ZAGAL

El Sonido como Condimento

El otro día salí a comer con mis papás. No es la primera vez, y espero tampoco la última, que lo hacemos. Como en otras ocasiones, escogimos un lugar y nos decidimos a ir para de manera casual platicar y ponernos al día.

Todo fue bastante común, o al menos así lo parecía. Sin embargo, esa tarde me percaté de algo que, aunque siempre estuvo ahí, no había notado antes. Y puede que alguno/a de ustedes ya lo había notado antes, pero sin llegar a ponerle nombre y apellido.

El lugar estaba lleno, incluso tuvimos que hacer una reservación para asegurarnos una mesa. Al llegar, todo fluyó con normalidad: nos sentamos, pedimos bebidas, y la convivencia avanzaba tranquila. Pero conforme brincamos de primer a segundo tiempo, noté un cambio en el ambiente de la mesa, y no, les juro que no fue por el tequila.

Seguíamos hablando de lo mismo, sentados en las mismas posiciones y con las mismas posturas; pero de pronto sentí una aceleración que se sentía hasta cierto punto natural. Fue en ese momento de ligero rush que empecé a observar más detenidamente el entorno. Todo parecía igual, excepto por un detalle: la música.

No me había dado cuenta de que el ritmo había cambiado; la música era más rápida, con un pulso más repetitivo que coincidía con lo que sucedía en el restaurante: los meseros, aunque ordenados, se movían con mayor velocidad, clientes llegaban y otros se iban. Fue entonces que me pregunté si la música tenía alguna relación con el ambiente del lugar, o solo era una coincidencia con el gusto del DJ.

La realidad es que, en efecto, existe una relación entre los sonidos extrínsecos y la experiencia gastronómica. Diversos estudios han demostrado que el sonido influye significativamente no solo en nuestro comportamiento como consumidores, sino también en como percibimos los alimentos.

Lo platicamos en un artículo anterior: al final del día, todo recae en la psicología. Y en mi curiosidad por saber si una canción hizo que un Chile en Nogada me supiera mejor de lo normal, me llevó a descubrir que esto no es una excepción.

Me explico.

El hambre es una función que le corresponde a la región del hipotálamo, que a su vez forma parte del sistema nervioso parasimpático. Este sistema es el ayuda a generar un estado de calma y satisfacción, que hacen que una convivencia sea más agradable.

Resulta que, los restaurantes buscan constantemente ese sweet spot donde la música estimule lo suficiente al sistema nervioso parasimpático para mejorar la experiencia del cliente, y al mismo tiempo aumentar la rotación de mesas, optimizando así su productividad.

Un ejemplo. En 2013, Chris Golub, responsable en ese momento de la música en las más de 1,000 sucursales de Chipotle -altísimo lugar- en Estados Unidos, comentó en una entrevista que durante las horas pico tocaban canciones con mayor BPM porque necesitaban que los clientes siguieran moviéndose.

Pareciera lógico entender la psicología detrás de la música en los restaurantes. Al fin y al cabo, los perros de Pavlov asociaron un estímulo auditivo con la comida. Sin embargo, es un tema más complejo, ya que otros factores, especialmente los sociales, también influyen y se le pudiera dedicar varios Zagales a cada uno de ellos.

Eso no quita que, por lo menos yo, la próxima vez que me siente en la mesa de un restaurante, estaré mucho más atento al condimento auditivo que acompañe la comida del lugar.

 

Reciban un saludo. Muchas gracias.

 

@dan_fdz

 

Maridaje

 

Musica:
 Scenes From an Italian Restaurant – Billy Joel

 

Lectura:

Working or Playing Indoors, New Yorkers Face an Unabated Roar

 

https://www.nytimes.com/2012/07/20/nyregion/in-new-york-city-indoor-noise-goes-unabated.html

 

 

Autor

Daniel Fernández
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