CONSTRUYAMOS NUESTRO PROPIO RODAS

Lo que inicialmente era solo una promesa se convirtió en realidad: el presidente Donald Trump impuso aranceles a las importaciones provenientes de Canadá, China y México. Esta medida ha generado un fuerte debate debido a sus posibles repercusiones comerciales y diplomáticas.

La decisión ha provocado gran preocupación entre los exportadores mexicanos, quienes temen que sus productos pierdan competitividad en el mercado estadounidense. Sin embargo, debemos asumir una actitud de alerta, pero firme.

Aunque este tipo de conflictos comerciales suele causar alarma, también debe analizarse con cautela. En un mundo cada vez más globalizado, una acción de esta naturaleza afecta no solo a los países directamente involucrados, sino también a las cadenas de suministro internacionales.

La estrategia de Trump ha encontrado apoyo en ciertos sectores de su país, especialmente entre quienes abogan por proteger la industria nacional. Sin embargo, el mundo tiene dinámicas que escapan al control de cualquier nación, incluso una tan poderosa como Estados Unidos.

No es la primera vez que un país utiliza los aranceles como herramienta de presión política o económica. Desde los inicios del comercio mundial existen ejemplos notables. Basta recordar el Bloqueo de Rodas (305-304 a.C.): Rodas era un importante puerto y centro comercial del Mediterráneo oriental. Demetrio Poliorcetes intentó someterla para controlar sus rutas comerciales, pero fracasó. Como resultado, Rodas reforzó su papel como potencia comercial y erigió el famoso Coloso de Rodas para celebrar su victoria.

En tiempos más recientes, tenemos casos como la guerra comercial entre Estados Unidos y Japón en la década de 1980, así como las sanciones comerciales impuestas por la Unión Europea contra Estados Unidos en 2002. En todos estos escenarios, los efectos no solo repercutieron entre las naciones involucradas, sino también en otros países, demostrando la naturaleza interconectada del comercio global.

Históricamente, la reciprocidad ha sido una herramienta clave para fomentar el comercio internacional. A través de acuerdos como el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) de 1994, se establecieron principios fundamentales para el intercambio de mercancías, promoviendo la no discriminación y el trato equitativo entre los países miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

La reciprocidad no solo se limita al ámbito comercial; también ha sido fundamental en la consolidación de alianzas estratégicas. Un ejemplo claro es la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), donde los países miembros se comprometen a apoyarse mutuamente en situaciones de crisis militar, fortaleciendo las relaciones diplomáticas y fomentando un entorno de cooperación y confianza a largo plazo.

Por ello, queda por ver si la comunidad internacional, incluida la OMC, está preparada para responder de manera efectiva a estas tensiones y fortalecer las relaciones comerciales bajo principios claros y justos. Mientras tanto, no olvidemos que podemos, y quizá debemos, construir nuestro propio Rodas.

 

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El Heraldo de Saltillo
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