La alta-dominancia de López Obrador explica mucho
Muchas personas, especialmente en los estratos de élite, ven a la política como un proceso racional de decisiones. Sin embargo, repetidamente se sorprenden cuando populistas altamente emocionales y poco racionales llegan al poder y, a pesar de todo, continúan teniendo a millones de seguidores. Entre las emociones que generan un alto arrastre popular está la dominancia, ciertamente, muy usada por López Obrador.
“La política es una competencia de dominancia, …”, declara M. Steven Fish, académico de la Universidad de Berkeley. “…y el Sr. Trump es un ávido e implacable practicante de ella”, continúa. Lo mismo podríamos decir del Sr. López Obrador: ¿Alguien recuerda cómo innecesariamente salió a recibir a la presidenta-electa Claudia Sheinbaum en Palacio Nacional, rodeándola con su brazo y plantándole un beso en la mejilla? Difícil pensar que fue afecto de un presidente que ha calumniado reiteradamente a las madres-buscadoras, o de un presidente que se negó a recibir un beso de Javier Sicilia, quien profesa la caridad cristiana y cuyo hijo fue secuestrado y asesinado. No fue cariño hacia la presidenta-electa, sino un acto de falta de respeto y de alta dominancia.
Pero pedirles a los políticos –y más a los jefes de Estado– que no sean dominantes es pedir lo imposible e indeseable. Por ello Steven Fish habla de una dominancia autocrática, y una dominancia liberal: está última es aquella ejercida por líderes que “obedecen la ley, dicen la verdad, y honran los valores liberales”, como Franklin Roosevelt o Martin Luther King Jr., a quienes el presidente dice admirar. Sin embargo, López Obrador no se puede encontrar más lejos de ellos. Porque sobran ejemplos de cómo el presidente ha violado la Constitución y la ley, de cómo dice innumerables mentiras sin reparo alguno, y de cómo se empeña en reemplazar el liberalismo en México: la última, con su reforma para eliminar la independencia del INE, el Tribunal Electoral, y el Poder Judicial.
“Los líderes de alta-dominancia moldean la realidad”, declara el autor. Abrazan el conflicto, no juegan a la defensa y exhiben seguridad en sí mismos, inclusive, cuando persiguen metas impopulares, afirma. Sin embargo, a diferencia de la dominancia liberal, los líderes autocráticos crean realidades que no existen: los mexicanos votaron por Morena en 2024 porque López Obrador les hizo creer que el país va por buen camino, cuando el deterioro es significativo. Los “apodos despectivos” que usaba Trump “encantaban” a todos quienes lo veían, provocando mayores niveles de atención de parte de las audiencias, afirma el académico. Pensemos en las mañaneras, y en los ríos de declaraciones denigrantes de parte del jefe de Estado mexicano.
Un presidente de dominancia implacable, espíritu autocrático, y especialista en crear realidades alternativas se retira, en teoría. Muchos seguirán pidiendo su cobijo autoritario. Claudia Sheinbaum no será reemplazo alguno.
@FernandoNGE
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