Los errores comunicacionales ante la debacle de Otis en Acapulco
Cuando se trata de desastres naturales, los gobiernos en automático entran en modalidad de crisis comunicacional. En ese momento se debe transmitir anticipación, eficiencia, empatía y sobre todo control de la situación. Pero en el caso del huracán Otis, que afectó a Acapulco, ha ocurrido todo lo contrario. Vamos por partes.
Primero, la ausencia de las autoridades en las primeras horas de la debacle. Lo lógico hubiera sido que en la mañana del 25 de octubre la gobernadora Evelyn Salgado emitiera los primeros mensajes de información y cuantificación de los daños, mientras que el presidente concluyera la mañanera y pudiera desplazarse en helicóptero a Acapulco. Pero no, ni una, ni el otro. La gobernadora ausente y al presidente se le ocurrió llegar en camioneta, sabiendo que la carretera estaba cerrada. Obvio, buscando la foto.
Segundo, al ver que no podía pasar, vino más montaje, «vámonos en un jeep del Ejército», que quedó atascado a los pocos metros de haber arrancado. Si quería una foto de cercanía, se ganó una avalancha de memes por la pifia del “atascón”. Esa imagen en medio del lodo, con los militares tratando de rescatarlo y sus secretarios viendo inútilmente la escena lo va a perseguir aun después de su sexenio.
Tercero, salvar la imagen antes que salvar a la gente. Al día siguiente, en medio de la tragedia, el presidente se dedicó a hablar de su popularidad y acusar de buitres a quienes lo critican por haberle metido mano al FONDEN. Una vez más, llevar las cosas al plano político para no hablar de la crisis de gobierno. Y la cereza del pastel: su declaración de que «tuvimos suerte porque solo murieron 27 personas», muy empático el comentario.
Y cuarto error, centralizar la ayuda en las fuerzas armadas. Si bien, los militares mexicanos son expertos en asistir a la población en caso de desastre, el excluir a la sociedad civil de poder ayudar es un terrible mensaje fuera de Acapulco, y siembra dudas sobre si realmente los donativos llegarán a la gente necesitada, o si serán usados para seguir creando clientelismo político en miras a la elección del 2024.
Claramente la crisis ha rebasado al presidente, no por la magnitud del desastre, sino porque está tratando de aplicar la misma estrategia comunicacional de gobierno, léase defender su aprobación, atacar a quienes se oponen a sus decisiones, militarizar las operaciones, y justificar la falta de resultados culpando al pasado.
Pero en este caso, toma tu champotón, porque la zozobra supera a su narrativa. Ante la tragedia, la gente solo quiere cercanía, solidaridad y resultados. Y en su lugar ve devastación, rapiña y ausencia de la autoridad. No hay mañanera que alcance para tapar la realidad, y menos si se actúa pensando políticamente por encima de lo humanitario.
Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael
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