Hice limpieza en mis archivos y de paso releí artículos viejos en los que adelanté como sería el gobierno de López Obrador.
Hubiera querido equivocarme, pero su trayectoria política apuntaba a lo que ha sido: un presidente empeñado en destruir a la izquierda y al país; un hombre indolente, apático, voluntarioso, incapaz de gobernar y enfrentar problemas y un rey Midas al revés.
Su vida anunciaba, que no respetaría leyes ni normas; como bien escribió en su artículo de este martes 16 Pepe Woldenberg en El Universal, piensa “que su palabra es la ley”.
Ya me da miedo oírlo en alguna mañanera hablar mal de alguien o de algo, porque pienso ‘se lo va a echar´; y así ha sucedido con todo, menos con la pandemia.
Ante la erosión que ha hecho de nuestras instituciones y el pasmo de los partidos de oposición, cuyos aletargados dirigentes más parecen sus cómplices por miedo o incapacidad de presentar a los ciudadanos opciones que pudieran enfrentarlo, imaginaba otros seis espantosos años con Morena.
Me resistía a la pesadilla de seguir con estos barberos de nula experiencia o esos hipócritas de pésima trayectoria que le fingen adoración para seguir robando, mientras él miente y despilfarra en trenes, aeropuertos y refinerías.
De continuar con gente tan chalada como Montserrat Caballero, la alcaldesa morenista de Tijuana para quien el terror criminal de incendios y balaceras del 12 de agosto no fue culpa de los narcos, sino de los comerciantes que no les pagaron a tiempo el derecho de piso.
Pero solo sigue el ejemplo de López Obrador que los ha apachado en lugar de combatido y tras 4 días de comercios quemados, narco bloqueos y asesinatos de 260 personas, dijo en su mañanera del 15 de agosto que solo fue “un montaje propagandístico de grupos delictivos, maximizado por mis adversarios políticos, con la finalidad de infundir miedo.”
Y ahí mismo, sus secretarios de Gobernación y de la Defensa, le hicieron eco; dijeron que solo fue propaganda magnificada.
Así estamos.
Por todo eso y porque no se avista nadie mejor en el panorama, me da muchísimo gusto que la senadora Beatriz Paredes Rangel quiera ser candidata a la Presidencia de la República.
Debemos exigir a la oposición que la postule con la seguridad que ganará, porque ninguna de las indignas y oxidadas corcholatas de López Obrador, se le puede comparar.
Nunca me gustaron el PRI, el PAN y el PRD y menos me gustan ahora, que se transformaron en partidos amorfos que lo mismo van con chana que con juana y tienen inmensa responsabilidad de la situación en la que hoy nos encontramos.
Me dirán que Beatriz es priista y lo es, pero me parece una priista decente, preparada, culta y consecuente; ha permanecido en PRI por décadas en las buenas y en las malas, con cargos y sin ellos, sin haber protagonizado escándalos o raterías.
Y como no es una chapulina como las que abundan en Morena y en la oposición, no será una priista camuflada como López Obrador y muchos de su gabinete.
Siendo dirigente de la CNC y luego del PRI, demostró que sabe dirigir sin dividir y sabrá gobernar porque lo hizo bien como gobernadora de Tlaxcala.
Es licenciada en Sociología por la UNAM y graduada en literatura hispanoamericana en Barcelona, ha sido diputada y es senadora; habla fuerte, sin eternas pausas ni necesidad de leer papelitos.
Tiene experiencia internacional porque fue embajadora en Cuba y Brasil y cofundadora del Grupo de Puebla; que se formó hace 3 años por políticos y académicos de centro izquierda buscando articular ideas, programas y políticas de Estado progresistas.
Es amable y habla varios idiomas por lo que no insultará a otros países ni evitará ir a reuniones internacionales, como ha hecho AMLO por sus complejos de inferioridad y tampoco nos hará quedar en ridículo mundial, como los últimos presidentes que hemos tenido.
Además, es ya justo que tengamos una mujer feminista y preparada como presidenta y me gusta que valore y se vista con ropa típica mexicana.
En las entrevistas sobre sus aspiraciones, se advierte que tiene programa de gobierno.
Entre otras cuestiones urgentes, ha planteado medidas para mejorar nuestra economía, salud y educación, que tanto se han deteriorado.
Propone destinar recursos a la Ciencia y las universidades, recuperar las escuelas de tiempo completo y preescolar; instalar estancias infantiles para hijos de trabajadoras; equipar hospitales y elevar el debate político, “que se ha vuelto muy ofensivo y sin argumentos.”
Pienso que tiene cualidades, entusiasmo y disposición para, con nuestros votos, ganarle la presidencia a Morena para recuperar a México.
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