CÁPSULAS SARAPERAS

Casi casi todo estaba prohibido

En esta ocasión te platico de una prohibición que tuvimos en nuestra hermosa ciudad de Saltillo, aunque aún no era ciudad sino una villa con el nombre de Santiago del Saltillo, pues esto sucedió en el año de 1801.

Iniciaba el siglo XIX, esta tierra seguía siendo propiedad del rey de España, cuando al tercer día del año de 1801 se dio a conocer que el juez de la villa, quien era Andrés Antonio de la Mata y Cos, se había empeñado en lograr que nuestra ciudad fuera un poblado en el cual se restauraran las buenas costumbres, aunque debo de decirles que exagero, ya que prohibió a los Saltillenses blasfemar, también se prohibió jurar en vano en nombre de Dios, y por si fuera eso poco, a todo aquel que fuera sorprendido viviendo en amasiato sería sancionado. Además, se sancionaría a todo aquel que anduviera borracho, beodo, ebrio, embriagado, bebido, zocado, grifo, guaruso, peneque en la vía pública. Y ni que hablar de andar con la música en la vía pública, pero déjeme decirle estimada y estimado Saltillense que no se refería a traer el radio encendido, pues no existían aún, sino el juez se refería a no traer a los músicos callejeros tocando sus instrumentos y cantando por la vía pública, pues la Villa de Santiago del Saltillo no era ninguna cantina.

Por cierto, este reglamento no aplicaba para las visitas a la ciudad, pues déjeme decirle que la misma ordenanza prohibió estrictamente el hospedaje a cualquier forastero, y si los Saltillenses de aquel año tenía perros, estos deberían de ser encerrados por la noche y en lo que se refiere a los lechones, es decir, a los marranos, acertadamente el señor juez Andrés Antonio prohibió que anduvieran sueltos, pues se comían el trigo ajeno.

Por supuesto que el juez de la villa también contempló en su reglamento del buen gobierno el uso de las armas, prohibiendo portarlas salvo para se usaran para la defensa.

Pareciera que en Saltillo, cuando aún no era ciudad sino una villa de nombre Santiago del Saltillo, el juez estuvo a punto de prohibir hasta que comieran quienes habitaban aquelle pequeña pero hermosa población. Esta es una historia que afortunadamente no prosperó del todo, pero que vale la pena recordar pues un juez de nombre Andrés Antonio de Mata y Cos estuvo a punto de prohibir hasta respirar. Aunque lo de los marranos estuvo bien, lo demás si fue una exageración.

 

 

Autor

El Heraldo de Saltillo
El Heraldo de Saltillo
El periódico con mayor tradición en Saltillo.