Sin esta estrategia puede haber pérdida de aceptación o legitimidad de los gobiernos: Andrea Samaniego Sánchez
Ciudad de México.- A partir del inicio de la pandemia, hace tres años, la proliferación de información falsa ha sido tal que los gobiernos y los gobernantes han requerido de una serie de estrategias para tratar de comunicarse y evitar que se expanda, expuso la profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Andrea Samaniego Sánchez.
En el Seminario Permanente: Movimientos Sociales. Sociedad, Política y Mercados en la Era Global, organizado por el Instituto de Investigaciones Sociales, recordó que durante la emergencia sanitaria se llegó a decir que la COVID-19 era un invento o que si nos vacunábamos nos convertiríamos en reptiles; “eso tuvo gran repercusión”.
Al comentar sobre “Comunicación gubernamental y crisis. Las vespertinas como estrategia informativa durante el COVID-19”, refirió que los gobiernos emplearon diferentes estrategias para informar; por ejemplo, en Grecia se empleó una similar a la de México, donde hubo conferencias de prensa diarias.
El gobierno chino utilizó redes sociodigitales con fines específicos: brindar información y datos sobre la pandemia, proporcionar soporte emocional y ofrecer confianza en las autoridades para hacer frente al desafío, detalló la experta.
Se observó que los gobiernos del mundo utilizaron las redes e internet en términos comunicativos para dar a conocer información a la población que estaba confinada por miedo o por las restricciones. En Argentina se usó Facebook e Instagram para comunicarse con otros públicos.
En el caso de México, las llamadas conferencias “vespertinas” emularon la forma de comunicación del gobierno, es decir, las “mañaneras”, donde la estrategia del gobierno federal es dar a conocer acciones gubernamentales.
Samaniego Sánchez refirió que se decidió implementar esa estrategia específica para la emergencia sanitaria: las “vespertinas”, donde se daban a conocer los números sobre los contagios y fallecimientos e información particular en materia de salud, como la relevancia de la salud mental; también se realizaba una sesión de preguntas y respuestas.
El mecanismo se empleó de forma diaria en la primera y segunda oleada, que llegó hasta 2021; así se dio a conocer la manera correcta del lavado de manos, cómo preparar gel antibacterial -que estaba agotado en ese momento-, qué hacer en caso de síntoma, o la campaña de vacunación en el país.
Hay que entender que la emergencia requería una comunicación específica. No se trataba de cualquier momento o situación, demandaba estrategias para hacer frente a lo que se vivía, recalcó.
Andrea Samaniego explicó que la comunicación política tiene el apartado de comunicar en momentos de crisis, tarea que debe hacerse de manera eficaz. Un nuevo virus que provoca una nueva enfermedad, requería mecanismos de los gobiernos para informar lo que estaba pasando y lo que se demandaba de la población: no salir a la calle, dónde acudir a vacunarse, etcétera.
La comunicación de crisis, precisó, permite que eventos que pueden trastocar la normalidad y funcionamiento de un gobierno se anticipen, o se establezca una ruta crítica que posibilite informar a la ciudadanía lo que ocurre y las medidas para salir de esa situación.
No llevar a cabo esa comunicación puede provocar la pérdida de la aceptación o legitimidad de los gobiernos; no comunicar de forma adecuada puede provocar que la ciudadanía se moleste, se manifieste y provocar que una situación que pudo estar contenida, crezca en magnitud.
Para enfrentar la amenaza de un nuevo virus que podía poner en jaque a los sistemas de salud, las acciones de los gobiernos fueron variadas, desde el cierre de fronteras, escuelas y trabajos, hasta toques de queda; hubo estados que fueron rebasados por la enfermedad. En hospitales de España, Italia, Ecuador o Estados Unidos, ya no tenían espacios para los enfermos, por ejemplo.
En el pasado, cuando se hablaba de internet, se analizaban los aspectos positivos: tener la posibilidad de comunicarnos con pares, crear grandes centros de pensamiento alrededor del mundo donde la cuestión geográfica no podría impedir que pudiéramos dialogar con otras personas, etcétera, expuso.
En los últimos años, sin embargo, como sociedad enfrentamos la dificultad de que también prolifera la información falsa, y el problema de evitarla, o de distinguir la que es verdadera de la que no lo es, por ejemplo.
Para la comunicación política no hay una definición aceptada por todos, porque vincula dos campos científicos. Su carácter interdisciplinario nos lleva a analizar fenómenos tan alejados como los procesos de deliberación para que la ciudadanía pueda llegar a consensos, o las campañas políticas. Es una disciplina transfronteriza.
Desde los primeros estudios de la comunicación política hasta ahora ha habido avances; al inicio los medios eran unidireccionales, nos daban información y como audiencia sólo la recibíamos. Pero a partir del surgimiento de la también llamada super carretera de la información y las redes sociodigitales, ya no somos una ciudadanía pasiva, sino que interactuamos directamente con las autoridades y los gobiernos, exigimos, demandamos respuestas, y eso cambia el panorama, finalizó. (UNAM)
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