Millones de personas que hemos estado cerca de animales, sabemos que nos entienden, quieren, extrañan y buscan; que sienten celos, captan lo que queremos y entienden lo que les decimos; que nos cuidan, procesan lo que pasa a su alrededor y aprenden nombres y comportamientos; que agradecen, recuerdan cosas y evitan repetir lo que les causa dolor.
Y que se dan cuenta cuando sus fuerzas declinan y no se empeñan en seguir al frente de sus manadas, como varios humanos que conocemos.
Todo eso, podría llamarse conciencia.
Y el término, que ha sido rechazado por la comunidad científica desde tiempos de Charles Darwin, está de vuelta gracias a recientes investigaciones.
A las que se refirió este 19 de junio el corresponsal de Ciencias de la BBC, Pallab Ghosh en su artículo ¿Son conscientes los animales?
Empezó recordando que Darwin sostuvo “No existe diferencia fundamental entre el hombre y los animales, en su capacidad de sentir placer y dolor, felicidad y miseria”.
Y agregó una lista de investigadores que están llamando a pensar con seriedad, en la conciencia animal.
Jonathan Birch de la London School of Economics, sostiene que los pulpos huyen del dolor y los cangrejos de río sufren “ansiedad”, al recibir descargas eléctricas leves y se calman con anti ansiolíticos.
Y que no solo animales de desarrollo avanzado como simios y delfines tienen conciencia; también, criaturas tan simples como serpientes, cangrejos y moscas de la fruta cuyo sueño se altera con el aislamiento y peces que se reconocen en el espejo.
Lo que me llevó a pensar, en mi pececito rojo que subía a lo alto del acuario cuando me acercaba para que le sobara el lomo y echaba gorgoritos al ver su reflejo.
Lars Chittka profesor de la Universidad Queen Mary de Londres y experto en el comportamiento de las abejas, asegura que reconocen rostros, pueden contar, señalan con su vuelo donde hay más y mejores flores, modifican su actuar tras un trauma y disfrutan rodando bolitas de madera.
Y no solo ellas, juegan así; en el rancho de Matías, los ratones que vivían en el entretecho se entretenían rodándose nueces.
Pero la doctora Monique Udell de la Universidad Estatal de Oregón, piensa que no puede definirse como conciencia, la habilidad en tareas particulares y que se requiere más investigación y en más especies; lo que implica más dinero, algo que siempre escasea.
Existe, además, la dificultad para llegar a conclusiones que satisfagan a todos; porque entre los científicos no hay siquiera acuerdo, en lo que significa “estar consciente”.
Y como el concepto es diferente para cada persona, el profesor Stevan Harnad de la Universidad de Quebec, prefiere la palabra “sintiencia”.
Para Kristin Andrews, profesora de filosofía y experta en mentes animales de la Universidad de York en Toronto, el hecho de que la mayor parte de los estudios sean en monos, ha impedido conocer la conciencia más básica de pulpos o serpientes.
Ella impulsó la Declaración de Nueva York sobre la Conciencia Animal firmada a principios de este 2024, por 286 investigadores; que dicen es “irresponsable” negar la conciencia animal y piden aceptarla para fijar reglas que los protejan.
Varios países tienen leyes de Bienestar Animal que reconocen experimentan sed, hambre, dolor, placer, miedo, consuelo, alegría y excitación.
Francia fue pionera con su Ley de Protección de la Naturaleza de 1976 y en 2015, modificó el Código Civil que pasó de ver a los animales como “bienes muebles” a “seres vivos”.
Nueva Zelanda amplió en 2015 su Estrategia de Bienestar Animal aprobada en 2013.
Suecia proclamó en 2018 la Ley de Bienestar Animal que les da valor intrínseco, independientemente del beneficio que dan a los humanos.
La legislación española que los catalogaba como “objetos”, se reformó en 2021 para afirmar que son miembros de la familia, con derecho a no sufrir angustia.
El Reino Unido aprobó la Ley de Bienestar Animal en abril del 2022.
Estados Unidos no tiene legislación animal, pero algunos estados penan la crueldad.
Perú legisló sobre animales con dueño, sin incluir los silvestres.
El Código Penal de Canadá hace referencias al dolor animal, pero deja la decisión de su protección a provincias y territorios.
México tiene la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, la de Vida Silvestre y Ley Federal de Sanidad Animal.
La más avanzada es la legislación de la Ciudad de México, que establece su derecho a recibir trato digno y respetuoso.
Razones económicas son seguramente el motivo, para que estas leyes aún no se hayan reflejado globalmente.
Y es que al admitir que sufren si son maltratados, habría que prohibir las granjas que los crían enjaulados en mínimos espacios, sin respetar su bienestar mental y emocional.
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