PLAZA CÍVICA

AMLO y el autoritarismo revolucionario

Que el presidente de la República sea un populista es evidente. Sin embargo, al hablar de populismo raramente hablamos de autoritarismo, a pesar de que el fenómeno populista entraña el gen autoritario. Si en el país y el mundo hemos visto el ascenso del populismo, también debemos señalar el más peligroso surgimiento del autoritarismo.

Los rasgos de los autoritarios tienden a ser los mismos en cualquier parte del mundo. Karen Stenner, una reconocida politóloga australiana especializada en psicología política, ha escrito extensamente sobre el perfil de los políticos autoritarios. Por ejemplo, en Estados Unidos mucho se comenta que son los conservadores quienes impulsan una creciente revolución de corte autoritario, al tratar de revertir instituciones democráticas fundamentales. Sin embargo, la académica hace una distinción entre aquellos conservadores de los tradicionales, al comentar que los “conservadores no autoritarios, opuestos al cambio, dedicados a hacer cumplir las leyes y a la defensa de las instituciones políticas y sociales legítimas que sustentan la estabilidad y la seguridad de la sociedad” son esenciales para la gobernabilidad democrática. Es decir, los conservadores no son el problema, sino los autoritarios en ambos lados del espectro político. En el mundo real, “son los autoritarios quienes son los revolucionarios”.

Bajo el gobierno del presidente López Obrador, el autoritarismo se ha incrementado en el país. De acuerdo a la reciente encuesta de Latinobarómetro 2023, se triplicó el número de mexicanos que creen que “bajo algunas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático”. Y ese crecimiento sucedió precisamente bajo este sexenio: de 12 por ciento en 2018, a 22 por ciento en 2020, a 33 por ciento en 2023… números no vistos desde 2001. Tiene sentido: Stenner comenta que la presencia de una amenaza pone en movimiento una “dinámica autoritaria” que activa “predisposiciones latentes al autoritarismo y aumenta su expresión en intolerancia manifiesta.”

Si algo ha hecho el presidente de la República es azuzar la polarización política al hablar de enemigos políticos, ver amenazas por doquier, calumniar a numerosas personas y colectividades de ciudadanos, aumentando así esas “predisposiciones latentes al autoritarismo”. Usando como pretexto la amenaza, López Obrador pretende llevar a cabo la misma revolución que aspiran hacer los autoritarios en Estados Unidos, al quitarle todo valor moral a los partidos y la clase política de oposición, despedir a numerosos funcionarios públicos que representan un contrapeso de facto al poder presidencial, y destruir numerosas instituciones que son cruciales para la vida democrática del país. Si no se ha podido llevar a cabo del todo –por ejemplo, eliminar el Instituto Nacional Electoral– es solamente porque los contrapesos institucionales han, finalmente, aguantado y funcionado. Es decir, la democracia liberal.

¿Qué tipo de revolución es esta? Una autoritaria. Y por ello, de esperarse la mucha afinidad que siente el presidente de la República por el autoritario del otro lado de la frontera que solo ha calumniado a México, por decir lo menos. Parafraseando una famosa frase nacional: Los Autoritarios Somos Primero.

 

fnge1@hotmail.com  @FernandoNGE

Autor

Fernando Nùñez de la Garza Evia
Fernando Nùñez de la Garza Evia
Licenciado en derecho por la Universidad Iberoamericana (UIA). Maestro en estudios internacionales, y en administración pública y política pública, por el Tecnológico de Monterrey (ITESM). Ha publicado diversos artículos en Reforma y La Crónica de Hoy, y actualmente escribe una columna semanal en los principales diarios de distintos estados del país. Su trayectoria profesional se ha centrado en campañas políticas. Amante de la historia y fiel creyente en el debate público.
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