La democracia implica aceptación del pluralismo y de la diversidad; tolerancia y dialogo; autonomía de la política y respeto y responsabilidad institucional. En una democracia moderna no es suficiente que los gobernados estén representados. La proximidad y conexión entre representados y representantes, entre elegidos y electores, constituye un elemento primordial en la legitimidad de los actores políticos, el sistema político y su eficiencia social.
Los procesos electorales dan la oportunidad a los ciudadanos para seleccionar a sus gobernantes y, se ha dicho, son una evaluación que se hace de quienes los gobiernan. La reciente jornada electoral en nuestra república es un claro ejemplo de ello. Y el análisis de los resultados en cada una de ellas corresponderá tanto a gobernantes como a partidos políticos.
Un gran análisis de conciencia queda en ellos, como instituciones políticas y como administradores de la cosa pública. En toda organización hay que distinguir la cuestión del poder objetivo de la organización de la del poder subjetivo sobre la organización y la del poder subjetivo de la organización. El poder de la organización es la capacidad de acción del todo, según su volumen y contenido, en cuanto acción que se desarrolla hacia adentro y hacia afuera por la organización combinada de todos los miembros de la misma.
Este poder objetivo puede medirse objetivamente hasta cierto punto (crédito, probabilidad de obediencia), pero no cabe localizarlo en ningún miembro particular de la organización en su totalidad. (Hermann Heller. Teoría del Estado. FCE).
Dice Maurice Duverger que del mismo modo que los hombres conservan durante toda su vida la huella de su infancia, los partidos políticos sufren profundamente la influencia de sus orígenes. Visto así, tal vez hasta un psicoanálisis será necesario practicar al interior de los partidos.
La pertinencia del tema es porque los partidos políticos se han vuelto esenciales para la democracia; por lo que su legitimación constante es fundamental para su adecuado funcionamiento. La modernización democrática del país debe iniciar por los propios partidos, como instrumentos atractivos para el compromiso y participación.
Su organización interna, sus procedimientos de actuación y toma de decisiones, además de sus mecanismos de financiamiento, son los aspectos que pueden incidir más en el alejamiento de los ciudadanos de ellos.
Para que los partidos se conserven como eficaces instrumentos de participación política, es necesario, entre otras cosas, que regulen y trasparenten los derechos y deberes de sus afiliados; la designación democrática de los órganos internos de dirección; la elaboración de las candidaturas a los cargos públicos representativos y las garantías en los procesos internos.
En esta coyuntura, ese debería de ser el quehacer de los partidos, solo así podrán ir al reencuentro con los ciudadanos. Las pasadas elecciones son el gran objeto de trabajo para iniciar la reflexión.
José Vega Bautista
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