A LA BÁSCULA

Se parecen mucho 

Para no ser iguales, para ser diferentes, la verdad es que se parecen mucho. En septiembre de 1985, una tragedia ensombreció a México con un sismo que devastó partes importantes de la Ciudad de México, muchas personas perdieron la vida, cientos más resultaron lesionados, otros desaparecidos, y muchísimos capitalinos se quedaron sin casa al venirse abajo por el violento movimiento de la tierra que no respetó condiciones sociales, igual echó abajo humildes viviendas que grandes hoteles y edificios públicos y de departamentos.

La sacudida parecía haber dejado mudo e inmovilizado al entonces presidente Miguel de la Madrid Hurtado, que no atinó a reaccionar con la inmediatez que la tragedia obligaba. El largo silencio oficial fue el principal detonante para que la sociedad civil se organizara para iniciar a mano limpia la remoción de los escombros, el rescate de las personas atrapadas y heridas, y la recuperación de los cuerpos de quienes habían perdido la vida.

Ese fue el nacimiento de lo que hoy conocemos como el Sistema Nacional de Protección Civil, porque fue la sociedad civil la que se organizó para iniciar las labores de rescate, ya muy avanzadas para cuando el gobierno federal reaccionó. A De la Madrid Hurtado la gente se la guardó, y se la cobró al siguiente año con una monumental rechifla durante la inauguración del Mundial de México 1986, en un abarrotado estadio Azteca.

Luego de la devastación provocada por el huracán Otis en Acapulco principalmente, pero en varios municipios más de Guerrero, la inacción, la falta de información, la falta de previsión y de reacción para atender a los damnificados, habitantes del puerto, de ese bello estado, pero también a miles de turistas, nos llevó irremediablemente a recordar lo sucedido en 1985 en la Ciudad de México.

Desde varios días antes, todas las autoridades ya sabían que el fenómeno meteorológico se estaba formando y la trayectoria que seguiría, sabían que se dirigía y pegaría en Acapulco ¿Qué el pronóstico era que éste era una tormenta tropical? Es cierto, pero éste se transformó en menos de 24 horas en huracán categoría 5, tiempo que habría sido suficiente para haber tomado algunas medidas y evitar que el daño hubiera sido tan grande como lo fue.

Nadie se preocupó, a nadie le interesó, ni al gobierno local ni al federal. Aún a cerca de siete horas del brutal impacto de Otis sobre el puerto, las autoridades minimizaron a tal grado los hechos que, durante la mañanera del martes, el rey en su palacio dijo que no tenía mayor información, pero que había ‘saldo blanco’ ¿Qué cosa? Aunque de sus antecesores el principal inquilino de Palacio Nacional siempre ha dicho que el presidente es el hombre mejor informado del país ¿Cómo era que siete horas después de la tragedia no tenía información, y cómo, si no la tenía, tan a la ligera dijo que había ‘saldo blanco’? Aunque sigue siendo preliminar, y hasta se podría considerar como conservador, tras su paso, Otis dejó 27 muertes y al menos cuatro desaparecidos.

Las primeras imágenes que se empezaron a difundir mostraban tal devastación que inicialmente se pensaba que no eran reales y que no era Acapulco lo que estaban mostrando. Alrededor de 15 horas después, cerca de las tres de la tarde del miércoles, al presidente anunció que se dirigía al puerto.

Salió de Palacio en una Suburban Negra y aunque se le advirtió que las carreteras estaban colapsadas, terco como es, hizo caso omiso, ya ven que padece de sordera. La terca realidad le dijo que no podía pasar, y entonces con alguien de su equipo acordó transbordar a un jeep militar, el que abordó todavía vestido de traje. Cuando mucho unos 60 metros más adelante el vehículo se ‘atascó’ y ya no pudo avanzar. Caminó un tramo y en algún punto se encontró ya oscurecido, con la gobernadora Evelyn Salgado. Unos cuantos segundos, media vuelta y de regreso a la capital.

Jamás llegó a Acapulco donde lo esperaban los cientos, miles de damnificados. Era más importante volver a la CDMX porque un Acapulco devastado, en ruinas, sin luz eléctrica, sin agua, sin alimentos, sin telefonía celular ni convencional, no vale la suspensión de una mañanera en la que había que responsabilizar a todos de la tragedia, a sus adversarios, a la mafia del poder, ya sabe la misma cantaleta de siempre. Cierto, ante un fenómeno natural como Otis nadie es culpable de sus consecuencias, pero sí hay responsables de haber sido omisos, de no prever lo que iba a suceder y después de la tragedia no reaccionar a tiempo, porque dos días después ni siquiera se sabe la magnitud de los daños.

Pero una cosa sí sabemos, no fue un ‘saldo blanco’ como dijo el rey número non. Hubo muertos, hay personas desaparecidas, y la reconstrucción de Acapulco y la recuperación de las vidas normales de los guerrerenses, se va a llevar meses, años si me apura, porque ya no hay Fonden que los salve, porque López Obrador lo desapareció.

Esta nueva tragedia, irremediablemente nos remontó a la del 85, y le vuelvo a repetir, para no ser iguales, para ser diferentes, tengo la impresión de que se parecen demasiado.

 

laotraplana@gmail.com

@JulianParraIba

 

Autor

Julian Parra Ibarra
Es director del diario digital La Otra Plana y la revista impresa Metrópolis. En cuatro décadas de ejercicio periodístico ha trabajado en diarios como El Norte de Monterrey, La Opinión-Milenio en Torreón, Esto en la Ciudad de México y a.m. en León, Guanajuato entre otros; ha sido conductor en programas de radio y televisión. Es columnista en varios medios impresos y digitales de Coahuila y Durango.
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Julian Parra Ibarra
Es director del diario digital La Otra Plana y la revista impresa Metrópolis. En cuatro décadas de ejercicio periodístico ha trabajado en diarios como El Norte de Monterrey, La Opinión-Milenio en Torreón, Esto en la Ciudad de México y a.m. en León, Guanajuato entre otros; ha sido conductor en programas de radio y televisión. Es columnista en varios medios impresos y digitales de Coahuila y Durango.