mayores y menores ingresos sigue siendo considerable. En 2024, los hogares del décimo decil reportaron un ingreso promedio trimestral de 236,095 pesos, equivalentes a 78 mil 698 pesos mensuales, mientras que los del primer decil apenas alcanzaron 16 mil 795 pesos trimestrales, es decir, 5 mil 598 pesos al mes. Esto implicó que los hogares más ricos ganaran 14 veces más que los más pobres, una diferencia significativa, aunque menor a la registrada en 2016, cuando fue de 21 veces.
Este cierre relativo de la brecha no obedece a un incremento sustancial en los ingresos laborales de los sectores más rezagados, sino al mayor peso que han cobrado las transferencias públicas. Esta dinámica plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de una reducción de la desigualdad basada en intervenciones del gobierno más que en el desarrollo autónomo de las capacidades productivas de los hogares.
En cuanto al ingreso promedio nacional, la ENIGH 2024 indicó que los hogares mexicanos percibieron en promedio 77 mil 854 pesos trimestrales (25 mil 955 pesos mensuales). Esta cifra representó un crecimiento real del 10.6 % con respecto a 2022.
La mayor parte de este ingreso provino del trabajo remunerado, que aportó en promedio 17,033 pesos mensuales, significando el 65.6% del total. En segundo lugar, se ubicaron las transferencias, que ascendieron a 4 mil 600 pesos mensuales (17.7%), destacando dentro de este rubro los programas gubernamentales, cuya contribución promedio fue de 2 mil 500 pesos al trimestre.
Otros componentes, como la renta de la propiedad —que incluye ingresos por arrendamientos e inversiones—, aportaron un promedio de 1 mil 278 pesos mensuales, mientras que otras fuentes de ingreso representaron apenas el 0.1%.
El desglose del ingreso revela la importancia creciente de las transferencias, especialmente en los hogares con menores recursos. Este cambio en la composición del ingreso es evidente: en 2016, las transferencias representaban el 15.5% del ingreso corriente, y para 2024 alcanzaron el 17.7%.
Desde una perspectiva de crecimiento, las transferencias fueron el componente con mayor dinamismo en el periodo analizado, con un crecimiento del 26.5%, superando incluso al ingreso por trabajo, que creció un 13.2%. En la categoría de transferencias, los beneficios provenientes de programas gubernamentales destacaron por su expansión acelerada, con un crecimiento del 101.9 %, consolidando su papel como un mecanismo central de redistribución del ingreso.
La evolución del ingreso por deciles muestra que los mayores incrementos porcentuales se concentraron en los estratos bajos y medios bajos. Los hogares en los deciles II y III registraron un crecimiento entre 2022 y 2024 de 14.2% cada uno; el decil IV creció 13.9%, y el V aumentó 13.4%.
El primer decil, no obstante, tuvo un crecimiento ligeramente menor, del 13.3%, lo que sugiere una posible ineficiencia en la focalización de las políticas sociales. En este contexto, el diseño de los programas sociales cobra especial relevancia, ya que, en México, muchas transferencias se otorgan con base en criterios demográficos como edad o género, sin considerar directamente el nivel de ingreso.
Esto permite que personas de ingresos medios y altos accedan a estos beneficios, mientras que los hogares más vulnerables quedan excluidos debido a barreras de acceso como idioma, ubicación geográfica, limitaciones tecnológicas o falta de información.
Aunque las transferencias han mostrado ser efectivas para mejorar los ingresos en diversos sectores, la falta de focalización limita su eficiencia redistributiva y plantea desafíos para la sostenibilidad fiscal del modelo.
En conjunto, los datos de la ENIGH 2024 muestran un avance en la reducción de la desigualdad de ingresos en México, pero advierten que este progreso está sostenido en un esquema de redistribución, más que en un crecimiento económico incluyente. Mientras no se produzca una transformación estructural que fortalezca la capacidad productiva de los hogares con menos recursos, el riesgo es que estas mejoras sean transitorias y dependan del ciclo político o de la disponibilidad presupuestaria.



