EL MILAGRO QUE GENERA EL PODER SER VISTOS

Cada ser humano posee, dentro de sí, una gran bondad; una luz inextinguible y un potencial interior encaminado a la grandeza. Y, cada uno de nosotros, requerimos los ojos de los demás para poder ver y encontrar el brillo que se encuentra en nuestro interior.

A través de los ojos del otro podemos ensamblar un significado de quienes somos; y, de la manera en que sentimos que los demás nos perciben, encontramos un significado de quiénes somos. De esa manera llegamos a conocernos.

La mayoría de nosotros no estamos educados en el autoconocimiento, poder conocernos a nosotros mismos viendo lo que hay dentro; sino que, a través de los acontecimientos y las reacciones que provocamos en los demás, nos formamos una idea de quienes somos. Y no sabemos que, en realidad, cada persona interpreta según quienes son ellos mismos. Y llegamos a creer, equivocadamente, que, la manera en que nos juzgan y etiquetan, ya sea para bien o para mal, representa realmente quiénes somos.

Y de pronto, inesperadamente, llega una mirada limpia de sus juicios e interpretaciones, que puede ver, de manera  pura, nuestra luz interior, el valor y el potencial que se encuentra enterrado bajo la lápida de las etiquetas que hemos recibido… y volvemos a brillar, procedemos a conocernos y a ser quienes realmente somos.

¿Por qué te digo ésto? Porque pienso que requerimos con urgencia aprender a ser espejos puros que reflejen la verdad del otro: su luz interior.

Me entristece profundamente ver cómo cada día hay más jóvenes perdiéndose en las adicciones, en la delincuencia… y tantas familias y parejas rotas porque sólamente vemos en ellos lo que queremos ver, o incluso ni siquiera los vemos…

En cada persona que ha acudido a mi con el alma quebrantada y los sueños rotos, existe una profunda luz que, al sentir que es percibida, vuelve a encenderse y se produce el milagro: el milagro de brillar nuevamente, sólamente por ser percibidos, por ser vistos… POR SENTIR QUE EXISTEN…

Frente a esa persona que tanto te molesta, ¿has tratado de ver lo bueno que hay en ella?

Todos somos un conjunto de luz y oscuridad, y mientras vivamos en este mundo de contrastes, tenemos la oportunidad de decidir en cuál nos queremos enfocar.

¿Has sentido, en alguna ocasión, cómo al ser visto sientes que eres bueno, que puedes cambiar? Cuando reconocemos el bien en el otro, sus buenas intenciones que, aunque con elecciones equivocadas, lo impulsamos a que su enfoque vaya hacia eso, HACIA EL BIEN QUE HAY DENTRO DE ÉL. Y, sin miedo a equivocarme, pienso que, cuando te percibes visto, sientes empatía, compasión, misericordia, y comienzas a ver eso que incluso no era claro para ti.

Comencemos a ser espejos puros. ¡Cuánta falta nos hace alguien que nos ayude a descubrir la luz en nosotros mismos, a confiar en nosotros mismos a través de su mirada! Rescatemos a las personas perdidas que sólamente requieren que las veamos, que las entendamos… y comienza por las personas más cercanas: tus hijos, tu pareja, tu jefe, tus amigos… a esa persona que, a pesar de su dolor, trabaja diariamente para llevar lo mejor a quienes le rodean, que trata de hacer lo que puede con las herramientas, a veces cortas, para poder sobrevivir ante el desprecio y el rechazo.

Y, sobre todo, comienza por ti… mírate al espejo y di un “te amo”, “muéstrame tu grandeza”. Experimentarás cómo el vacío comienza a llenarse de un amor profundo, ese amor que te mereces; para que después puedas compartirlo con los demás, y ser esa persona que salvó un alma, primero la tuya y luego la de otro. Entonces podremos convertirnos en la sociedad que tanto anhelamos, una sociedad que se apoya, que se nutre, en la que nos reconocemos unos a los otros, potenciando la grandeza que cada uno tenemos, y uniendo esfuerzos para poder vivir el Cielo en la Tierra.

 

“Yo te veo”…

 

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