Avances en la movilidad urbana en Saltillo
Al anunciar los detalles de la ampliación del bulevar Nazario S. Ortiz Garza, el Gobierno de José María Fraustro Siller desvela uno de los proyectos de infraestructura más esperados por las 300 mil personas que habitan al nor-poniente de Saltillo.
Se trata de un trazo de más de cuatro kilómetros que nace en el bulevar Vito Alessio Robles, y se extiende hasta la calle Alameda Zaragoza, justo a un costado de la colonia Saltillo 2000. Su pronta conclusión es crítica, ya que agilizará la salida de miles de automovilistas y unidades urbanas que diariamente se trasladan desde zonas densamente pobladas hacia los lugares de trabajo, escuelas, negocios y demás actividades cotidianas.
La raíz del proyecto se encuentra en el congestionamiento que se forma en la única salida existente, el cruce del periférico Luis Echeverría Álvarez con el bulevar Isidro López Zertuche. En horas pico, incluyendo los fines de semana, el lugar se convierte en un estacionamiento con motores encendidos. En consecuencia, los habitantes de esa zona pierden un tiempo valioso en el curso de sus traslados. Deberá considerarse, además, el impacto en la salud y el medio ambiente.
En un futuro, resulta obvio que una solución urbanística integral deberá considerar, junto a esta nueva vialidad, la construcción de un paso a desnivel en dicha intersección; proyecto que en la época de Isidro López Villarreal fue suspendido por razones desconocidas, probablemente políticas, más que técnicas.
A la par que este proyecto impactará en la calidad de vida de las personas, al ofrecer una opción de conexión más rápida con otras zonas de la ciudad, también tendrá un efecto positivo en la movilidad urbana, reduciendo el número de horas-trabajador y horas-convivencia que se pierden durante los traslados.
Desde mi punto de vista, durante los próximos seis años, la Zona Metropolitana de Saltillo requiere de al menos dos proyectos de este calado por ejercicio fiscal, si es que se desea abatir el rezago en infraestructura vial que ha traído consigo el incremento del parque vehicular, el crecimiento de la superficie urbana y el aumento en el número de viajes que por día realizan las personas, producto de la vida moderna y el desarrollo industrial.
Si bien es cierto que, en 2018, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) situó a Saltillo, junto a la Ciudad de México y Guadalajara, como una de las tres ciudades con la mejor movilidad urbana del país, se debe tener en cuenta que los factores que permitieron ubicar a la capital coahuilense en tan destacado lugar no se asocian directamente con la calidad de su infraestructura, sino con elementos relacionados con la seguridad en el transporte, la eficiencia gubernamental y el potencial económico de la ciudad.
En efecto, en un estudio pionero denominado “Índice de Movilidad Urbana. Barrios mejor conectados para ciudades más incluyentes 2018”, el IMCO destaca las fortalezas y oportunidades en la movilidad de 20 urbes, ubicando a Saltillo en la tercera posición.
No obstante, al desmenuzar los distintos subíndices que componen al indicador global, encontramos que en “Accesibilidad e Infraestructura”, que mide la percepción ciudadana respecto a la disponibilidad, estado y funcionamiento de la red de transporte, mobiliario urbano e infraestructura vial, Saltillo baja a la novena posición.
Asimismo, en el subíndice “Contexto urbano”, el cual mide las consecuencias del crecimiento de la mancha urbana, distribución modal y dinámica del transporte, en factores como el tiempo y gasto de un usuario para llegar a su destino, el reto es aún mayor, ya que la capital de Coahuila se precipita hasta el lugar 17 de entre las 20 ciudades del estudio.
Ciertamente, la escasez de recursos y la prioridad de temas como la seguridad y la salud, restringieron la capacidad del municipio para dar respuesta con obras de infraestructura al incremento en los tiempos de traslado y la formación de puntos de congestionamiento en los últimos años.
En este sentido, el alcalde José María Fraustro Siller tiene la encomienda de retomar la agenda de infraestructura urbana como la prioridad de su Gobierno.
Para ello, debe moverse rápido, firme y eficiente, de la misma forma que los habitantes de Saltillo desean desplazarse por la ciudad.
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