Mientras los científicos siguen discutiendo si los animales entienden o solo sienten, como les contaba hace unas semanas, recientes investigaciones aseguran que los monos Tití, se llaman utilizando vocales que los identifican.
Esta capacidad cognitiva, parecida al uso de dialectos en humanos y que se creía solo tenían elefantes y delfines, fue descubierta en la Universidad de Tel Aviv que lo informó este 29 de agosto.
Y un video de Victoria Gill publicado el de junio por la BBC, que difunde interesantísimas notas sobre vida animal, asegura que los chimpancés usan insectos triturados y plantas para curarse.
Relata Gill, que haciendo papel de detectives investigadores observaron en los bosques de Uganda, a chimpancés que parecían heridos o enfermos para determinar cómo se curaban.
Y al detectar que alguno escudriñaba el bosque y comía, recogían muestras de la planta, la analizaban y publicaron sus hallazgos en la revista PLOS One, con el objetivo de ayudar a encontrar nuevos medicamentos para humanos.
La doctora Elodie Freymann de la Universidad de Oxford y jefa del equipo, explicó que, ante la imposibilidad de probar las posibilidades medicinales de todas las plantas, optaron por enfocarse en las más buscadas por los chimpancés.
Y durante los últimos cuatro años siguieron a los chimpancés de la Reserva Forestal Central de Budongo, concentrándose en los que mostraban signos de dolor, movieran el cuerpo de forma inusual o parecieran ir por algo que normalmente no consumían.
Captaron entre ellos a un macho con una extremidad gravemente herida y cojeando y lo vieron comer helecho Christella parasitica, que resultó tener potentes propiedades antiinflamatorias.
Enviaron muestras de esa planta y de otras 13 especies, al doctor Fabien Schultz de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Neubrandenburg, en Alemania; quien reveló, que el 90 por ciento de las plantas detenían el crecimiento bacteriano y un tercio, las inflamaciones; reduciendo el dolor y acelerando la curación.
Y mientras él las analizaba, los chimpancés enfermos y el que comía helechos en la selva, se recuperaron completamente.
“No podemos probar al 100 por ciento que haya sido por el consumo de esas plantas” dijo Freyman, pero resaltó la importancia del conocimiento medicinal que podemos obtener de los animales y la inaplazable necesidad, de preservar estas ‘farmacias forestales’.
Y el comportamiento de Natalia, chimpancé de 21 años que vive en el bioparc español de Valencia y cargó durante más de cuatro meses el cuerpo de su cría muerta, comprobó que sufren ante la muerte.
Un artículo de Darío Brooks de este 22 mayo también para la BBC Mundo, precisa que Natalia dio luz a esa que fue su segunda cría, en febrero pasado.
Parecía que todo iba bien, pero de un día para otro murió y su mamá la siguió llevando cargada mientras realizaba sus rutinas cotidianas.
Miguel Casares, director del establecimiento, declaró que la muerte pudo deberse a que no producía suficiente leche; que no aceptar el fallecimiento, es conducta común en hembras de chimpancés cautivas y salvajes y que los visitantes que vieron a la madre en duelo, reaccionaron con empatía y respeto.
Expresó que solo anestesiada podrían haberle quitado a su cría, pero Natalia pertenece a la subespecie de chimpancés p.t. verus, una de las más amenazadas de extinción y cuyos miembros son muy unidos y como el grupo no se le separó, hubieran tenido que sedar a varios de la familia.
Y aunque la cría pasó por una fase de descomposición, los chimpancés tienen un fuerte sistema inmunitario “y dejamos a su decisión el momento de separarse”.
El personal del parque estuvo pendiente de explicar a los visitantes que la muerte es parte de la vida y eso mismo, puede pasar en otros grupos de grandes primates y de elefantes.
Y pasa también en perros.
Mi chihuahua Pingüica tuvo en su primer parto, 3 perritos; una de las dos hembritas, murió al día siguiente, pero ella no se resignaba.
La llevaba en el hocico a todas partes, gruñía si intentaba quitársela y se le montaba en la panza para masajearla; hasta que finalmente, la arrojó de su casita entre aullidos de tristeza.
Así es el duelo animal.
Y los que seguramente estarán de duelo, pero por razones económicas, son los daneses propietarios de vacas, ovejas y cerdos; porque deberán pagar impuesto por cada gas, que se tire su ganado.
Según reportó Jan M. Olsen de la agencia AP, este “impuesto a la flatulencia”, que no explicó cómo será medido, se empezará a cobrar en 2030 porque el metano que expulsan es uno de los gases que más contribuyen al calentamiento global.
Autor
Otros artículos del mismo autor
- OPINIÓN20 noviembre, 2024IGLESIAS ABANDONADAS
- OPINIÓN13 noviembre, 2024CON CARA DE PALO
- OPINIÓN6 noviembre, 2024SOLUCIONES FÁCILES
- OPINIÓN30 octubre, 2024PODEROSOS CASTIGADOS