Deja su huella basura digital

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Monterrey, NL.- ¿Te has preguntado qué se esconde detrás de una imagen o un video generados por inteligencia artificial?

No sólo hay máquinas entrenadas para imitar la inteligencia humana, también toneladas de materiales electrónicos que podrían acabar contaminando el ambiente, así como un gran gasto de agua y quema de combustibles fósiles para producir energía.

Es sabido que un carro genera dióxido de carbono que contamina el aire y que es importante reciclar para cuidar el Planeta, pero aún es poco conocido el impacto que hay con todas las herramientas y dispositivos digitales.

“Creemos que la digitalización no tiene impacto ambiental o que es muy poco”, señala Hugo Aldana Borromé, profesor del Departamento de Tecnología Sostenibles e Ingeniería Civil del Tec de Monterrey.

“Todas nuestras actividades que llevamos a cabo van a tener un impacto en nuestro medio ambiente”.

La digitalización ha ayudado a mitigar problemas como la reducción en el uso de papel, pero cada vez son más las personas que buscan estar conectadas y esto se traduce en mayor demanda de dispositivos, aplicaciones digitales, transmisión de datos, inteligencia artificial y tecnología blockchain que, en conjunto, ocasionando una “huella ambiental digital”.

El Informe sobre la Economía Digital 2024 (ONU) señala que en 2022 los centros de datos (donde se almacena la infraestructura informática) del mundo consumieron tanta energía como toda Francia ese mismo año, y se espera que esto se duplique para 2026.

Especialistas opinan que no se trata de salir del mundo digital -algo además poco viable-, sino conocer el impacto de nuestras acciones para tomar mejores decisiones.

CONTAMINACIÓN ‘INVISIBLE’

Un celular o una computadora no emiten dióxido de carbono como lo hace un carro. El impacto ambiental detrás de lo digital podría pasar desapercibido.

Todo comienza con la producción de dispositivos, para lo cual se requiere extraer recursos naturales. Por ejemplo, las baterías de los celulares y otros aparatos requieren metales como cobre, plata, oro y cobalto, que son sacados de minas.

“Para fabricar un teléfono o tablet voy a requerir plásticos y metales, y todo esto va a requerir extraerlo de la naturaleza y va a generar un impacto”, explica Aldana.

Además, en la producción de los dispositivos se necesitan grandes cantidades de agua y energía, que suele venir de la quema de combustibles fósiles.

Eso sin contar el impacto ambiental con la distribución de todos los productos hasta su punto final. Muchos provienen de otros continentes.

También hay que tomar en cuenta el tiempo de vida útil de un producto, pues para su funcionamiento requieren estar conectados a la electricidad, así como su conexión a redes de internet, que también requiere energía.

Los sistemas de almacenamiento, conocidos como “la nube”, se operan desde centros de datos que exigen grandes cantidades de agua para su enfriamiento.

“Si subimos un archivo a OneDrive o a Google Drive, no está flotando en el aire, está en una instalación física que parece una fábrica”, dice Oliver Probst, profesor de Energía Renovable en el Tec de Monterrey.

“Son fábricas con pasillos y pasillos de servidores, y estos consumen varios kilowatts de energía”.

Lo mismo ocurre con la inteligencia artificial. Por ejemplo, se estima que el entrenamiento del modelo GPT-3 de Microsoft, en sus centros de datos de Estados Unidos requirió 700 mil litros de agua potable para su refrigeración.

Sin embargo, las cifras sobre los gastos de energía no han sido fáciles de estimar. A nivel mundial existe una exigencia hacia los países y empresas para hacer mediciones más exactas y políticas públicas en el tema.

BASURA ELECTRÓNICA

¿Qué se debe hacer con un celular que deja de funcionar? Lo ideal es llevarlo a un centro de reciclaje, pero pocas veces ocurre así.

Celulares, pantallas y computadoras son parte de la llamada basura electrónica, que se está incrementando de manera considerable, y lo más preocupante es que una gran parte termina en tiraderos contaminando el ambiente.

Rodrigo Padilla, fundador de RCE (Reciclaje de Cable, Electrónica y Metales), una de las pocas empresas en la Ciudad dedicadas al reciclaje electrónico, señala que esta basura se incrementa de manera anual cerca de 5 por ciento y tiene una tasa de reciclaje de máximo 20 por ciento en países más avanzados.

“Aquí en México se habla de un 10 o 15 por ciento, en el mejor de los casos”, apunta.

“En México se produce 1 millón de toneladas aproximadamente, 9 kilos de basura por mexicano, y con la tasa de reciclaje tan baja se nos están quedando más o menos como 900 mil toneladas cada año sin procesar, que están enterradas, mal confinadas».

La razón por la que esta basura es altamente contaminante es porque en su interior tienen elementos como plomo y litio, explica, que al interactuar con la humedad se salen del aparato y entran en contacto con la tierra.

“El agua ayuda a transportarlo más rápido a los mantos acuíferos o se hace más volátil y se va inclusive hacia las nubes y cuando llueve nos cae”, detalla.

“O nos lo estamos tomando o lo estamos comiendo o nos está lloviendo”.

¿QUÉ HACER?

Tanto las autoridades como las empresas tienen una gran responsabilidad en el impacto ambiental de herramientas digitales, coinciden los expertos.

Pero los ciudadanos pueden hacer lo suyo.

La solución está en la economía circular, modelo que busca reducir el consumo de recursos y la generación de desechos.

Checa estas recomendaciones:

– Alargar la vida útil de los dispositivos para reducir emisiones.

– Reparar equipos antes de comprar nuevos para evitar desechos.

– Ser selectivos al adquirir nuevos dispositivos y evitar compras por moda.

– Llevar los dispositivos al reciclaje electrónico en vez de desecharlos.

– Reflexionar sobre el uso digital y evitar actividades con alto impacto ambiental y bajo beneficio.

(AGENCIA REFORMA)

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