Pobre México
Si no fuera porque en los hechos es bastante trágico, sería de risa para nuestro país el hecho de que Donald Trump haya ganado las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, y pronto estará de vuelta en la Casa Blanca, lo que presagia para México barruntos de tormenta, con todo y que la presidenta Claudia Sheinbaum haya publicado en sus redes sociales que la primera conversación que sostuvieron tras los comicios del martes, la de este jueves fue ‘muy cordial’ y que hablaron de la ‘buena relación’ que habrá entre los dos países.
En su pasada administración como mandatario norteamericano, Trump dejó muy claro su sentimiento antilatino en general y antimexicano en particular. Y no era necesario que lo admitiera, pero el entonces presidente mexicano estuvo siempre sometido a los caprichos del estadounidense, sobre todo con el tema del muro que se habría de construir para evitar la llegada de migrantes al vecino país del norte, y que éste sería pagado por México.
Quizá físicamente no hubo una construcción como tal, pero en todo momento Trump se mofó y burlo del ‘muro humano’ que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador estableció en nuestra frontera sur, para impedir que hermanos centro y sudamericanos se internaran en nuestro país con la intención de llegar al norte en busca del ‘sueño americano’.
El presidente norteamericano gritaba a cielo abierto el número de efectivos del Ejército Mexicano, la guardia nacional, el Instituto Nacional de Migración y otras dependencias, que el presidente desplego en los estados del sureste mexicano para impedir que hermanos latinos que venían huyendo de la miseria, las tiranías y la violencia en sus países de origen, pudieran llegar a la frontera sur estadounidense.
En su calidad de candidato e incluso como presidente electo, López Obrador invitaba a los migrantes a venir a México, porque aquí habría trabajo para todos, y se les otorgarían visas. La realidad fue otra porque para evitar la aplicación de aranceles a productos mexicanos que se llevarían al vecino país del norte, cedió en todos los sentidos, y los migrantes no solo no fueron bien recibidos, sino que fueron perseguidos, acosados, maltratados, detenidos, deportados, y hasta asesinados, porque no se puede llamar de otra manera la forma en que murieron quemados 40 migrantes en una estación migratoria en Ciudad Juárez, mientras los mantenían encerrados en celdas.
Con todo y lo que pueda decir la presidenta mexicana, el trato que Trump como mandatario ha dispensado a México, a su gobierno y a los mexicanos, no ha sido nada cordial. De hecho, previo a las elecciones advirtió –o amenazó- que una de las primeras acciones que realizaría como presidente sería llamar a Claudia Sheinbaum, de quien dijo no conoce, pero le han dicho que es una buena persona, para dejarle muy en claro que, si México no cierra su frontera norte al paso de migrantes y drogas, se aplicarán aranceles del 25 por ciento a todos los productos manufacturados en nuestro país y que quieran llegar al mercado norteamericano. Y en caso de que la medida no funcionara los aranceles se irían al 50 por ciento, y de seguir sin funcionar alcanzarían el 75 por ciento, o hasta el 100 por ciento.
Una de las muestras de la ‘cordialidad’ que nos espera es que Trump ha advertido a las grandes plantas norteamericanas que pretendían expandirse con plantas en nuestro país, serán severamente castigadas. Algunos dicen que esa medida es el pretexto ideal de Elon Musk, aliado de Trump, para no instalar la planta que, según el gobernador de Nuevo León, Samuel García se iba a instalar en Santa Catarina, en los lindes con Coahuila, y de lo cual no hay nada en concreto.
La frase de ‘Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos’, atribuida por muchos a Porfirio Díaz, pero sin ninguna certeza de que el ex presidente mexicano la haya acuñado, hoy cobra muchísima más vigencia que nunca.
Pero además pobre México, que tuvo que soportar seis años de un pésimo gobierno y cuyas consecuencias todavía no se nos muestran en plenitud porque sigue ‘la construcción del segundo piso’, que sería más bien la demolición del segundo piso de los cimientos del edificio democrático que llevó décadas levantar; y ahora encima de las amenazas internas que más temprano que empezarán a surtir sus efectos, sobre todo entre los más pobres (‘por el bien de todos, primero los pobres’), se nos viene encima esa enorme amenaza externa.
Para enfrentarla, la presidenta mexicana necesitará un cierre de filas de todos los partidos, de todas las corrientes, de todas las personas. Va a tener que hacer un gran llamado a la unidad. El problema es que los suyos, su partido, los integrantes de su movimiento, son expertos en desunir, en dividir, en confrontar. A ver cómo le hacen.
X= @JulianParraIba
Autor
- Es director del diario digital La Otra Plana y la revista impresa Metrópolis. En cuatro décadas de ejercicio periodístico ha trabajado en diarios como El Norte de Monterrey, La Opinión-Milenio en Torreón, Esto en la Ciudad de México y a.m. en León, Guanajuato entre otros; ha sido conductor en programas de radio y televisión. Es columnista en varios medios impresos y digitales de Coahuila y Durango.
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