En el circo nacional de la seguridad pública, hay dos pistas que hoy contrastan como el día y la noche: una se llama Coahuila y la otra Sinaloa. Mientras en Saltillo los visitantes caminan entre calles tranquilas y festivales familiares, en Mazatlán los turistas deben revisar el calendario criminal antes de reservar.
La percepción turística.
El trapecio de la percepción no miente: Coahuila se ha convertido en un referente nacional de orden y paz pública, gracias a una estrategia de seguridad basada en inteligencia, coordinación interinstitucional y presencia territorial; una colaboración entre los tres ordenes de gobierno. En cambio, Sinaloa, a pesar de su belleza natural y su infraestructura turística, convive con una narrativa de violencia estructural, donde los enfrentamientos armados y las operaciones del crimen organizado son parte del paisaje mediático.
La joya del Pacífico.
Mazatlán —joya del Pacífico— atrae con playas, pero también carga el peso de ser tierra caliente. La reciente suspensión de conciertos, bloqueos carreteros y tiroteos no son invención de la prensa alarmista, son el pan de cada semana. El turista no solo busca mar y sol, también busca certeza y retorno seguro a casa, y eso es lo que Saltillo y otras ciudades coahuilenses han garantizado con hechos, no con discursos. Aún cuando los empresarios han iniciado un rescate importante con la construcción de nuevos hoteles y espacios para el visitante, no deja de entrever la inseguridad en las playas y en la ciudad.
La ruta del vino.
Mientras en el norte de Coahuila se puede recorrer la Ruta del Vino, visitar museos, asistir a eventos culturales o simplemente caminar por la Plaza de Armas sin temor, en Mazatlán aún hay zonas donde el miedo no está en los folletos, pero sí en las recomendaciones locales. Hace unos días acudí a la Vinícola de San Juan de la Vaquería, y regrese extasiado de lo que nuestro municipio produce, estos vinos en verdad superan a muchos de los que solo se maquilan. Aquí se lleva a cabo todo el proceso, y de seguridad ni hablar. Los visitantes de Sister City Austin, ni siquiera preguntaron por ella. Es un tema que se vive y se siente en la piel, aquí no hay laza cuchillos, ní otra cosa.
¿Cuál es el verdadero espectáculo?
En esta función, los forzudos no son los que presumen músculo mediático, sino los que sostienen la seguridad con profesionalismo. Y ahí Coahuila —con Saltillo a la cabeza— ha demostrado que sí se puede tener turismo sin militarizar playas ni maquillar cifras.
Al final, el turismo es un voto de confianza. Y hoy, muchos están votando por el Coahuila seguro, mientras Sinaloa sigue atrapado entre los aplausos del malecón y los disparos en la sierra.
Porque en el gran circo del país, la seguridad no es acto de magia. Es trabajo de todos los días.
“Dejemos que se acabe el circo para verle la cara a los payasos”.



