Mauricio Padrón Innamorato considera que están relacionados con fenómenos como exclusión, xenofobia, pobreza y desigualdad
Ciudad de México.- En nuestro país, según la más reciente Encuesta Nacional sobre Discriminación (2017), 20.2 por ciento de la población de 18 años y más fue discriminado o menospreciado por al menos un motivo prohibido (tono de piel, manera de hablar, clase social, lugar donde vive, ser mujer, su edad o preferencia sexual, etcétera).
Además, 30 por ciento fue marginado por su forma de vestir, arreglo personal o por usar tatuajes; 29.1 por su peso o estatura; y 28.7 por sus creencias religiosas, entre los principales motivos.
Este fenómeno social, en términos generales, tiene que ver con acciones u omisiones que realizan las personas o instituciones y que impiden, vulneran o restringen el ejercicio de derechos, explica el secretario académico del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM, Mauricio Padrón Innamorato. Además, está asociado a otros: exclusión, xenofobia y desigualdad, por ejemplo.
La sociedad mexicana discrimina por distintos motivos: racial, sexo, edad, condición económica, nacionalidad, etcétera. Entre las personas que más padecen esta situación están las extranjeras (migrantes), jóvenes, o personas con VIH y con orientaciones sexuales distintas a las heterosexuales, expone.
Excluimos a partir del lenguaje, ejemplo de ello son los dichos populares como: “trabajo como negro”, o “la culpa no es del indio, sino de quien lo hace compadre”. Esto pasa también con comentarios negativos hacia las mujeres o los jóvenes. Si esas conductas no se ponen sobre la mesa, es difícil visibilizarlas; “si en un momento se entendió que esas estaban bien, hoy ya no lo están”, asevera.
Debemos crear conciencia de que las exclusiones están basadas en prejuicios y estigmas, recalca el investigador. “Cuando alguien discrimina es porque la otra persona es distinta; y la primera entiende que esa diferencia es mala en algún sentido”. Por ello, se necesita trabajo de educación, concientización y prevención de esas conductas.
El académico destaca que la no discriminación es un derecho humano consagrado en instrumentos internacionales de garantías inalienables, en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en numerosas leyes secundarias referentes a temas como la igualdad y la tolerancia.
Sociedades desiguales
Con motivo del Día de la Cero Discriminación -celebración promovida por ONUSIDA, que se conmemora el 1 de marzo- explica que este fenómeno ocurre por la idea de diferenciarnos del que es distinto a nosotros, y no sólo marcar esa diferencia, sino negar derechos. Es ahí cuando se vuelve un problema, aunque no siempre es visible.
Ocurren procesos discriminatorios en varios sentidos, lugares y niveles de la sociedad, a través de las políticas públicas, en los ambientes laborales y educativos, pero también en el mercado o la colonia, y en ocasiones pasan desapercibidos; además, la gente no necesariamente se da cuenta cuando es objeto de discriminación.
Sin embargo, no sólo afecta a quien lo padece ya que sus consecuencias son diversas y generan sociedades desiguales, poco tolerantes que excluyen a una parte de la población, la cual queda por fuera de los mecanismos de cohesión social; es decir, perjudica de manera estructural el funcionamiento de la sociedad, afirma Padrón Innamorato.
Avance lento
A pesar de que varias leyes, como la Federal del Trabajo o la General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes condenan y sancionan los actos discriminatorios, estos persisten. Ocurre porque el problema es cultural: tiene que ver con principios y la estructura valorativa de la sociedad, expone el experto universitario.
Los cambios culturales son difíciles de lograr y llevan largo tiempo. “Sabemos que tener una ley no implica que automáticamente va a cambiar la realidad, pero sienta las bases para implementar programas o políticas que permitan avanzar en la dirección correcta, y que las instituciones pongan atención en estas cuestiones. El derecho sirve para eso y es fundamental que exista”.
Y en casos como este, debe ir acompañado de procesos educativos y de concientización porque el cambio comienza de manera individual hasta tener impacto de manera colectiva. Aunque se ha avanzado, falta por hacer, reconoce. “Si observamos los datos de la Encuesta Nacional de Discriminación que se levantaron en un lapso de 15 años, son básicamente iguales, pero es justamente porque son procesos que demoran mucho”.
También hace falta que se conozca que hay instancias donde denuncian los hechos. Cuando somos sujetos o testigos de un supuesto evento discriminatorio, podemos acudir al Conapred o al Copred. “En esos momentos podemos activar la parte de la educación y la concientización, y alertar a la persona de que lo que hizo no está bien, para que la próxima vez evite hacerlo”, concluye. (UNAM)
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