Al caminar por la Feria Internacional del Libro en Arteaga, durante su último día, encontré (o encontraron por mi) un libro publicado en Moscú, durante 1954, denominado “Obras tomo 7”, 1925, de J.V. Stanlin.
Al ojear esa edición publicada por acuerdo del Comité Central del Partido Comunista (Bolchevique) de la hoy extinta U.R.S.S. fue grato leer entre sus líneas referencia a la conmemoración del primero de mayo, fecha muy importante para la clase trabajadora en nuestro país, en especial para los movimientos sindicalistas.
Pero, sobre todo, vislumbrar que el libro, que no me es completamente ajeno, contiene algunos planteamientos sobre el partido, las elecciones, y la agitación política, en resumen, sobre la visión ideológica de aquel estado extinto y sus componentes, misma que debería ser ejecutada por aquellos integrantes de la URRS.
Al preguntar por el precio del libro, que por cierto se encontraba “revuelto”, entre otros libros en remate, me dijo el librero, a quien llamaremos “Macario”, para conservar su anonimato, que ese “venía en serie”, y sacó otros tomos relacionados, aun así, dejando la serie incompleta.
Al momento de darme el precio de los libros, me pareció que surgía cierta “incongruencia” en su persona, toda vez, que aquel vendedor, me decía que valían más, porque venían en serie, y esto, solo pareció cobrar sentido, en el momento en que yo me interesé por aquel libro abandonado.
En la política, también así se manifiesta la incongruencia, que no es otra cosa, más que la falta de sentido común o lógica, entre lo que se dice y lo que se hace, característica que parece ser propia no solo de los políticos, sino de la mayoría de los seres humanos.
Joaquín Sabina, describe esa incongruencia en muchos versos de la canción “Sin embargo”, por ejemplo cuando indica: “Y me envenenan los besos que voy dando, y sin embargo cuando duermo sin ti contigo sueño, y con otras si duermes a mi lado”.
Con lo que al menos, parece ser congruente con su incongruencia.
Por otro lado, recientemente murió “Pepe” Mujica, ex presidente de Uruguay, de los pocos políticos de izquierda, que se puede decir, que han vivido y se han desarrollado con congruencia ideológica.
De esos que viniendo de la clase trabajadora no le dan la espalda al barrio de su infancia, que conducen por gusto un automóvil austero, y de los que entienden que la política sin filosofía no vale nada.
De los que son de izquierda, y no viven especulando comercialmente, que no reciben pagos por publicidad, ni se la pasan dilapidando dinero público en vuelos, comidas lujosas o en botaneros.
De los que son de izquierda, y sí representan a los necesitados, de los que sí hacen valer lo que ganan mediante su trabajo en favor del pueblo.
Podremos estar a favor o muy en contra de las políticas impulsadas por aquel expresidente guerrillero, pero no podemos dejar de respetar o pasar inadvertida su congruencia ideológica, la cual, a dos semanas (circa) de la elección judicial en México, hace y hará mucha falta.
En primer lugar, por la falta de correspondencia, entre el sistema de división de poderes que debería imperar en la federación, y la posible intromisión de fuerzas políticas en el poder judicial a raíz de las elecciones, que conllevan el uso de estructuras partidistas.
En segundo lugar, por la falta de practicidad, en un ejercicio aparentemente democrático, donde se debe buscar que la ciudadanía “común” consiga altos índices de participación, situación que no será posible dada la complejidad de las boletas, el cambio de casillas habituales y el número de candidatos existentes.
Y finalmente, en tercer lugar, por la falta de congruencia en la preparación de muchos candidatos, que aspiran a conseguir lugares de alto mando en la estructura judicial, cuando no tienen experiencia alguna en la materia.



