En las últimas semanas, varios congresistas republicanos de Estados Unidos han tratado de presionar a México para que replantee su estrategia de seguridad para quitarle poder al narco en la región, y ha propuesto encasillar a los cárteles mexicanos como grupos “terroristas”.
En respuesta, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha criticado el intervencionismo que podría suponer la introducción del Ejército estadounidense en la frontera de México. Mientras en Estados Unidos se reclama el flujo de droga desde la frontera sur, México insiste en poner un alto a las armas que llegan ilegalmente desde su vecino del norte. (elpais.com)
Por su parte, el embajador de los Estados Unidos en México, Ken Salazar ha señalado que Estados Unidos y México cooperan más estrechamente que nunca en materia de seguridad. “La visita del gabinete de seguridad de México a Washington, D.C., es un ejemplo de nuestro compromiso compartido. Asimismo, marca la pauta en los esfuerzos conjuntos para combatir el tráfico de personas, narcóticos y armas, los cuales son el alma de los cárteles y amenazan la seguridad de los ciudadanos en nuestros países.”
“El hecho de que los criminales no reconocen fronteras reafirma la importancia de trabajar juntos y de manera coordinada con nuestros socios en todo el mundo y, particularmente, en América del Norte con México y Canadá.” (mx.usembassy.gov)
Combatir, conjunta y coordinadamente, tanto el tráfico de drogas y armas, es un gran compromiso que se debe adoptar con mucha seriedad, disciplina y estrategia. Pero es apenas una parte de la respuesta al problema.
Paralelo a ello, los gobiernos deberían actuar con soluciones globales y nacionales que vayan más allá de lo únicamente punitivo y represivo; centrando más la atención a las medidas socio-sanitarias, con un plan de lucha dirigido a combatir y reducir las drogodependencias, el principal origen del problema. Combatir las causas y controlar las consecuencias y daños colaterales.
Diseñar, en cada país afectado por el consumo de drogas ilegales, planes desde criterios reales, y siempre contando con los sectores afectados, y desde el análisis de sus necesidades.
Establecer una gran estrategia transversal, que incluya, entre otras cosas, garantizar un programa de prevención en el ámbito escolar y comunitario; afrontar los problemas de exclusión social que hacen vulnerables a grupos de jóvenes; entender y atender la realidad de los consumos para que desde el entorno familiar, social y sanitario, se cuente con las herramientas necesarias para evitar los riesgos socio-sanitarios con programas de familia y formación de profesionales.
Además de la aplicación de programas terapéuticos para aquellos grupos en situación especial de riesgo y el fomento a la investigación científica que aporte conocimiento sobre los riesgos referidos con ciertos consumos de sustancias y a la vez ayude a los consumidores a orientarse y responsabilizarse de los riesgos que afrontan al consumirlas.
Como sociedad, debemos asumir con responsabilidad que muchos de los problemas sociales que hoy nos preocupan, como la farmacodependencia, son expresión y consecuencia de las fuertes tensiones y nuevos contratiempos que convergen en la institución familiar, que en estos tiempos se presentan en formas muy variadas. La prevención dentro del seno familiar es el ingrediente más importante en la estrategia para el combate a las drogas.
José Vega Bautista
@Pepevegasicilia
josevega@nuestrarevista.com.mx
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