COMO DECÍA MI ABUELA

“A la mesa y a la cama…”

Cuando éramos pequeños nos gustaba mucho ir a jugar a casa de mi abuela, pues nos dejaban salir a la calle y correr libremente. Jugábamos a los hilitos, las escondidas, la rueda de San Miguel, la trae, la roña, el stop y otros tantos juegos más. Cuando era hora de la cena mi abuela o alguna de mis tías salían a llamarnos, pero como suele pasar con los niños, entusiasmados por nuestro juego no queríamos regresar entonces mi abuela con un tono determinante decía «a la mesa y a la cama, una sola vez se llama» era el momento de regresar o sabíamos que nos quedaríamos sin la cena.

La edad más tierna que tenemos es la infancia, nuestros primeros años, aquellos momentos en los que se nos permite ser más libres donde podemos aprender, experimentar y generar un mundo interno que nos haga sentir seguros y permita el desarrollo de una personalidad sana.

Como lo establecen las teorías del apego como la de John Bowlby, teniendo un entorno seguro en nuestras experiencias tempranas al momento de desarrollarnos, tendremos en el futuro adultos más funcionales dentro de una sociedad cada vez más caótica. Por esto se vuelve urgente que las autoridades se involucren de una manera real y tangible con políticas que se traduzcan en un entorno libre de violencia para los niños, niñas y adolescentes de nuestro estado.

En el caso del dicho de hoy, la mesa y la cama, son lugares que nos llaman a cubrir necesidades básicas: el alimento y el descanso.

Sin embargo, esta llamada urgente también puede ser utilizada de manera metafórica a muchas otras áreas como el llamado que realizan en este caso las feministas de Coahuila, a través de diversas colectivas, que estamos convocando a todas las mujeres a manifestarse a favor de los lugares libres de violencia para nosotras.

Este llamado es especialmente urgente cuando hemos visto en últimas fechas, que la violencia en contra de las mujeres y las niñas no para, no cesa y al contrario aumenta cada día de una manera exponencial.

Cuando se observa que ante las injusticias nos encontramos con la ineptitud y la indolencia de las autoridades, ante nuevas asociaciones que intentan violentar a las maternidades.

Cuando no es prioritario señalar la violencia vicaria y vemos cada vez más casos en los que las autoridades omiten las medidas preventivas para que las adolescencias e infancias no sean rehenes dentro del campo de batalla que establecen los agresores por medio de simulaciones, denuncias y juicios en contra de las madres que lo único que hacen es representar los derechos de sus hijos al demandar una pensión alimenticia o la guardia y custodia.

Es en estos momentos en que se vuelve urgente y se llama a la participación, a la unión y a una manifestación al día 20 de octubre a las 4:30 en la explanada de la biblioteca de la Alameda, para exponer a los agresores y acuerpar a las víctimas de la violencia machista.

Así que como diría mi abuela “a la mesa a la cama y, (agregaré yo) a la marcha una sola vez se llama”; por todas por las infancias y adolescencias. Con los niños y las niñas no, ni una más, ni una menos, que no nos falte la digna rabia.

 

Autor

Leonor Rangel
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