Cuidado espiritual en adultos mayores y sus facilitadores del cuidado
María Magdalena Delabra Salinas
La espiritualidad toma relevancia en la salud de la población en general, pero sobre| todo en adultos mayores (AM) porque puede influir de manera positiva en su salud física, mental o emocional. La espiritualidad constituye una herramienta de bienestar oportuna para hacer frente a las enfermedades (físicas y mentales) a medida que se envejece.
En países latinoamericanos, entre ellos México, la espiritualidad se aborda como una estrategia que aporta esperanza, contemplación de la vida y visión consciente de la situación que el AM y su facilitador del cuidado que están viviendo. Cuando se logra ese grado de bienestar espiritual, resulta favorable en la autotrascendencia tanto del AM como de quien otorga el cuidado.
El cuidado espiritual es un componente esencial de la salud en el que se considera a la persona como ser completo y su presencia es importante en el mundo. El profesional de enfermería puede identificar las necesidades espirituales de las personas que atiende a través del conocimiento científico y la intuición dentro del campo de las ciencias de la salud.
¿Cuáles pueden ser las estrategias de cuidado espiritual que se proponen para el bienestar del AM?
Existen varias estrategias, sin embargo, sólo mencionaremos tres:
- Entablar diálogo con el AM y tratar temas como: la historia de su vida, su situación de salud y familiar, sus emociones y sus necesidades espirituales, independientemente de la religión que se profese.
- Favorecer un ambiente de respeto, cordialidad, armonía y empatía.
- Mantener un espacio de limpieza, respeto, escucha, cariño para lograr que el AM se sienta tranquilo, en un espacio físico, mental y espiritual percibido como propio y único.
Respecto al diálogo, entablar conversación sobre el conocimiento de la situación que está experimentando el AM sobre sí mismo, sus emociones, su enfermedad, cómo se ve y se siente, permitirá construir un programa personalizado de avance paulatino con distintos escenarios para brindar cuidados dentro de un marco de respeto, lo cual es fundamental. No sólo se indaga sobre los padecimientos físicos y mentales propios del envejecimiento, sino que se abordan los aspectos espirituales. ¿Cuántas veces llegamos a querer brindar cuidados cruzando las líneas de la invasión, creyendo que lo que hacemos es lo correcto, y no consideramos lo que el AM experimenta?
Si nosotros como cuidadores entablamos ese diálogo con el AM, podremos abordar con ellos temas delicados que atañen en las personas en esta etapa final de la vida: puede tratarse de los pendientes que les gustaría concretar, lo que esperan de la familia, lo que les gustaría vivir y en qué entorno; cómo o qué favorecería su bienestar antes del último aliento de vida en el que el alma trasciende más allá del espacio físico visible.
Es decir, darle consuelo, ser compasivos y empáticos. Aunque para lograr esto no se requiere experiencia, sí es imprescindible contar con herramientas necesarias para brindar ese cuidado espiritual. Aquí es donde entra la intuición, esa voz callada e íntima que nos advierte que la persona autotrascenderá, al tomar consciencia de su vida, sus pensamientos y sus sentimientos intentando minimizar el sufrimiento.
Las personas que cuidan (facilitadores del cuidado o enfermeros) idealmente podrían facilitar estos espacios y momentos para atender y acompañar al AM en casa o en hospital. Auto reconocer la capacidad de cuidar que emana desde su interior; esa habilidad intuitiva, respetuosa, compasiva e incluso misericordiosa, que permea en una experiencia cíclica de confort espiritual, emocional y físico tanto para el receptor del cuidado, como para quien lo otorga.
Facultad de Enfermería “Dr. Santiago Valdés Galindo”
magdalena-delabra-salinas@uadec.edu.mx



