CAPITALES

México 2025: oportunidades, retos y perspectivas para un futuro competitivo

El año 2025 está llamado a ser un punto de inflexión en la historia económica y social de México. En un contexto global marcado por la disrupción tecnológica, la transición energética y las complejidades del comercio internacional, el país se enfrenta a un abanico de desafíos y oportunidades. En este sentido, es importante analizar las tendencias clave que definirán el panorama económico de México y su papel en el escenario internacional, desde el impacto del nearshoring hasta las políticas de sostenibilidad y los avances tecnológicos.

México se posiciona como un destino privilegiado para el nearshoring, gracias a su proximidad geográfica con Estados Unidos, su fuerza laboral competitiva y acuerdos comerciales estratégicos como el T-MEC. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el nearshoring podría impulsar el PIB del país en un 5% en la próxima década, una cifra que refleja su potencial transformador. Estados del norte, como Nuevo León y Coahuila, destacan como polos de desarrollo, atrayendo inversiones en sectores como el automotriz, aeroespacial y de dispositivos médicos. Estos sectores no solo representan una derrama económica significativa, sino que también fomentan la transferencia de tecnología y la creación de empleos especializados. Sin embargo, el éxito del nearshoring depende de resolver cuellos de botella en infraestructura logística, eléctrica y de transporte, aspectos que aún limitan la competitividad de México frente a otros países de América Latina y Asia.

Por otra parte, el compromiso de México con la sostenibilidad se verá reflejado en un aumento significativo en la generación de energía limpia. Se proyecta que para 2025, más del 30% de la electricidad provenga de fuentes renovables, con proyectos solares y eólicos liderando la transición en estados como Sonora y Coahuila. No obstante, este avance no está exento de retos. La modernización de PEMEX y la CFE será crucial para equilibrar el desarrollo de fuentes renovables con la necesidad de una infraestructura robusta. Además, la falta de un marco regulatorio claro y las tensiones entre inversionistas privados y el gobierno han ralentizado proyectos clave. Sin una estrategia coordinada, el riesgo de incumplir compromisos internacionales en materia ambiental podría erosionar la confianza de los mercados y obstaculizar la atracción de capital extranjero.

Asimismo, la digitalización y la adopción tecnológica son factores críticos para la competitividad de México en 2025. El auge de la inteligencia artificial, el big data y las soluciones de automatización presenta oportunidades significativas para optimizar procesos industriales, reducir costos y abrir nuevos mercados. El sector fintech es un claro ejemplo de esta transformación. México es líder en América Latina en la adopción de servicios financieros digitales, lo que ha permitido a pequeñas y medianas empresas acceder a créditos, métodos de pago innovadores y herramientas para la gestión financiera. Sin embargo, para aprovechar plenamente el potencial de la tecnología, el gobierno deberá cerrar la brecha digital que afecta a zonas rurales, implementando políticas de conectividad y programas de educación tecnológica.

Adicionalmente, es importante señalar que la excesiva dependencia de México en su relación comercial con Estados Unidos, que representa casi el 80% de sus exportaciones, es un riesgo que no puede ignorarse. El contexto geopolítico actual subraya la necesidad de diversificar socios comerciales hacia mercados en Asia y Europa. Países como Japón, Alemania y China ofrecen oportunidades para sectores como la manufactura avanzada, los servicios tecnológicos y la agroindustria. No obstante, para materializar estas oportunidades, México debe fortalecer su diplomacia económica y mejorar su infraestructura para cumplir con estándares internacionales.

El 2025 marcará un antes y un después para México, pero el éxito no está garantizado. Aunque las cifras proyectadas son alentadoras, el verdadero reto radica en transformar estas oportunidades en beneficios tangibles para toda la población. ¿Podrá México balancear su transición energética, diversificación comercial y modernización tecnológica mientras enfrenta problemas de inseguridad, falta de inversión en infraestructura energética y tecnología?

Hoy por hoy, la controversia surge al considerar el papel del gobierno en este proceso. Mientras que las políticas públicas son esenciales para establecer el marco adecuado, la percepción de ineficiencia y corrupción sigue siendo un obstáculo. Un ejemplo concreto es la falta de avances significativos en la modernización de PEMEX y la CFE, dos instituciones que deberían ser pilares del desarrollo energético. El futuro de México dependerá de la colaboración efectiva entre gobierno y sector privado, donde la transparencia y la innovación sean protagonistas. Más allá de los indicadores económicos, el reto es construir un país más equitativo, resiliente y competitivo en un mundo que no espera. ¿Está México realmente preparado para este desafío? Esa es la pregunta que definirá su camino en los próximos años.

 

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El Heraldo de Saltillo
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