Uno de los más grandes retos en la sociedad actual, tan llena de opiniones, puntos de vista y emociones predominantes, es el de poder tomar decisiones con conciencia y acordes a nuestros valores de vida.
Nos dejamos llevar, muchas veces, por la cantidad de información que inunda nuestra cabeza, avivando los miedos y frustraciones que se encuentran en la sombra más profunda de nuestros recuerdos; de ese modo, comenzamos a empatizar con personas que, lejos de permitirnos crecer, nos van arrastrando poco a poco a replicar sus conductas, sus frustraciones y su manera de pensar, sin darnos cuenta de que hemos estado recibiendo una siembra de pensamientos que ni siquiera van con nosotros y que disparan nuestras acciones inconscientes.
Desgraciadamente, muchas personas creen que lo primero que se les viene a la cabeza y se alinea con sus deseos, emociones del momento o incluso con sus frustraciones, berrinches y ansias de revancha, es lo que significa la verdad absoluta.
Esta desinformación provoca una limitación significativa: hemos perdido la capacidad de tomar decisiones con claridad y sabiduría, ya que desconocemos la verdad y solo estamos llenos de diferentes puntos de vista e intenciones ocultas en el mar de las redes sociales.
Como consecuencia, en ocasiones, nos encontramos arrastrados por puntos de vista que nos llevan a hacer cosas que jamás imaginamos que llegaríamos a hacer, adoptando puntos de vista o sistemas de creencias que jamás imaginamos que íbamos a adoptar y, por consecuencia, tomando decisiones que son ajenas a nuestro sistema de valores y nuestra visión de vida. Presas de ideales que no son los nuestros ni que contribuyen a generar un futuro prometedor para nosotros y mucho menos para quienes nos rodean.
¿A qué se debe ésto? A que nuestras neuronas espejo terminan replicando las conductas, creencias y actitudes de aquellos con quien compartimos más tiempo e información, ya sea personalmente o en programas televisivos, publicaciones o redes sociales.
Tenemos que tomar consciencia, con urgencia, de que nuestra mente filtra la información y se centra en aquello a lo que ponemos más atención y nos muestra sólo la parte de la realidad a la que prestamos atención. Así que me encantaría preguntarte: ¿A qué le prestas más atención ahora? ¿A los pensamientos constructivos o a los destructivos? ¿A la esperanza y el “cómo sí” o a sacar ventaja y los “no se puede”? ¿A contribuir o a ver sólo para ti?
La realidad no es buena ni mala, simplemente es… y nosotros las filtramos y le otorgamos un juicio de valor a través de nuestros pensamientos dominantes. Y si te dejas llevar por los pensamientos de alguien que está temeroso, resentido o tiene alguna agenda oculta, adivina qué: que sólo verás eso: sus juicios e interpretaciones. Y tu realidad se teñirá de lo que los demás deciden ver, y sus destinos comenzarán a convertirse en el tuyo también.
¿Cuál es la realidad que quieres generar?
Recuerda que somos el resultado de la forma de pensar de las cinco personas con las que más convivimos o pasamos el tiempo, ya sea en persona, en redes sociales, lecturas o en los grupos a los que acudimos.
Así que presta especial atención a la información que recibes, ya que, las decisiones que tomas, pueden verse influenciadas por las emociones y resentimientos de quienes te rodean. Permanecer cerca de personas que llevan cargas de resentimiento, puede hacernos vulnerables a sus percepciones distorsionadas de la realidad.
Este tipo de alianzas, en lugar de brindarnos claridad, pueden sumergirnos en un ciclo de desinformación y decisiones impulsivas, basadas en la necesidad de venganza o en la búsqueda de validación. Cuando permitimos que el resentimiento de otros guíe nuestras decisiones, corremos el riesgo de heredar sus conflictos y frustraciones.
Es esencial discernir entre nuestras propias emociones y las de aquellos con quienes interactuamos. Al hacerlo, podremos evitar pagar las consecuencias de decisiones tomadas desde un lugar de dolor ajeno, fomentando así un entorno más saludable tanto para nosotros como para los demás.
Y si deseas aprender a tomar decisiones basadas realmente en tus valores de vida y en construir un mundo mejor, te invito a que vivas coaching. En él aprenderás a tomar consciencia de tu sentido de vida y generar una visión imparable que te permita transformarte en una persona de alto valor para ti y para los demás.
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