Todos llegamos a esta vida con un propósito. Sería absurdo creer que venimos a este mundo como un accidente o escupidos al ahora sin un sentido, sin un “para qué”. Como seres humanos únicos e irrepetibles, todos tenemos un valor único, una manera única e irrepetible que, en toda la eternidad, nadie va a manifestar como nosotros en este mundo. A su vez, siendo parte de la creación, ese propósito constituye una pieza esencial en el engranaje de la vida.
El sentido y propósito de mi vida SIEMPRE se va a manifestar y tratar de llevar a cabo, ya sea de manera consciente o inconsciente. La vida, Dios, el Universo, o como tú quieras llamarle, siempre va a corregir el rumbo cuando nos perdamos, y se encargará de ponernos en el camino adecuado, para conservar el orden y el propósito para el cual llegamos. De esta manera, también permanecemos alineados a los propósitos de quienes son nuestros compañeros de camino y de la orquesta de la vida.
¿Estás consciente de cuál es tu propósito?
Para poder estar en sincronía con la vida, requerimos cultivar nuestra dimensión espiritual, independientemente de las creencias religiosas que elijamos seguir. Si cultivo mi vida espiritual, seré más consciente y será más claro para mí el rumbo a seguir, y podré fluir con más armonía y paz. En cambio, si no la cultivo y no estoy consciente, comienzaré a manifestar, de manera INCONSCIENTE, ese deseo de la existencia a través de una ruta marcada a través del DOLOR. Sentir dolor será una ayuda para entender, recuperar el rumbo y crecer en armonía con el flujo eterno de la vida.
El error más común ocurre cuando, en vez de tomar conciencia y conectar con el propósito de lo que me está sucediendo y encontrar el rumbo, pretendemos deshacernos de aquello que nos duele, que nos limita y debemos sanar, sin escuchar su mensaje.
Entonces, cuando pensamos que “borramos” el dolor de nuestra vida, evadiendo su invitación a hacer un cambio, ese dolor se vuelve a manifestar de manera cada vez más fuerte, gritándonos y alertándonos, hasta que le hagamos caso. Es decir, volvemos a vivir el mismo infierno pero con diferente diablo. Si no retomamos el rumbo, repetimos patrones y vivencias, sentimos que nos quedamos estancados o llegamos a creer, erróneamente, que estamos maldecidos o que no servimos.
En otro caso, muchas personas no realizan el cambio porque quedan atrapadas en las reglas, los deseos y las intenciones que no vienen de su interior, sino de las voces externas. Existe mucha presión social y familiar desde que nacemos; nos adaptamos y aprendemos a sobrevivir, mas no a vivir.
En ocasiones viviremos crisis tan fuertes que, si las aprovechamos para tomar consciencia y conectarnos espiritualmente, nos permitirán tener claridad y entender que, tal vez, estábamos viviendo una vida muy pequeña, o la vida de otros. Y es, precisamente, en ese momento, cuando empezamos a despertar.
Recuerda que, los problemas que tenemos en el mundo material, no existen en un nivel superior de consciencia. Al cultivar la vida espiritual, puedo traer de ese nivel superior, las respuestas y las soluciones adecuadas y comenzar a vivir sin sufrimiento, sino a través del crecimiento. Tal vez con dolor, puesto que es parte de la vida, pero en un estado en el cual la constante es permanecer en un estado de PAZ. Cuando esa dinámica se habilita en nuestro interior, no hay nada en el mundo que pueda impedir nuestro destino. Comenzamos a irradiar nuestra luz interior iluminando nuestros horizontes y compartiéndola con los demás. Empezamos a ser más felices, encontramos un sentido y vemos que todo se orquesta y sincroniza a nuestro favor. Las puertas aparentemente cerradas se abren, y las que no contribuyen a nuestro más alto bien, se cierran. Entendiendo que, cada cosa que nos sucede, es porque estamos protegidos.
Recuerda que el sentido de la espiritualidad va más allá del cumplimiento de normas y requerimientos. Implica un trabajo interno y personal. Requiere de una conexión íntima con un Ser Superior, tenga el nombre que tenga, y conocerle, amarle y dejarme amar también. Más que un dogma de fé se convierte en una certeza, la certeza de saber que ese Ser Superior existe porque ya lo conozco, es parte de mí y está conmigo en todo instante.
Así que, mi invitación este día es a que te adentres a cultivar tu vida espiritual, a recobrar el sentido. De esta manera vivirás una vida más plena, alineada y consciente. Sabrás que eres parte esencial en este mundo y que tienes un propósito. Te sentirás amado, guiado y protegido. Entonces, ¿cuál será, a partir de hoy, el mayor suceso de crecimiento espiritual en tu vida?
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