Monterrey, NL.- Adrián se dio cuenta de que tenía un problema cuando la única forma de concentrarse en el trabajo era escuchar de fondo videos de TikTok.
Hace meses que el muchacho con 25 años de edad siente una dependencia al mundo digital: actividades tan rutinarias como planchar su ropa o bañarse se vuelven aburridas y complicadas de realizar si las redes sociales o la música no están presentes.
“No recuerdo cuándo fue la última vez que comí sin el celular”, dice sorprendido.
Adrián no está solo. Esta problemática podría ser una característica de lo que algunos llaman “la generación más sobreestimulada de la historia”.
Basta levantar la mirada del celular para observarlo: son muchas las personas que, gran parte del tiempo, están inmersas en el mundo digital.
Esto va más allá de pasar muchas horas frente a la computadora, la televisión, los videojuegos o el celular: lo virtual se vuelve cada vez más parte de lo real.
Caminando o haciendo ejercicio con música en los audífonos, escuchando podcasts al conducir, comiendo con series de fondo, deslizando el dedo por horas en redes sociales antes de dormir…
“Estamos viviendo en una era nueva”, señala Masaya Okamoto, especialista en mindfulness e investigador del Instituto de Ciencias del Bienestar Integral del Tecmilenio.
“Es un futuro inevitable donde todos los seres humanos vamos a estar expuestos a la sobreestimulación de información y estímulos digitales”.
Una encuesta de NordVPN en 2023 encontró que los mexicanos pasan más de 89 horas a la semana usando internet, lo que equivale a cuatro días.
Y lo que preocupa a los especialistas es el daño que este modo de vida puede tener, como el hecho de que para algunos se vuelve cada vez más difícil pasar un breve instante sin contacto con dispositivos electrónicos.
CAMBIOS CEREBRALES
A cada instante, el ser humano recibe estímulos a través de los sentidos como el color de las flores, el sonido de los autos, el sentir del viento y el aroma de la comida.
El cerebro es capaz de discriminar aquellos que no son tan necesarios en el momento, para así concentrarse en lo más importante.
Pero en la era digital, cada vez son más los estímulos a los que se está expuesto: basta un clic para acceder a nuevas noticias, videos, juegos, películas, música.
“Con tanta información que nos llega al cerebro, el sistema nervioso se desequilibra”, apunta Okamoto.
Una de las principales consecuencias es la alteración de la concentración, pues el área del cerebro encargada de atender los estímulos exteriores se satura.
El impacto se ve en las aulas, donde los profesores observan cómo los estudiantes tienen cada vez menor capacidad de atención.
“Las capacitaciones en educación nos dicen que el margen de atención de un alumno es de alrededor de tres minutos”, apunta María Angélica Limón García, profesora de la Escuela de Psicología de la Universidad de Monterrey.
“Tienes que ser muy activo para poder sostener la atención”.
Un exceso de estímulos también puede llevar a disminuir la paciencia, añade la psicóloga, una urgencia por la inmediatez y poca tolerancia a la frustración.
“Me di cuenta que era una reacción de mi impaciencia en un nivel extremo”, comparte Adrián sobre su experiencia.
“Si se tardaba tres segundos en cargar la página (de internet), yo ya estaba volviendo a abrir la aplicación para empezar a ver la red social”.
EFECTOS NEGATIVOS
Si un adulto puede sufrir este tipo de consecuencias, ¿qué pasa en los niños que crecen inmersos en las pantallas?
Existe un término llamado “plasticidad cerebral”, que hace referencia a la capacidad de las células nerviosas para regenerarse, con el fin de adaptarse mejor al entorno. Es muy importante, sobre todo en la infancia, y se logra justo con la estimulación ambiental.
Pero cuando se sobreestimula en los primeros años de vida y se hace de una manera incorrecta -con un exceso en pantallas, por ejemplo-, se forman conexiones neuronales que no son útiles, y además, no se crean otras que sí se necesitan, indica Héctor Ramón Martínez, director del Instituto de Neurología y Neurocirugía de TecSalud. “¿Qué sucede? Que estamos formando niños que tienen defectos de atención, concentración, memoria, trastornos del aprendizaje”, explica el especialista.
“Han tenido un sobre estímulo visual, auditivo, vibratorio, y eso les genera una pérdida muy significativa tanto de la atención, motivación, curiosidad”.
Con el paso de los años, esto se ve reflejado en otras habilidades sociales, de lenguaje, socioemocionales y motrices.
SALIR DEL CICLO
Si tanto daño hace estar en contacto constante con lo digital, ¿por qué no dejar de hacerlo? Uno de los problemas es que se vuelve una especie de adicción.
“Es un circuito de dopamina”, apunta Okamoto. “El cerebro cada vez busca más estímulos constantemente y entonces genera un círculo vicioso”.
Seguro muchos se identificarán con esa necesidad de estar revisando de manera constante el celular, aunque no haya nada pendiente por ver ahí.
Llega un punto en que, para algunos, se vuelve difícil pasar un momento en silencio y como consecuencia, el cerebro nunca descansa.
Como consecuencia, coinciden los expertos, surgen problemas físicos, mentales y emocionales que refuerzan el ciclo.
“A consecuencia del mal dormir, no me puedo concentrar, no puedo poner atención, no puedo tomar buenas decisiones”, apunta la psicóloga Limón.
“Y se hace un círculo vicioso de todos los días porque llegó a casa cansado y me pongo a ver televisión o me pongo a jugar en el celular”.
El daño puede ser más fuertes con el llamado multitasking, explica Okamoto, pues se incrementa la producción de la hormona del estrés, el cortisol.
No se trata de dejar de usar el internet ni detener los avances del mundo digital, coinciden los especialistas.
La recomendación es encontrar el balance. Prácticas de relajación como mindfulness, buscar encuentros físicos, pasar momentos en silencio y dedicar espacios sin contacto con aparatos tecnológicos pueden ayudar.
Si resulta muy difícil hacerlo realidad, dice la psicóloga Limón, se puede iniciar con algo simple: sentarse a comer sin el celular.
Por algo se empieza.
¿Demasiadas pantallas?
Expertos señalan que pasar demasiado tiempo con dispositivos electrónicos pueden elevar el estrés, y como resultado, experimentar:
– Irritación
– Dificultad para relajarse
– Fatiga
– Dolores de cabeza
– Problemas para dormir
– Visión borrosa y ojos secos
(AGENCIA REFORMA)
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