Este mes de octubre, el Presbítero Humberto González Galindo cumple siete décadas de servir a través del ministerio sacerdotal a la comunidad católica de Saltillo. En todo este tiempo, el Padre Humberto, como lo llaman cariñosamente los fieles, ha dejado un enorme legado en la Diócesis de Saltillo por sus aportaciones en la parte material – y también en la espiritual, catequética y de caridad – a la Catedral de Santiago, de donde fue cura párroco durante 40 años, además de su labor en el Tribunal Eclesiástico y como rector del Seminario.
Actualmente, como rector del templo del Padre Nuestro, cargo que desempeña desde hace 17 años, busca continuar con esta misión de servicio y señala que al igual que como lo hizo con el máximo templo católico de esta ciudad, seguirá trabajando en la promoción de la liturgia, la caridad y el amor de Dios entre la comunidad que asiste a ese recinto, mismo que pasó de ser una iglesia sencilla – según declaró él mismo – a ser un espacio funcional y atractivo, con muchas áreas nuevas para beneficio de la propia comunidad.
“Mi sentir al llegar a estos 70 años es una profunda y sincera gratitud a Dios, que me ha concedido vida, que me ha concedido salud, que me ha concedido entusiasmo para trabajar y para servir, una profunda gratitud primeramente a Dios, después una profunda y sincera gratitud para mis padres también, para mis formadores y para todos los que me ayudaron a llegar al sacerdocio”, señala el Padre Humberto.
“Ese es el sentimiento más importante: gratitud a Dios, a mis padres, familiares y amigos y a todos los que me ha ayudado a colaborar para realizar los planes apostólicos, sacerdotales y religiosos, y también un sentimiento para pedir a Dios perdón y a todas las personas que quizá haya ofendido en mi vida sacerdotal, son los dos sentimientos más importantes que hay en mi vida para poder seguir sirviendo en lo poco o en lo mucho que Dios me conceda todavía”, agrega.
El sacerdote comenta que, al terminar su función en la Catedral de Saltillo, supuso que eso significaba el término de una etapa que Dios le concedió para aplicar sus esfuerzos en la dignificación de ese recinto.
“Yo hice lo más que pude para tener una Catedral digna, una Catedral que sirviera a la comunidad en los servicios litúrgicos, en los servicios de catecismo y en los servicios de caridad. Puse todo mi empeño, mis fuerzas, toda mi voluntad para servir a la comunidad en la que Dios me había puesto al frente de la Catedral, y cuando me cambiaron dije: sigue otra etapa, a ver qué podemos hacer en la siguiente etapa, y me pasaron al Padre Nuestro, que era una iglesia muy sencilla, muy simple”, recuerda el Padre Humberto.
“Afortunadamente al llegar aquí también Dios me ha concedido, gracias a muchos bienhechores y a muchos colaboradores el seguir levantando, el seguir empujando, promoviendo la liturgia, la catequesis y la caridad en esta nueva iglesia que es el Padre Nuestro. Estoy muy contento también de haber realizado con la ayuda de Dios y la colaboración de muchísima gente todas las actividades, todos los apostolados que aquí se me ha concedido obtener”, indicó.
Tras su llegada a la iglesia del Padre Nuestro, Humberto González se dio a la tarea de embellecer el templo y fortalecerlo para continuar con la misión evangelizadora y de apoyo a las personas más necesitadas.
“Después de haber realizado los 40 vitrales que tiene la iglesia, que no son adornos, sino instrumentos de catequesis, porque también a través del arte se catequiza al igual que con las imágenes que también son signos de la presencia de Dios, y después de haber arreglado toda la iglesia por dentro, se pudo hacer la casa parroquial, además de la escuela de catecismo y también la capilla de San José, que es una capilla funeraria donde se pueden guardar las cenizas de los seres queridos”, comenta el rector del Padre Nuestro.
“Ahora lo que nos interesa es seguir sirviendo con muchas obras de caridad, y seguir construyendo la iglesia con la catequesis, que es una escuela y como toda escuela tiene que tener salones para que lo niños según su grado puedan pasar de un salón a otro, seguir sirviendo a los enfermos, a los más pobres, a los necesitados y a los migrantes, lo que tenemos en mente es extender lo más que se pueda esos servicios caritativos, catequéticos y litúrgicos en el templo”, sostuvo.
Igualmente, dijo que el mayor consejo que puede ofrecer a las nuevas generaciones de sacerdotes es el prepararse continuamente en la parte espiritual e intelectual, además de fortalecer su fe a través de la oración para estar siempre listos a dar el acompañamiento espiritual que necesitan los fieles.
“Como la vocación es una amistad muy íntima con Dios, hay que seguir promoviendo esa amistad a través de la oración, a través de los sacramentos, a través de la lectura de la Biblia y a través de los apostolados. Los muchachos deben seguirse preparando espiritualmente, intelectualmente y pastoralmente para poder tener las fuerzas y la perseverancia que Dios nos pide y que la gente, la comunidad, espera de nosotros”, destacó el presbítero.
“Es un esfuerzo que tenemos que hacer todos, pero Dios es el que nos da la mano, el que nos levanta cuando caemos, el que nos perdona cuando fallamos y el que nos anima cuando estamos tristes. En una palabra, para que nos acompañe en todo momento y poder con entusiasmo servir a la gente, entregándole la palabra de Dios, los sacramentos, entregándole todas las obras de caridad que son las que van formando una comunidad, y que son las que van dando vida a la Iglesia”, enfatizó.
Igualmente, el Padre Humberto manifestó su agradecimiento al periódico EL HERALDO que dijo, siempre ha estado muy al pendiente de sus actividades y de su apostolado.
“Quiero agradecerle a Paco que en paz descanse, a Alicia, a Paco hijo y a todos los integrantes del periódico, reporteros y demás colaboradores, agradecerles su presencia, su opinión y su servicio, porque al fin y al cabo el periódico es también un instrumento de servicio comunicando las buenas noticias a la comunidad. Quiero agradecerle al periódico todo lo que ha hecho, en mi vida me ha ido acompañando, me ha ido animando y ha ido promoviendo las diversas campañas que hacemos aquí”.
“Estoy feliz realmente y esperando continuar por el tiempo que Dios me regale y el tiempo que el Obispo me tenga aquí en este templo seguir sirviendo de la mejor manera posible para aumentar la feligresía y para educar y promover la vida religiosa, espiritual, litúrgica, catequética y de caridad, ese es mi proyecto, continuar mientras Dios me dé salud y mientras me tengan al frente de esta iglesia”, manifestó el reconocido sacerdote. (ÁNGEL AGUILAR/ EL HERALDO)
Autor
- Reportero de El Heraldo de Saltillo con reconocida trayectoria en radio y prensa escrita en el estado de Coahuila.
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