
Washington DC, Estados Unidos.- La aparición de la nueva variante de Covid-19, denominada ‘NB.1.8.1’, ha generado preocupación debido a su vinculación con un gran aumento de infecciones en China y su detección en varios puntos de los Estados Unidos.
Los primeros casos en territorio estadounidense se remontan a finales de marzo y principios de abril, identificados a través de un programa de detección en aeropuertos para viajeros internacionales, según informaron expertos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
Detectada inicialmente en China, Hong Kong y Taiwán, la variante ‘NB.1.8.1’ ha provocado un repunte significativo en las hospitalizaciones, el peor en al menos un año, según las autoridades de Hong Kong. Este aumento ha llevado a que se recomiende nuevamente el uso de mascarillas en lugares públicos concurridos, un recordatorio claro de que el virus aún no se ha ido. Taiwán, por su parte, ya está almacenando vacunas y tratamientos antivirales como medida preventiva.
Aunque el número de casos de esta variante en los Estados Unidos es aún insuficiente para ser incluidas en el tablero de estimaciones de variantes del CDC, el aumento de hospitalizaciones en el extranjero ha suscitado interrogantes sobre sus síntomas y peligrosidad.
Por ahora, no existen indicios de que la nueva variante cause una enfermedad más grave que otras variantes recientes. Sin embargo, tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como los CDC reconocen que podría ser más transmisible. Esa capacidad de contagio rápido ha sido suficiente para presionar los sistemas hospitalarios en Asia.
En cuanto a protección inmunológica, para prevenir el incremento de contagios de esta variante, las vacunas aprobadas en Estados Unidos están diseñadas contra variantes anteriores como ‘KP.2’ aunque podrían ofrecer cierta protección contra ‘NB.1.8.1’, se estima que una actualización hacia variantes más recientes como ‘LP.8.1’, dominante en Estados Unidos podría mejorar la cobertura.
“La vacuna ‘LP.8.1’ presenta los títulos más altos contra la variante ‘LP.8.1’, dominante en Estados Unidos y muchas otras regiones, y neutraliza de forma cruzada otras variantes actualmente en circulación, incluida la ‘NB.1.8.1’, una subvariante ‘JN.1’ dominante en muchos países asiáticos”, explicó Darin Edwards, director del programa Covid-19 de Moderna, durante una reunión del comité de vacunas de la FDA.
A pesar de estas recomendaciones científicas, la FDA ha propuesto limitar la autorización de futuras vacunas de refuerzo solo a personas mayores de 65 años o con enfermedades crónicas. Esto ha generado inquietudes entre los expertos sobre una posible mayor exposición a variantes nuevas en la población general.
La Organización Mundial de la Salud, por ahora, ha indicado que NB.1.8.1 no parece causar una enfermedad más grave que otras variantes, pero advierte que su transmisibilidad podría traducirse en una mayor velocidad de contagio, lo cual sigue siendo motivo de atención.
Mientras tanto, el ‘SARS-CoV-2’ sigue ahí. Ya no con la misma fuerza que en los peores momentos de la pandemia, pero tampoco derrotado, lo cual no significa que haya que bajar la guardia, por lo que los científicos actúan, ahora, con más cautela ante las posibles amenazas de una pandemia que marcó un hito en la civilización al inicio de la segunda década del siglo XXI. (EL HERALDO)


